Manuel García Urrutia M.
Estrategias sindicales

Los últimos días de febrero y primeros de marzo se realizaron actos sindicales de especial relevancia que han permitido observar los acomodos y las estrategias que habrán de determinar el surgimiento de un nuevo sindicalismo a dirimirse, en mi opinión, entre dos proyectos hegemónicos.

Destaco, en primer lugar, la celebración de la 119 Asamblea General Ordinaria del Consejo Nacional de la Confederación de Trabajadores de México (CTM), en el marco de sus 60 años de existencia. El acto representó lo caduco de una práctica sindical que se resiste a morir, pero que ya no tiene cabida en el desarrollo de un México moderno, democrático y justo. Tres momentos sintetizan la reunión cetemista: 1) el largo aplauso a Fidel Velázquez que le ha brindado, como homenaje, el sistema al que ha servido, ambientado con un discurso presidencial sobre la maltrecha ``alianza histórica'', con dedicación especial a líderes corporativos nostálgicos, cómplices del deterioro en los niveles de vida de la población; 2) la presencia en la Asamblea del líder empresarial de la Coparmex, Carlos Abascal, pidiendo que nos encomendemos a la Virgen de Guadalupereconocimiento implícito de que tan mal andan las cosas e intentando inagurar, por enésima vez, la ``nueva cultura laboral'', esa que se reconoce en los discursos y los pactos que nos imponen desde las alturas, pero que nada tiene que ver con la práctica empresarial y la realidad cotidiana que viven los trabajadores; y 3) la censura de la CTM a las organizaciones que dentro del Congreso del Trabajo (CT), según su decir, lo dividen, en clara alusión a la Federación de Sindicatos de Bienes y Servicios (Fesebes). Este llamado de atención de la CTM, en el fondo, responde a su interés de no ser desplazada de la dirección del sindicalismo mexicano a fin de arrogarse, para sus cuadros que ya están inquietos, el relevo sobre el liderazgo que habrá de dominarlo en los años por venir. Sin embargo, varios son los errores de cálculo que se observan en los movimientos cetemistas, porque no es con la práctica de un sindicalismo más dócil, incondicional al gobierno en turno, aferrado al partido de Estado, aislado y corrupto, como podrá mantener su liderazgo; eso, incluso, hay otras centrales que lo hacen mejor. Es en la democracia sindical, el respeto a la pluralidad que pasa por alianzas sociales más amplias, a nivel nacional e internacional, donde se sustentará el proyecto sindical que requiere un país que desea competir con ventajas en la economía mundial.

En segundo lugar está, como contraste, la realización, en estos días, del Tercer Foro El Sindicalismo ante la Nación: Seguridad y Justicia Social, organizado por 21 organizaciones con diferentes historias, características y perspectivas, pero que tienen un denominador común: sus líderes son representativos, son electos, y cuentan con propuestas frente a los retos de la productividad y de la Nación. La capacidad de convocatoria de estos sindicatos, su ubicación clave en la producción y los servicios, la riqueza de su análisis frente a diversas problemáticas derivado de su composición plural y su posibilidad de asumir compromisos unitarios, maduros y responsables, no sólo representa un hito en el movimiento obrero de los últimos años sino que apunta a modificar la correlación, conformación y hegemonía de su dirigencia histórica.

En tercer lugar, como complemento lógico de una estrategia que busca generar un nuevo sindicalismo en el contexto de la globalización, hubo también dos eventos, uno en San Francisco, dentro de las audiencias contra la empresa trasnacional Sprint, bajo el Acuerdo de Cooperación Laboral del TLC, donde las organizaciones asistentes de México, Estados Unidos y Canadá han reconocido la necesidad de formar una instancia sindical regional que proteja los intereses obreros de los impactos negativos del TLC y de una Carta Social que incluya la protección de los derechos de los trabajadores migrantes, independientemente de su condición legal. Y en el mismo tenor, pero en Cuernavaca, en otra reunión trinacional, se hizo, además, un recuento de experiencias concretas de unidad de acción y organizativas, de carácter sectorial (sindical, ambiental y campesina) que ya funcionan. Las conclusiones se orientaron a esbozar retos que impone el proceso de integración regional a las relaciones, invitando a continuar la reflexión sobre: la construcción de contrapartes confiables para evitar acciones unilaterales, como la de los Teemsters en su oposición al tránsito de choferes mexicanos por las carreteras de Estados Unidos; la conveniencia de utilizar los espacios de las instancias trinacionales existentes o la pertinencia de crear otras; la necesidad de empujar, en una misma dirección, una alternativa de desarrollo que dé sentido y prioridad a la dimensión social de la integración y, finalmente, se ha acordado apoyar a los trabajadores de Ruta 100, a los presos ecológicos de Tabasco así los ha reconocido el encuentro, a los trabajadores de la Secretaría del Medio Ambiente, Recursos Naturales y Pesca que pugnan por la libertad sindical, y se ha invitado a los asistentes al acto contra el neoliberalismo a celebrarse en abril, en Chiapas. Estos foros, antes vedados al sindicalismo independiente, ahora no sólo se ocupan para relacionarse con canadienses y estadunidenses, rompiendo el monopolio que antes tenía un solo agrupamiento (la CTM), sino también para compartir distintas visiones de la realidad nacional y acordar estrategias, entre organizaciones mexicanas.