En estos días empezó a circular la publicación de la Encuesta Nacional de Ingresos y Gastos de los Hogares de 1994 (ENIGH-94). Sus gastos permitirán complementar la evaluación económica y social del sexenio de Salinas. Por lo pronto, veamos hoy los datos más generales sobre la distribución del ingreso de los hogares y hagamos un intento de evaluar el progreso social.
En primer lugar, los datos de la ENIGH-94 confirman que las tendencias hacia una mayor concentración del ingreso, a una mayor desigualdad, que se manifestaron fuertemente en el gobierno de Miguel de la Madrid, se mantuvieron durante el de Carlos Salinas. La desigualdad se suele medir con el coeficiente de Gini. Este puede adoptar valores desde 0 hasta 1. Cuando hay igualdad total todos los hogares tienen el mismo ingreso el Gini vale 0. Si un hogar tiene todo el ingreso y todos los demás cero ingresos, el coeficiente vale 1. Mientras más alto es el Gini mayor es la desigualdad. El cuadro muestra, segunda columna, la evolución del coeficiente de Gini del ingreso monetario de los hogares entre 1984 y 1994.
La ENIGH-94, igual que las tres que le precedieron (92, 89 y 84) presenta también el Gini del ingreso no monetario de los hogares y del ingreso total (suma del monetario y del no monetario). En las cuatro encuestas, cerca del 80 por ciento del ingreso no monetario está compuesto por el alquiler imputado de la vivienda propia (la renta que el hogar recibiría si alquilara su vivienda) y los regalos en especie recibidos por el hogar. Los dos rubros tienen particularidades que los hacen inadecuados para reflejar la evolución del nivel de vida real de las familias y de la desigualdad. El primero porque no descuenta los regalos otorgados por el hogar. El segundo porque cuando los precios de los alquileres aumentan más rápido que el nivel general de precios como ocurrió en el periodo de análisis el alquiler imputado de la vivienda propia crece y hace aparecer a la inmensa mayoría de los hogares que viven en viviendas propias con ingresos reales mayores (aunque sigan viviendo en la misma casa). Por tanto, no parece pertinente incluir este cálculo puramente virtual del alquiler imputado de la vivienda propia en el análisis de la evolución de la distribución del ingreso. Dado que este rubro y el de regalos recibidos representan el grueso del ingreso no monetario, el ingreso adecuado para el análisis de la evolución de la distribución del ingreso en el periodo 84-94 es solamente el monetario.
Como se aprecia, el Gini aumenta sistemáticamente durante todo el periodo, pasando desde 0.4562 en 1984 hasta 0.5137 en 1992. Tal como lo mostré en un artículo anterior (La Jornada, 10/02/95), esto significa un cambio drástico en la evolución de la desigualdad en México. Como ha mostrado Enrique Hernández Laos (Crecimiento económico y pobreza en México, UNAM, 1992), la desigualdad había venido disminuyendo en el país desde 1963 hasta 1977, y entre este año y 1984 había permanecido casi sin cambios. Esta reversión de tendencia es una consecuencia de las medidas de política económica adoptadas, que configuran la puesta en vigor del modelo neoliberal.
Visto lo que podríamos llamar la ``distribución del pastel'' entre la población, miremos ahora los datos más conocidos sobre el ``tamaño del pastel'', que se mide con el Producto Interno Bruto, pero hagámoslo en términos per cápita, para así apreciar la evolución de la ``rebanada promedio'' que a cada habitante correspondería.
La evolución del PIB per cápita, expresada en pesos de poder adquisitivo constante (de 1980) se presenta en la segunda columna del cuadro. Como se aprecia, después de la fuerte caída entre 84 y 89, desde 65.66 pesos de 1980 por persona hasta 59.5 pesos, entre 89 y 92 se recupera la mayor parte del terreno perdido, pero entre 92 y 94 hay un claro estancamiento, que deja el PIB per cápita al final del gobierno de Salinas en 65.08 pesos de 1980 por persona, ligeramente por abajo todavía del nivel de diez años antes. Sin embargo, desde este punto de vista, el gobierno tendría el mérito de haber recuperado la mayor parte de la pérdida ocurrida en la última parte del gobierno anterior.
Sin embargo, al tiempo que ocurría esto con el tamaño del pastel, como vimos su distribución se hizo más desigual. Cómo combinar ambas dimensiones y evaluar de manera integrada lo ocurrido en esos años? Acudiendo a una idea de Amartya Sen, en el libro Indice de progreso social (Meghnad Desai, Amartya Sen y Julio Boltvinik, PBUD, 1992) propuse que un primer paso para evaluar el progreso social se logra multiplicando el PIB per cápita por el complemento del Gini, es decir por el valor que resulta de restar éste de 1. Esto es lo que se presenta en la última columna del cuadro con el nombre de PIB per cápita igualitario. La idea es que el PIB per cápita distribuido muy desigualmente, proporciona un bienestar social equivalente a un PIB per cápita más bajo pero que fuese distribuido de manera totalmente igualitaria. Los resultados son muy claros. Entre 1984 y 1989, años en los que disminuye el tamaño del pastel y empeora su distribución, hay una caída muy fuerte del PIB igualitario de 35.71 pesos a 30.41 pesos de 1980, una reducción de 5.3 pesos equivalente al 15 por ciento. La recuperación salinista, en cambio, que parecía sustancial considerando sólo el tamaño del pastel, resulta ahora completamente insuficiente. De los pesos perdidos, sólo se recuperan 1.2, poco más de la quinta parte. La situación final alcanzada en 1994, que desde el punto de vista del PIB per cápita era muy cercana a la de 1984, ahora resulta casi 12 por ciento por debajo de ésta. Igualmente, si el PIB per cápita continuaba creciendo, aunque muy ligeramente en los dos últimos años del sexenio, el PIB per cápita igualitario retrocede ligeramente entre 1992 y 1994, mostrando cómo el aumento en la concentración del ingreso contrarrestó el lento crecimiento de la rebanada promedio del pastel. Los datos anteriores contribuyen a poner en su justo sitio el desempeño económico, que se sobrevaloró tanto, del gobierno de Salinas.