Leon Bendesky
Cómo salir del liberalismo?

El liberalismo que hoy impera en el país está entrampado y ha sido incapaz de cumplir con su oferta básica: la apertura económica y el progreso social. Por apertura no se entiende únicamente abrir las fronteras a las corrientes de mercancías y capitales, firmar tratados de libre comercio, privatizar empresas o desregular ciertas actividades. Esta cuestión involucra esencialmente la creación y la ampliación de los espacios para el desenvolvimiento de las actividades productivas y la generación de ingresos. En la medida en que esto ha fracasado, ha sido imposible cumplir con el progreso social y, en cambio, ha aumentado el rezago en el bienestar, en las condiciones de vida y, con ello, la desigualdad.

Este liberalismo ha creado formas de control social que son, paradójicamente, incompatibles con su propia oferta, misma que parece cada vez más remota. Ese control social se ejerce mediante formas políticas y económicas que tienden a concentrar el poder mientras se debilita la capacidad compensadora del Estado. Nos guste o no, el capitalismo requiere del Estado y, tal vez, curiosamente, el neoliberalismo termine con una significativa redefinición de su organización y sus funciones y con una mayor capacidad social de participación, a pesar de todas las resistencias que aun persisten. El establecimiento del control en esta sociedad pasa por el Estado de manera inevitable. En especial las nuevas propuestas para transformar el orden social y económico del país, que aparecen con más rápidez desde diversas posiciones cupulares a medida que avanza la crisis económica, y que tienen un contenido moral y político muy conservador, pasan por el Estado.

Este liberalismo ha sido incompatible con la promoción de la justicia económica, que en un sentido simple se refiere a la creación de oportunidades, tal y como proponen originalmente las doctrinas del mercado a las que se adhieren sin restricción los promotores y administradores de la política económica. La noción de justicia económica no es equivalente a la de justicia social. Esta última requiere de una redefinición que la saque del discurso desgastado por su uso en la que hoy se encuentra y para la cual, además, el estado de ánimo político que prevalece parece tener muchas resistencias.

El ámbito de la justicia económica en México no se está ensanchando con la instrumentación del programa liberal. Evidencia de ello son los magros resultados económicos de los últimos 15 años. Evidencia de ello son, asimismo, las recurrentes crisis y que tienden a ser más profundas y costosas. Hoy, el programa económico liberal vuelve a mostrar una de sus contradicciones más ostensibles, la incapacidad para cumplir con su objetivo de promover el crecimiento productivo, mientras que al mismo tiempo resurge la inflación.

La política económica desde 1995 ha sido de corte sumamente convencional, buscando la estabilidad macroeconómica mediante la reducción de la demanda agregada. A medida que se aplaza la recuperación efectiva de la economía, los diversos agentes incluído el gobiernotratan de aumentar sus respectivos ingresos generando una nueva inercia inflacionaria. Las expectativas de incremento de los precios que aún mantiene públicamente el gobierno para este año, de 20.5 por ciento, están ya ampliamente rebasadas por el mercado y las proyecciones conservadoras se sitúan a un nivel del 30 por ciento, es decir, la mitad más de lo previsto.

Frente a la nueva inercia no se han recreado las formas de acuerdo que permitan generar una tendencia de reducción de la inflación. Ante esta ausencia queda un mayor conflicto distributivo entre los grupos de la sociedad, en el que las partes actúan desde muy desiguales posiciones de fuerza.

En este marco se ubica la postración del mercado interno y el retraso continuo de una expresión fehaciente de recuperación de la producción y del empleo. La profundización del programa económico liberal parece tender a agravar las contradicciones existentes; un proyecto efectivo para el desenvolvimiento del país exige del propio gobierno y de la sociedad fijarse conjuntamente el gran objetivo de idear cómo salir del liberalismo que se ha impuesto y que ya no da mucho de sí.