ASTROLABIO Mauricio Ortiz
En suma (al pan y al vino vino)

En suma, no debía usarse el nombre de la ciencia en vano, más que otra cosa porque nada significativo añade a lo que se pretende adjetivar y sí, por la resonancia que la palabra científico alcanza en estos días, tiende a disfrazar supuestas o comprobadas carencias y enconadas charlatanerías. Un célebre Pasteur pero de barba postiza y espejuelos sin aumento.

Qué es ciencia, qué no lo es. Muchas y enteradas palabras se han formulado al respecto y cuántas conferencias no se habrán dado en torno al tema, simposia y seminarios. Además, claro está, de la sanción por medio de certificaciones, comités de evaluación, comités de seguimiento, comités editoriales: lineamientos y consenso, para eso están las academias y otros cuerpos colegiados.

A pesar de lo cual y ante sus mismas patillas no dejan de aparecer ovnis objetivamente videograbados, institutos para reducir científicamente de peso y aguas doce veces purificadas, doce. Mucha ciencia, manina, le dice el Buitre a Amalia la moflera terminando de sacar candentes los birlos congelados, ora pásame la matraca y el de tres octavos.

Pero no sólo usos llamaríanse vulgares del vocablo y sus derivaciones, también intentos serios y hasta memorables. El socialismo científico, que no es ejemplo cualquiera, tiene de científico exactamente lo que la imaginación decimonónica entendía por éter. Científico. Un aura de certeza se levanta por sobre las inciertas cosas del mundo.

Ciencias sociales, ciencias políticas y el extremo del uso falaz, ciencias de la comunicación. Si el estudio de la política acude a herramientas y tips metodológicos provenientes de la ciencia, eso no lo hace una disciplina, científica del mismo modo que los recursos del arte no hacen del diseño una disciplina artística. Ya la ingeniería se ha librado del apelativo en lo general y lo mismo la tecnología, alcanzan a ser cosa aparte aun sosteniéndose firmemente en aspectos clave del paradigma científico. La economía, por el contrario, cada vez quiere ser más ciencia y así nos va a seguir yendo.

Además, lo que se legitima como ciencia, lo que de verdad se llama de ese modo no es siempre algo tan prístino y cabal como se piensa o quisiera. Igual hay mala ciencia o incluso mediocre, igual hay pillos y oportunistas, pendejos, cínicos. Qué a poco no hay tráfico de influencias y prebendas académicas. Intereses, compadrazgos, estrellatos, inquinas. Aquí y en todo el mundo como desde luego en todo, ese es el punto. Y es, al igual que todo, un negocio, de los más prósperos negocios que se han inventado.

En suma, al pan pan y al vino vino.

(Otro uso socorrido de las azoteas son los espectaculares. Aquí arriba sí se ven desde todas partes, sobre todo en una esquina. Ayer se levantó uno nuevo. Anuncia la crema en que una señorita de traje de baño amarillo basa su patente belleza si bien un tanto aeróbica: ``Ciencia humectante que penetra tu piel,'' asegura la leyenda)