La Jornada 9 de marzo de 1996

MARCHAN 5 MIL MUJERES ZAPATISTAS EN SAN CRISTOBAL

José Gil Olmos, enviado, Elio Henríquez, corresponsal, San Cristóbal de las Casas, Chis., 8 de marzo En una de las concentraciones más grandes de mujeres indígenas que se hayan dado en la entidad, en la que participaron cerca de 5 mil zapatistas de la selva, los altos y la frontera de Chiapas, se demandó la desmilitarización de las regiones que ocupan tropas del Ejército, establecidas desde hace más de un año y la desaparición de las guardias blancas en el estado.

Después de un traslado de días y horas desde sus comunidades, las miles de mujeres indígenas, con pasamontañas y paliacates en el rostro, marcharon por las principales calles de la Ciudad Real, al celebrar el Día Internacional de la Mujer, y denunciaron el racismo que ``el gobierno nunca ha reconocido''.


Miles de indígenas zapatistas llegaron de los altos, la
selva y la zona norte de Chiapas para participar en el
Día Internacional de la Mujer.
Foto: Frida Hartz

Descalzas o con huaraches, con botas o tenis, con los hijos envueltos en rebozos para amamantarlos, las indígenas zapatistas se manifestaron también contra el olvido del gobierno y la sociedad.

``Luchamos para que en México haya justicia, que sean respetados nuestros derechos, que vivamos como seres humanos y no como animales, que seamos reconocidos como pueblos que somos y como ciudadanos'', exigieron al concentrarse en la plaza, frente a la Catedral de San Cristóbal, en cuyo centro se levanta una cruz de madera de siete metros de altura.Algunas de las que llegaron a la antigua Jovel jamás habían abandonado su comunidad, oculta en la selva Lacandona o empotrada en las montañas de Los Altos. La oportunidad de participar en la marcha era también la de conocer a la ciudad, de dejar su comunidad, donde nadie sabe que existen.

''...No se habla de indígenas como pueblos y menos de las mujeres indígenas, no aparecemos en ninguna ley que hacen los gobiernos porque para ellos no existimos'', dijo una de las mujeres que, por primera vez, hablaba ante miles de los suyos reunidos en un solo lugar.

El frío de la ciudad y una llovizna que moja dilatadamente fueron la recepción para las indígenas zapatistas que realizaron la marcha más grande de mujeres tojolabales, tzotziles, tzeltales y choles, simpatizantes y combatientes del EZLN.

Algunas viajaron en camión varias horas, otras llegaron a la ciudad con anticipación. Silenciosamente, se pusieron el pasamontañas y caminaron por esta ciudad, afamada por el racismo de sus habitantes, los ``auténticos coletos'', en honor de los españoles fundadores de la Ciudad Real, que llevaban atado el pelo, en ``coleta''.

De manera disciplinada, se concentraron en el zócalo de San Cristóbal, y allí escucharon el mensaje que el subcomandante Marcos les envió a través de un comunicado: ``humilladas doblemente, como mujeres y como trabajadoras, las indígenas mexicanas son también humilladas por su color, su lengua, su cultura, su pasado. Triple pesadilla que obligó a las mujeres zapatistas a empuñar un arma y sumar su ya basta! al de sus compañeros. Triple pesadilla que obliga a su triple rebelión''.

Pero ante la idea de que la lucha por la dignidad de la mujer es contra el hombre, Marcos precisó: ``entendemos que esta lucha no es contra los hombres, pero sí es también por los derechos de la mujer. Entendemos que esta lucha no es contra los ladinos y mestizos, pero sí es también por los derechos de la mujer indígena''.

Luego, una indígena leyó un largo comunicado de Mujeres por la Dignidad, del Frente Zapatista de Liberación Nacional. Con un español entrecortado, dijo que las mujeres indígenas zapatistas se habían levantado con sus compañeros, ``cansadas de tanta injusticia a que nos han sometido los malos gobiernos''.

Somos, dijeron, producto de 503 años de esclavitud, injusticia, miseria, explotación, discriminación y falta de derechos. Pero ahora ``hemos empezado nuestra lucha para hacernos valer, para hacernos escuchar, para alcanzar las demandas que nunca se han satisfecho''.

Las mujeres rebeldes hablaban de falta de servicios en sus comunidades, de la ausencia de clínicas y medicamentos para combatir enfermedades curables, por las cuales mueren sus hijos, de la carencia de escuelas y de viviendas dignas, de agua potable y luz, de recursos para hacer producir una tierra cada vez más estéril.

Señalaron que se habían levantado en armas para ``luchar por nuestra independencia, para que las riquezas de nuestro país ya no sean saqueadas por monopolios extranjeros, para que nuestro país ya no sea manejado por unos cuantos''.Envueltas en sus rebozos, chujs o suéteres desgastados, las zapatistas levantaron sus pancartas con la exigencia de ``Salida del ejército federal de nuestras comunidades''. En ese sentido, en el comunicado, denunciaron que soldados, policías y caciques han fomentado el alcoholismo y la prostitución en las comunidades indígenas.

Describieron los escenarios creados por la presencia militar desde febrero del año pasado:``Nuestras casas son usadas como prostíbulos, los pocos salones de clase para nuestros hijos están ocupados por los soldados, los campos de deporte son usados como estacionamientos de tanques de guerra y helicópteros y carros blindados del mal gobierno''.

Antes de retirarse de la plaza, que fue vigilada por decenas de soldados y policías vestidos de civil, algunos apostados en las azoteas del palacio municipal, las indígenas zapatistas exigieron ser tomadas en cuenta en la ley agraria, para tener derechos sobre la tierra; nuevas normas laborales que las protejan; un fondo nacional de apoyos para proyectos productivos; leyes especiales para castigar las violaciones constantes de que son objeto, y que se tipifiquen como delitos todas las formas de discriminación.