La aprobación de la ley Helms-Burton, la cual busca profundizar el bloqueo económico contra Cuba llevando sus efectos al terreno de las sanciones económicas contra terceros países que mantengan operaciones comerciales, financieras y de inversiones con la isla, es condenada por un número creciente de Estados como una violación del derecho internacional y de las normas de comercio.
Con esta ley, Estados Unidos da la espalda a muchos de los países con los cuales mantiene sus principales relaciones económicas. El Capitolio y la Casa Blanca lanzan una especie de reto a la comunidad internacional, especialmente a la Unión Europea, Canadá y México, entre otros, que mantienen vínculos crecientes con Cuba.
En efecto, el nuevo ordenamiento permite al gobierno estadunidense sancionar a empresas y particulares que tengan relaciones con la isla, por encima de las disposiciones y normas globales del comercio internacional y de otras regulaciones de carácter económico, con lo cual Estados Unidos se ubica en la tesitura de violar tales cánones, en abierto reto a sus compromisos jurídicos.
La ley Helms-Burton contradice el Tratado de Libre Comercio, el cual no establece la más mínima prevención sobre las relaciones económicas entre Canadá y México, por un lado, y Cuba, por el otro. Cuando el TLC se negociaba en Dallas, el gobierno de Estados Unidos propuso un texto para eliminar de dicho tratado a las empresas y personas que tuvieran vínculos económicos con un país con el cual Estados Unidos no mantuviera ``relaciones económicas normales''. Dicho texto fue ``encorchetado'' como posición exclusiva de la Casa Blanca, donde entonces se encontraba el señor George Bush, y posteriormente eliminada del Tratado.
La nueva ley implica una adición virtual al Tratado de Libre Comercio, adoptada de manera unilateral por Estados Unidos, lo que no está permitido en el texto aprobado por los tres países signantes.
Tan luego como entre en vigor la ley Helms-Burton, el gobierno de Estados Unidos asumirá el problema de su aplicación. Si el presidente Clinton, dentro de sus acciones preelectorales, ordena el bloqueo económico a las entidades y personas que mantienen relaciones económicas con Cuba, se enfrentará no sólo a un alud de protestas de parte de los países afectados, sino que perjudicará la economía de su propio país y, especialmente, de algunas empresas estadunidenses.
William Clinton ha entrado en la carrera de radicalismos en contra del gobierno de La Habana, la cual le puede brindar algunos votos de los sectores más conservadores y agresivos de su propio partido, pero al final le perjudicará en sus relaciones con otros países y le hará resentir una mayor presión de parte de sus adversarios republicanos, quienes demandarán la firme y puntual aplicación de la nueva ley con todas sus consecuencias.
La globalización no es un fenómeno que se desenvuelva libremente, sino ya se ve también tiene al contrario de lo que suele decirse condicionamientos de carácter político. Ahora, el bloqueo de Estados Unidos contra Cuba se está convirtiendo en un posible rompimiento de relaciones económicas entre aquel país y empresas e individuos que cuentan con la protección de sus respectivos gobiernos.
La ley Helms-Burton es una reedición miniaturizada, pero al mismo tiempo recrudecida, de la guerra fría, la cual no sólo se mantiene contra Cuba sino se lleva a extremos que afectan a muchos otros países y deterioran la presencia internacional de Estados Unidos.