Enrique Calderón A.
El costo de un gobernador

La sociedad mexicana está impresionada ante la barbarie mostrada en el video de Aguas Blancas, en el que los mexicanos vieron lo inenarrable. La tragedia, la angustia y la desolación de los campesinos que cayeron acribillados por quienes cabría suponer que están para protegerlos. No es que no lo supiéramos, lo sabíamos; el crimen había sido narrado, detallado, denunciado con energía por las viudas de los campesinos, por la población de Atoyac y su valiente presidenta municipal, por la organización campesina del sur, y por la Comisión Nacional de Derechos Humanos. La respuesta del gobierno federal había sido el silencio, la del gobierno del estado de Guerrero, la burla y la amenaza.

Ante lo inocultable, el gobierno de la República se ha decidido a actuar, el presidente de la República y su secretario de Gobernación descubrieron que se ha cometido un grave delito contra la nación, que debe ser investigado y castigado, cuando se conocen ya a los culpables y se conocen también los crímenes que cometieron. Qué bueno que el Presidente haya aceptado finalmente intervenir, porque con ello se detendrá la barbarie y la impunidad, se salvarán vidas humanas. Pero el Presidente ha actuado tarde, sobre todo dada la gravedad de los hechos que él mismo reconoce.

El retraso resulta inexplicable, por cuanto la responsabilidad del Presidente de velar por el bien de la nación y por el mantenimiento del Estado de derecho, y en esto simplemente no debe ni puede haber retrasos. Lo más desafortunado del caso es que no es el único tema de decisiones y reconocimientos retrasados; tarde el Presidente se dio cuenta de la magnitud del desastre económico causado por los errores de diciembre; con mucho retraso se vio obligado a aceptar en su último viaje a Europa que en el proceso electoral de 1994 existieron condiciones de inequidad, aunque quizás nunca acepte que a ellas se debieron los 17 millones de votos que lo hicieron presidente, para desgracia de la nación.

En otros casos, el retraso o la falta de voluntad para corregir errores e injusticias es igual o mayor; un ejemplo de ello es Javier Elorriaga y los demás detenidos en febrero de 1995 con el beneplácito (y con ello la responsabilidad directa) del Presidente, ante el supuesto cargo de ser guerrilleros zapatistas, no obstante la existencia de una ley de amnistía en vigor, y sin que a la fecha se les hubiese probado delito alguno.

Muchos se han preguntado desde tiempo atrás cuántos muertos más se requieren para que el gobernador de Guerrero deje de serlo. Muchos han sido los muertos que se han seguido acumulando a partir de Aguas Blancas; sin embargo, lo que hoy parece estar definiendo el futuro de Rubén Figueroa y sus cómplices es la existencia de un video que, por sí mismo, apaga cualquier duda de lo que pasó y puede seguir pasando en ese estado.

Pero del mismo modo hoy nos hacemos otras preguntas a las que habrá de responder un día el Presidente: cuántos miles más de empresas quebradas serán necesarias antes de que el gobierno se decida por el cambio de modelo económico? Cuántos cientos de miles adicionales de empleos perdidos? Cuántos suicidios por razones económicas? Cuántos miles más de niños muertos por hambre o falta de atención médica serán necesarios antes de que se decida a modificar la política social? Cuántos muertos más por violencia delictiva de hombres y mujeres prominentes o de ciudadanos comunes y corrientes serán necesarios para que el presidente reconozca que se trata de un problema grave, cuya solución requiere algo más que operaciones de tipo Rambo?La lista de problemas es interminable, las respuestas del Presidente pocas, fuera de tiempo y algunas también fuera de lugar; en algunos casos incluso su conducta fuera de la Constitución, como lo es su obstinación a no dar respuesta a demandas y peticiones específicas para informar, por ejemplo, cuáles son sus percepciones, como se lo ha solicitado en reiteradas ocasiones Alianza Cívica. Hoy por hoy, el país no está para retrasos. Ya conocemos el costo de un gobernador como Figueroa, cuánto más costarán a la nación los retrasos del Presidente?