Colosio: discurso incumplido del 6 de marzo
A
dos años, no a la separación PRI-gobierno
El 7 de marzo de 1994, hace exactamente dos años, en todos los diarios llamados de circulación nacional y en las emisiones radiales y televisivas hubo un inusitado despliegue en torno al discurso que la víspera había pronunciado Luis Donaldo Colosio, en un pletórico Monumento a la Revolución. Ese mensaje, acaso el más emotivo y definitorio en la corta campaña del aspirante presidencial, fue asociado posteriormente con su muerte, ocurrida el 23 de ese mismo mes.
A 24 meses del más recordado pronunciamiento de Colosio, no sólo no se ha aclarado el crimen del ex candidato presidencial, sino que muchas de las propuestas que formuló ese 6 de marzo en el Monumento a la Revolución han quedado en el olvido, pese a las reiteradas promesas que en su momento hizo el candidato sustituto de Colosio y hoy presidente, Ernesto Zedillo, de que seguiría los postulados del malogrado sonorense.
Colosio planteó hace dos años ``independizar'' al PRI del gobierno. Y a la vuelta de los meses, apenas el domingo pasado, en la conmemoración del 67 aniversario del PRI, Ernesto Zedillo no sólo dio marcha atrás a la ``sana distancia'' entre el Ejecutivo y el PRI, sino que ratificó su cercanía con el Revolucionario Institucional y dijo que gobierna ``orgullosamente'' con ese partido para todos los mexicanos.
El 6 de marzo de 1994, Colosio propuso una reforma electoral lograda ``a partir de consensos'' y que aspiraba a ampliar la autonomía y la imparcialidad de los organismos electorales. A la fecha, no existe avance alguno en la reforma político-electoral. Más aún, el PRI se retiró de los llamados Acuerdos de Chapultepec, iniciativa lograda por consenso entre representantes de todas las fuerzas políticas y diversos sectores sociales y que justamente contenía entre sus elementos centrales la autonomía y la imparcialidad de los organismos electorales.
Por si fuera poco, el presidente de la República diluyó la ``sana distancia'' con el PRI, y desde una posición partidista se sumó a la escaramuza verbal lanzada por el priísmo contra la dirigencia del Partido Acción Nacional. En ese foro, llamó inconformes, conflictivos, contradictorios, y ambiciosos a quienes dirigen el PAN. No ocurrió, como todos esperaban, que desde su investidura de jefe del gobierno y del Estado mexicano, Ernesto Zedillo invitara a los partidos políticos a sumarse a la reforma del Estado. No, lo hizo como jefe máximo del PRI.
Y si bien el gobierno zadillista ha cumplido parcialmente dos de los pronunciamientos de Luis Donaldo Colosio en el 65 aniversario del PRI en el Monumento a la Revolución, el de acotar el poder presidencial y resolver mediante el diálogo el conflicto chiapaneco, los temas centrales del mensaje colosista, la reforma política y la separación del gobierno respecto del PRI no se han cumplido; en cambio, pareciera que al interior del Revolucionario Institucional se produce una involución en la que predominan los grupos duros.Decantada la pelea entre el gobierno (PRI) y la dirigencia del Partido Acción Nacional, en el sedimento se puede encontrar el forcejeo por las reglas del juego que determinarán los comicios federales de 1997 y del fin de siglo. En realidad, ante el notable avance del PAN, el gobierno (PRI) busca acotar su alianza con Acción Nacional, cortarle el paso y reformular las reglamentaciones electorales para enfrentar en mejores condiciones los comicios federales intermedios y presidenciales.
En el otro extremo, el Partido Acción Nacional parece no estar interesado en una reforma político-electoral de fondo, ya que las reglas vigentes fueron eleboradas para que el partido mayoritario tenga todas las ventajas respecto del resto de las fuerzas políticas. El PAN aspira a ganar la mayoría del Congreso en 1997 y la Presidencia de la República en el 2000, y las reglas actuales le son altamente favorables. La anterior teoría es una de las que se manejan en el primer círculo del poder para explicarse la razón por la que el PAN se retiró de la mesa de la reforma del Estado.
Por lo pronto, el PAN se quedó encerrado en una contradicción, al criticar a los caciques llevados a gobernar desde el centro, como en los casos de Yucatán y Puebla, y ahora invoca al centralismo, como a un cacique más, para que se le regresen los votos robados.