La Jornada 7 de marzo de 1996

No confían los mexicanos en las medidas del gobierno contra la crisis

A partir de considerar que la situación personal y del país ``no puede ser peor'', la mayoría de la población no confía ni en el quehacer ni en los pronósticos del gobierno para superar la crisis económica, reveló una encuesta aplicada por Gallup de México en el Distrito Federal y en las ciudades de Guadalajara y Monterrey.

De acuerdo con el muestreo realizado entre el 20 y el 28 de enero pasados, las personas entrevistadas confían, ``o desean confiar'', en que 1996 será ligeramente mejor a 1995 ``e incluso llegan a asumir actitudes de esperanza que contrastan con una realidad desesperanzadora''.

Por una parte, dice Gallup, se considera que la situación ``tocó fondo'' en 1995 y que ``no se puede estar peor''. La expectativa de superar los problemas económicos está fincada ``en que la iniciativa privada no se quedará cruzada de brazos y asumirá un papel de pivote del crecimiento ante la parálisis gubernamental. No se confía en el quehacer ni en los pronósticos de las autoridades. Sin embargo, se piensa que el gobierno algo tendrá que hacer''.

El sentir de la población entrevistada por Gallup apunta a que 1996 no es momento para crecer individualmente y que ésta es una condición ``natural'' que permeará a lo largo del año. Frente a esta situación de inmovilidad, señala, las personas consideran que no pueden ejercer influencia alguna, de ahí que se orienten más hacia tratar de mantener el actual nivel de vida que a mejorarlo.

``Resulta paradójico observar que ante los sucesos de 1995 los individuos se adaptaron a una nueva capacidad económica recortando presupuestos, pero que este proceso de adaptación también hizo que cesara la necesidad de allegarse mayores recursos, comportamiento que permanecerá a lo largo de 1996'', señala Gallup como conclusiones de su encuesta.

Para la realización del muestreo en las tres ciudades, Gallup realizó cuatro sesiones de grupo en la ciudad de México con hombres y mujeres de 25 a 50 años de edad pertenecientes a los niveles socioeconómicos medio y medio superior, así como mil entrevistas con personas de ambos sexos de los estratos alto, medio y popular de 18 a 65 años y residentes en el Distrito Federal, Guadalajara y Monterrey.

De acuerdo con los resultados de la encuesta, el 68 por ciento de los entrevistados consideran que el país se encuentra ``mucho peor'' o ``peor'' que hace un año, proporción que si bien resulta considerablemente menor al 94 por ciento registrado en un muestreo similar que se realizó en enero de 1995, indica que persiste una situación de pesimismo mayoritario.

La percepción de la situación personal de los individuos indica que en 1996 el 47 por ciento de los entrevistados señaló que están ``mucho peor'' o ``peor'' que el año pasado; el 33 por ciento consideró que estaban ``igual'' y el 20 por ciento ``mejor'' o ``mucho mejor''.

El pesimismo con que se visualiza la situación del país para 1996 resulta mayor entre el estrato socioeconómico medio y entre los residentes en la ciudad de México, y se acrecienta en la medida en que se tiene mayor edad.

En retrospectiva, la población entrevistada por Gallup opinó que el aspecto que a lo largo de 1995 generó mayor preocupación entre los individuos fue conservar lo que se tenía hasta antes de la devaluación de diciembre de 1994. Así, todas las expectativas fincadas en cuanto a la elevación del nivel de vida quedaron canceladas y se produjeron síntomas de ``extrema frustración''.

Gallup afirma que en gran medida el impacto emocional de la crisis --``aparentemente mayor entre los hombres que debieron aunar a la presión del hogar la incertidumbre laboral''-- produjo tensiones, molestias y desavenencias en la familia y escasa convivencia en el ámbito comunitario.

De tal forma fue el impacto emocional causado por la crisis que, como forma de escape las reacciones no siempre correspondieron a la magnitud real de la problemática planteada, además de que la situación económica acarreó un sinnúmero de conflictos, cambios en los estilos de vida y particularmente desánimo generalizado.