El refinado Dr. Jekill y el repulsivo Mr. Hyde son las dos mitades del mismo ser: el externo pulido por la evolución biológica, por la civilización humana y por el estudio, y el interno que emerge, antiquísimo endriago espantoso que de puro espanto mata sin freno ni principios.
Hace años que Estados Unidos logró reproducir con pasmosa naturalidad la versión estatal de la insólita metamorfosis de Stevenson: el externo de la sonrisa eterna gay and sportman, y el interno que con frecuencia emerge, adefesio de Lovecraft de dragonesco poder de fuego. Uncle Sam se torna Rambo Armado Hasta Los Dientes. En vía de metamorfosis, Samjekill-Rambohyde golpea iracundo con el puño sobre la mesa, y lanza sobre los invitadosárrimados México y Canadá los platos y los vasos, y amenaza con asestar su venerado big stick contra Cuba (Estados Unidos se reserva el uso de la fuerza militar, dijo el secretario de Estado en El Salvador).
Estados Unidos está listo para ejercer más represalias económicas, así éstas tengan efectos adversos también sobre sus socios/dependientes, y en nombre de la legalidad internacional violada por Cuba, dice el gobierno estadunidense, se propone violar la ley internacional que a duras penas rige a medias las relaciones comerciales entre los recientes signatarios del tratado económico de América del Norte: Rambohyde arrasa todo lo que halla en su camino, sobre todo si de incensar con exaltación primitiva los sentimientos nacionalistas se trata, en el marco de la cascada de imágenes falsas y de hipocresías electorales de los tiempos estadunidenses.
Mientras en ese marco Clinton manda sancionar y promulgar en fast track la ley Helms-Burton que servirá para ``escarmentar'' al gobierno isleño antes de que los Dole o los Buchanan se le adelanten ``en defensa de los connacionales'' (los cubanos huidos a Florida), y su gobierno autoriza además la protección armada de otro acto provocador y propagandístico (acto luctuoso marino por lo caídos, con todo el recogimiento propio del duelo y los reflectores de los medios de comunicación encima), Fidel Castro logra lo propio: incensar también con exaltación los sentimientos nacionalistas cubanos y volver a lanzar al viento el grito macho hace tiempo congelado, escrito frente a la oficina de asuntos estadunidenses en la isla: señores imperialistas: no les tenemos el menor miedo!.
Grito peripatético si los hay, complementado con el patriotero lugar común: la defensa de la patria hasta el último cubano, dicho sea con acento caribeño, gorra militar, barba trémula e índice blandido como un arma. Pero una vez muerto el último cubano, preguntemos de cuál patria estamos hablando?; O sólo es un decir?A Cuba le urge que la diferenciación social e ideológica que ha avanzado ya en su territorio, halle medios de expresión en una sociedad plural con diversidad política y organizativa, con instrumentos de la democracia formal, y apertura y libertad de producción y mercados, sin perder los controles necesarios sobre éstos, a efecto de que ese proceso modernizador no redunde en una diferenciación económica de pobres y ricos con desigualdades que hagan imposible la vida social. Cuba posiblemente cuenta con una alta probabilidad de lograrlo.
Es a los cubanos que viven en Cuba a quienes corresponde hallar y configurar los procesos que conduzcan a destrabar un statu quo de grave postración económica y social, pero el renovado todos unidos contra el imperialismo no hará sino alargar indefinidamente los sufrimientos sin cuento que genera esa postración. Un sino adverso persigue a los cubanos, pues a cualquier Estado le es imposible tolerar actos vandálicos de invasión, por menores que puedan ser las provocaciones y violaciones de su espacio aéreo o territorial, como es el caso de las avionetuchas de los insensatos provocadores cubanos de ``Hermanos al rescate'', que terminaron derribados.
Mientras el gobierno estadunidense teatralmente desgarra vestiduras por la respuesta acaso desproporcionada pero explicable del gobierno cubano, no ha hecho ni dicho nada acerca de esos connacionales que montan permanentemente provocaciones contra el gobierno de la isla: a Rambohyde le es imposible comprender y aceptar, contumaz intransigente como es, la necesidad de desbloquear absolutamente a Cuba y dejar que los cubanos procesen las decisiones internas que les venga en gana. Y es que Rambohyde se siente en su elemento sólo si está en la baraúnda de las amenazas, los puños crispados, la violencia, las posibilidades de gozar histéricamente el aplastamiento del enemigo.
Entre tanto los numerosos pueblos que penden de un cordón umbilical que de mil modos se imbrica en las entrañas del imperio, no logran establecer acuerdos mínimos capaces de impedir el trato distante y despótico que ``normalmente'' Samjekill se permite dispensarles, y menos aún el potencial trato brutal que Rambohyde siempre les tiene preparado.
El gobierno estadunidense cada vez más se asume como el gobierno del globo, y cada vez más Estados nacionales en la práctica lo admiten y asumen de ese modo. Pero mientras ese gobierno repite sin fin el discurso y las alabanzas del mundo libre y la democracia, y afirma categórico su estrambótica decisión de defenderlos en todas partes, cada día constatamos que los mecanismos de gobierno del globo son todo lo que se piense y quiera, menos democracia y mundo libre. La incoherencia del personaje de las metamorfosis de horror, no tiene límites.