Todavía en su comunicación a la Suprema Corte de Justicia de este lunes 4, el gobernador Rubén Figueroa Alcocer insiste en que el operativo que ordenó montar el 28 de junio en Aguas Blancas, incluía la instrucción de que a los de la OCSS ``les recogieran las armas que portaban''.
Pero la propia averiguación del vilipendiado fiscal especial Alejandro Varela concluye que ningún campesino traía armas; que las que aparecieron en el video editado fueron sembradas. Por qué en un texto del 4 de marzo se insiste en el asunto de las armas? De dónde provino tal desinformación con las funestas consecuencias que reciben hoy el repudio nacional?Los comisionados de la Suprema Corte tienen ahí una crucial línea de investigación. Quién informó que los de la OCSS traían armas? Por qué nadie supo que esa era una mentira? Se habría desactivado la operación que resultó criminal?En 1994, entre el primero de enero del levantamiento zapatista y el 21 de agosto de la elección presidencial, Guerrero se erigió como el más seguro candidato a seguir la experiencia chiapaneca. No eran pocos los que coincidían en esa percepción. Los encabezaba el mismo gobernador Figueroa, quien de modo personal disuadía, amenazaba o mandaba a atacar todo lo que tuviese que ver con Chiapas. Lo seguía su viejo amigo, el ahora general brigadier Mario Arturo Acosta Chaparro, a quien llevó a Atoyac, lo presentó con el padre Máximo Gómez con quien luego se dirigió a la iglesia de ésta, la cateó en busca de armas que nunca encontró. También, el entonces subprocurador Mario Ruiz Massieu uno de cuyos principales hombres, el subdelegado de la PJF en el estado, José Luis Reynoso, personalmente encabezó los operativos en que se detuvo a una veintena de ciudadanos pacíficos (entre ellos, un conocido cevichero de Zihuatanejo y un chilango que era chalán de un tráiler que se descompuso en la carretera, todos hoy liberados) cuya fotografía, en la que aparecen con capuchas parecidas a las del EZLN, fue publicada en la mayoría de los diarios de circulación nacional (en Reforma se llevaron la primera plana y a todo color). Igualmente contribuyeron algunos de esos medios que venían acá en busca de grupos armados o los que publicaron que a Guerrero habían sido introducidos 20 mil cuernos de chivo; luego se dijo que sólo eran 2 mil; y aquella versión desplegada a ocho columnas en un diario nacional según la cual de una reunión de observadores electorales se había acordado un plan de acción para el 21 de agosto que incluía sabotajes, bombazos, toma de aeropuertos y un largo etcétera de actos terroristas en los que se involucraba al sacerdote jesuita Jesús Maldonado, a la sazón presidente del Centro de Derechos Humanos Miguel Agustín Pro y quien todos los que lo conocemos sabemos que es un honorable y pacífico señor.
En este clima de obsesiones y de una desinformación perversa se fue gestando la matanza de Aguas Blancas. Pero no hubo tal guerrilla. Luego de las elecciones federales, comenzó a crecer en la sierra y la Costa Grande, la Organización Campesina de la Sierra del Sur, con demandas sociales, y centrada en la lucha por la entrega de fertilizantes a campesinos muy pobres. Con frecuencia bloqueaban la carretera Acapulco-Zihuatanejo, andaban con palos y varillas, algunos se cubrían el rostro, hacían pintas en cualquier parte, una vez destruyeron unas máquinas que talaban sus bosques, impidieron un día completo la salida de la alcaldesa y de otros funcionarios del Palacio Municipal de Atoyac, pero eran más bien ludistas, nunca se supo que hayan disparado una arma de fuego y con sus dirigentes el gobernador tenía una intensa y fluida relación a través de su hombre de confianza, el subsecretario de Finanzas Héctor Vicario Castrejón.
Cómo que estos radicales tampoco quieren levantarse en armas? Pues qué no son de Guerrero, o qué? Cómo vamos a justificar nuestro trabajo si ni siquiera en Guerrero hay guerrilleros? Y, entonces, hete aquí que, de acuerdo con una versión publicada en El Financiero, el señor Acosta Chaparro, un militar más inclinado a ese tipo de represión policiaca hoy repudiada por la mayoría de los mexicanos, tuvo la ocurrencia de decir que quienes habían secuestrado al banquero Harp Helú eran guerrilleros que operaban precisamente en la sierra de Coyuca de Benítez y de Atoyac. Llegó a hablar de un ``triángulo rojo de la guerrilla'' y dijo que los sacerdotes Jesús y Ramón Mendoza Zaragoza (yo los describí en El Sur como unos panes de dulce) eran los ideólogos de esa guerrilla que a saber, había cobrado un rescate de entre 17 y 20 millones de dólares.
Suficientes para armar un ejército.
En una reunión que tuvo lugar en Palacio de Gobierno de Chilpancingo dos días antes de la matanza de Aguas Blancas, el mismo Acosta Chaparro le habría contado esa historia al gobernador a quien le habría dado el soponcio. De aquí salió la orden de establecer cerca de Aguas Blancas un retén no rutinario que el video presentado por Ricardo Rocha demostró que parecía más bien una emboscada?Hoy se integra el controvertido Consejo Nacional de Seguridad Pública. Operará con esa información de inteligencia que armó a los campesinos acribillados en un vado situado a 28 kilómetros de Acapulco? La indignación nacional compartida ahora por las más altas autoridades del país debe aprovecharse para que no haya más Aguas Blancas ni en Guerrero ni en México. Imaginemos de qué tamaño será la energía creativa que se liberará en Guerrero cuando sus ciudadanos, la inmensa mayoría pacíficos, vean que se puede disentir, organizarse, luchar y votar por el partido que quieran en ejercicio simple de sus derechos constitucionales, sin que por ello arriesguen su vida. Cuando sepan que si cometen algún delito, o sean acusados de presuntamente cometerlo, no van a ser desaparecidos (como en los 70) ni asesinados (como sucede ahora con mucha frecuencia) sino puestos a disposición de un juez y sometidos a un proceso legal.
Un sur de libertades políticas, de respeto a los derechos humanos y de vigencia plena de un régimen de derecho, hará menos difícil la situación en el país. Y, al tiempo, lo salvará de su desintegración.
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