Es otro apelativo por el que se conoce al imponente palacio de los Condes de Santiago de Calimaya, debido a las gárgolas de piedra, labradas en esa forma, privilegio exclusivo en virtud de los distinguidos cargos de los dueños. Ubicado en la avenida Pino Suárez esquina República del Salvador, enfrente de la ahora llamada Plaza Licenciado Primo Verdad, antiguamente De la Paja o De Jesús, según hemos comentado en crónicas anteriores.
Ambos lugares pertenecieron originalmente al licenciado Juan Gutiérrez Altamirano, quien llegó en 1527 a la Nueva España, procedente de Cuba, donde había sido gobernador; este hecho, y su parentesco con Hernán Cortés, hicieron que se le dotara de múltiples propiedades, en el campo y en la ciudad, que le permitieron fundar un importante mayorazgo.
En la plaza mencionada, su hijo instaló un rastro para vender los carneros de sus haciendas y, enfrente, construyeron una enorme casona, estilo fortaleza, a la usanza de la época, colocando en la esquina una soberbia cabeza de serpiente que se dice fue sacada del Templo Mayor, antes de su destrucción. Ya en el siglo XVII la familia había adquirido preeminencia en la sociedad novohispana, lo que dio lugar a que el rey Felipe III elevara el mayorazgo a la categoría de condado.
Una centuria más tarde la residencia mostraba deterioro y su aspecto era anticuado, por lo que en 1778, el entonces conde de Santiago, don Juan Manuel Lorenzo Gutiérrez Altamirano Velazco y ...Flores, contrató al excelente arquitecto Francisco Guerrero y Torres para edificar una nueva mansión. Con exquisito buen gusto, diseñó un soberbio palacio de tezontle y cantera, que cerró con un bello portón de finas maderas bellamente labradas; con acierto conservó en la esquina la cabeza de serpiente. El interior, de gran elegancia, cuenta con un enorme patio adornado con una primorosa fuente, adosada a uno de los muros, decorada con una sirena en el nicho custodiada por sirenos! La majestuosa escalera está flanqueada por dos leones de piedra, piezas de museo.
En posesión de la familia de los condes hasta mediados de este siglo, una de las herederas se casó con el pintor Joaquín Clausell, quien tuvo la maravillosa ocurrencia de pintar por completo, con pequeños cuadros, el salón que utilizaba como estudio, convirtiéndolo en un lugar único y fascinante. En 1960 por decreto presidencial se estableció allí el Museo de la Ciudad de México. Hace unos años fue cerrado para darle una remozada, que mucha falta le hacía.
Ahora en una nueva etapa, en tanto se rehace la museografía, su actual directora, Amparo Clausell, nieta del artista, le ha impreso una dinámica vida cultural, organizando exposiciones, conferencias, simposios y con la apertura de una agradable tienda muy bien surtida. Para ayudar a su sostenimiento creó un Patronato, que ahora inicia sus actividades con una cena a la altura del palacio que lo acoge, enmarcada dentro del Festival del Centro Histórico.
Para estar acorde con el lema del Festival: ``Tradición y Modernidad'' el festín exige ``sombrero riguroso''; buena ocasión para sacar ese que nos dejó el abuelo/a y está guardado en algún rincón del clóset o el que alguna vez compramos en un viaje y jamás usamos. El menú es verdaderamente suculento: hojaldra de camarón y poro, crema de hoja santa y mejillones, filete con nuez y glacé balsámico con chipotle; de broche: mango relleno de coco sobre salsa de jamaica. Ingredientes tradicionales con presentación modernísima, siguiendo fielmente el tema del Festival.
Todas estas maravillas van a estar ambientadas con las voces angélicas de los Niños Cantores de Chalco que dirige el músico polaco Leszlek Zawadka quien le ha dado un nivel internacional a este coro que nació en 1990 para dar la bienvenida al Papa Juan Pablo II, durante su visita al Valle de Chalco.
El colmo de los bienes es que el Museo va a estar abierto e iluminado en su totalidad, lo que va a permitir visitarlo e imaginar cómo se vivía en el siglo XVIII, además de apreciar la exposición de acuarelas: ``Lo mejor de color, agua y papel'' financiada por Sun Chemical y desde luego el estudio mágico de Joaquín Clausell, que da material para muchas noches de sueños fantásticos.
Es evidente que no hay que perderse este festejo, así que lo conveniente es reservar inmediatamente, con María Teresa Mariscal en el 522-36-40.
Antes de la cena puede asistir a la presentación del libro Usos e imágenes del Centro Histórico de la Ciudad de México, de Jerome Monnet, en el Casino Español, con los comentarios de Hira de Gortari y Francisco Covarrubias.