El hospital Juárez de México es depositario de una espléndida tradición. Como ustedes saben, este hospital surge con su nombre actual como resultado del primer homenaje póstumo que la nación le hace al Benemérito de Las Américas. Al día siguiente de su muerte, este hospital que había sido fundado casi 30 años antes y que llevaba el nombre de San Pablo, se convierte en el Hospital Juárez, precisamente como el primer homenaje póstumo del país al Presidente Juárez. Pero ya su creación misma estaba llena de una significado especial: el hospital surge con motivo de la invasión estadounidense en 1847.
Nada con la fuerza, decía Juárez; todo con el derecho y la razón. Creo que esta generación de residentes da una muestra clara de haber asimilado cabalmente ese legado de Juárez, quien más adelante decía: ``nosotros no necesitamos que un extranjero venga a establecer las reformas a nuestro país, nosotros hemos establecido nuestras propias reformas, y en nuestras reformas defendemos la independencia y la dignidad de nuestra patria''.
Estas reflexiones me parece que son oportunas, toda vez que en los últimos días hemos lamentado que algunas declaraciones, emanadas en nuestro vecino país del norte, con quien nos unen vínculos estrechos por la amplia zona fronteriza que compartimos con ellos y por las innumerables transacciones de carácter no solamente comercial sino también educativo, cultural y en materia de salud, en relación a que nuestro país no ha hecho lo suficiente, en opinión de algunos de ellos, en materia de la lucha contra el tráfico de drogas. Pero resulta que el tráfico de drogas ilegales tiene una cadena larga de eslabones que van desde la producción hasta el consumo y se les olvida a nuestros vecinos que en materia de consumo --lo cual no han abordado-- al igual que en las otras fases del proceso, México no solamente ha realizado una tarea extraordinariamente buena, sino que ha mostrado, en los hechos, una mayor preocupación por lo que representa el consumo de las drogas ilegales en la salud de la población.
Se les olvida parte de la ecuación, pues el problema no sólo se limita a la distribución y al tráfico, sino que las drogas ilegales tienen un destino, que ese destino se expresa en el consumo, que ese consumo refleja la demanda y que ese consumo constituye la palanca más poderosa para activar el proceso de producción, distribución y tráfico. Conviene por ello mencionar algunas cifras que nos ayuden a poner en una perspectiva integral el problema al que han hecho alusión. Datos provenientes de trabajos realizados por instituciones de salud, tanto de los Estados Unidos de Norteamérica como de México, nos muestran por ejemplo que por cada mexicano que ha usado drogas ilegales alguna vez en la vida, existen al menos nueve norteamericanos que lo han hecho; que en el último año cerca de 24 millones de estadounidenses han usado drogas ilegales en comparación con sólo 320 mil mexicanos. Claro, habría que ajustar las cifras a las tasas de población, lo cual nos muestra que en el último año han usado drogas 118 por cada mil habitantes estadounidenses en comparación con siete por cada mil habitantes en México.
Y aun cuando en ambos países se ha podido observar, en datos comparativos entre 1988 y 1993, que ha habido un descenso en el consumo de drogas ilegales, esta disminución ha sido más acentuada en nuestro país.
Cuando revisamos cifras que se refieren al uso ``por lo menos alguna vez en la vida'' entre poblaciones generales de México y Estados Unidos de mayores de doce años de edad, encontramos que en la proporción para marihuana, por ejemplo, la relación entre Estados Unidos y México es de 10 a 1; para cocaína es de 22 a 1 y para alucinógenos es de 29 a 1.
Otro dato significativo, resultado de trabajos todos ellos publicados, es que uno de cada cinco estudiantes mexicanos consumidores de cocaína y heroína obtuvieron esta droga por primera vez en los Estados Unidos.
No hay duda que el esfuerzo de México para combatir el consumo de drogas ilegales se suma y fortalece el esfuerzo que ha realizado para combatir la producción y el tráfico de estas sustancias.
Así, en los últimos años los esfuerzos de México en esta materia se han multiplicado: la creación de un Consejo Nacional contra las Adicciones, el establecimiento de un Programa Nacional Contra las Adicciones; un sistema de prevención y tratamiento integrado por 54 Centros de Integración Juvenil y 31 Consejos Estatales contra las Adicciones; un vigoroso impulso a la investigación que se realiza en el Instituto Mexicano de Psiquiatría y en el Instituto Nacional de Neurología; un Centro de Planeación para el Control de Drogas, un Sistema de Vigilancia Epidemiológica contra las Adicciones y un Sistema de Información amplio que incluye, entre otras, encuestas realizadas en hogares, en centros educativos así como diversos estudios en grupos y poblaciones consideradas como de alto riesgo.
No hay duda que el problema no ha sido resuelto, pero tampoco la hay del esfuerzo, del compromiso de México en relación al mismo, en la parte que le corresponde a la Secretaría de Salud, y al Sector Salud en general, fundamental para poder entender esta compleja ecuación y que se refiere al consumo de drogas ilegales y a sus daños severos en la salud. Es claro que el esfuerzo de México no ha sido de ninguna manera menor.
Las ideas del Presidente Juárez se constituyen en principios rectores del Estado mexicano; hoy nos siguen dando identidad y nos orientan a la convivencia respetuosa, libre y soberana de los pueblos.
Todo lo que México no haga por sí mismo para ser libre, decía Juárez, no debe esperar, ni conviene que espere que otros gobiernos u otras naciones lo hagan por él.
Yo estoy seguro que los médicos residentes que hoy egresan del hospital Juárez, inspirados en el ejemplo de quien lleva el nombre del hospital que los formó, inspirados en el ejemplo de sus maestros, anclados en lo mejor de nuestra tradición médica, harán que los conocimientos técnicos que aquí han adquirido, sus destrezas y su enorme compromiso social, como ya lo han demostrado a lo largo de su residencia, reforzarán a este ejército de millones de mexicanos que nos empeñamos todos los días en construir un país más justo y más independiente.
Fragmento del discurso del Secretario de Salud, durante la ceremonia de clausura de cursos de Residentes del Hospital Juárez de México .