Elba Esther Gordillo
Sociedad y educación en México

La razón de ser de la educación es contribuir a crear una patria más próspera y más justa, una en la que sea realidad esa democracia de la que habla el artículo 3o. de la Constitución, que la concibe más que como un sistema jurídico o político, como un sistema de vida fundado en el constante mejoramiento económico, social y cultural de los mexicanos.

Retomar el viejo anhelo de los educadores: convencer a hombres y mujeres de que es posible transformar creativamente el mundo real, a partir del reconocimiento de que la modernización es, en más de un sentido, un largo y permanente esfuerzo de consolidación de la vida democrática, dotándolo de una solidez que cobije la pluralidad, la convivencia y el respeto.

Las necesidades educativas deben converger con las necesidades de la sociedad y más aún, anticiparse a ellas. La sociedad encuentra, en cada nueva generación, una tabla casi rasa sobre la cual debe construir con nuevos esfuerzos.

La sociedad necesita maestros que sean comprometidos investigadores, que no sólo dirijan las clases y las actividades de los educandos y les inculquen el ``deber ser'', sino que, por el contrario, propicien la formación del ``ser'' que rescata y exalta las capacidades del individuo, mismas que utilizará para enfrentar sus propios retos.

Debemos analizar seriamente los postulados ideológicos de la educación en México. Para ello, primero es necesario, revisar qué entendemos por ser humano, por su desarrollo y qué tipo de sociedad queremos. Este es el objetivo final de todo proceso educativo.

Para ser efectivos en este propósito se requiere el compromiso y la voluntad de los actores involucrados en el proceso educativo autoridades, maestros, padres de familia y estudiantes y la corresponsabilidad de la sociedad en su conjunto.

Los planes y políticas gubernamentales han considerado, desde siempre, a la educación como un aspecto prioritario. El problema es que entre retórica y realidad ha habido una gran distancia. Debemos analizar en forma objetiva la magnitud del atraso para instrumentar acciones que permitan, en el mediano plazo, la recuperación; lo que demanda no sólo la apertura de oportunidades educativas, sino reformas en la conceptualización y organización del sistema escolar.

Las propuestas no siempre han tomado en cuenta las diferencias regionales, étnicas e individuales, por lo que se hace indispensable una reflexión sobre el fortalecimiento de la capacidad de gestión y la autonomía de las instituciones educativas.

Reordenar los servicios educativos e instaurar políticas que compensen efectivamente las desigualdades y se ajusten a las características de cada población implica un análisis serio del concepto de federalismo y de la responsabilidad de los diversos niveles de gobierno: diseñar políticas que fomenten actividades específicas para el desarrollo regional, congruentes con un plan macroeconómico, pero fortaleciendo inversión y creación de empleo locales, que permitan el desarrollo educativo; no sólo para los procesos vinculados con la producción, la investigación y uso de la tecnología, sino en lo que es tarea fundamental de cualquier sistema educativo, lograr el máximo desarrollo de las capacidades y aptitudes de los seres humanos que integran cada comunidad.

La propuesta es una educación que prepare seres humanos aptos, responsables de su medio ambiente, que sea capaz de acortar la distancia entre lo que se enseña y lo que se necesita, que vincule a la sociedad, fomente amor por la patria y la conciencia de la solidaridad internacional, en la independencia y la justicia. Una educación democrática fundada en el constante mejoramiento económico, social y cultural del pueblo.

``La educación empieza en casa'', viejo refrán popular que refleja una realidad innegable. Sin embargo, la familia circunscribió la educación al ámbito escolar y convenció a sus hijos que la finalidad estaba representada en las calificaciones, no en el valor del aprendizaje. Los títulos profesionales, por tanto, se convirtieron en símbolos de status, ``títulos nobiliarios'' de la modernidad, objetos utilitarios.

Encontramos así, que el que debería ser el actor principal, el protagonista del proceso, lo convertimos en un pasivo receptor, dependiente e irresponsable de su propio proceso de aprendizaje. Se ha privilegiado la nemotecnia y la repetición en la búsqueda de calificaciones, ante una realidad que le exige creatividad, innovación y capacidad transformadora. Lo enfrentamos a una seria paradoja, cuando no tenemos claridad sobre lo que esperamos como nación, como sociedad, como grupo y como individuos.

La situación actual ha inhibido nuestras expectativas de desarrollo en lo económico y lo social, cuando menos en el corto plazo. Al mismo tiempo es necesario plantearnos que ante la inminente inserción de nuestro país en el mercado mundial, existe un contexto de oportunidades para el crecimiento y el consecuente desarrollo social. Podemos y debemos salir de esta crisis si somos capaces de entender este reto, pero, sobre todo, si asimilamos y adoptamos aquellos valores que como sociedad, nos permitan salir adelante.

Es ante este panorama que la educación se convierte en prioridad nacional. Si enseñar es preparar al individuo para enfrentar el futuro debemos anticiparnos, ver el presente como el pasado del futuro. Planificar el aquí y el ahora para lo que viene.

Tenemos la certeza de que los avances más trascendentales ocurrirán en una creciente y generalizada conceptualización de lo que significa el ser humano. Mientras más amplios sean nuestros horizontes y más poderosa nuestra tecnología, deberá ser mayor nuestra valoración del hombre. Debemos asumir, que no es una tecnología la que hay que dominar, sino una cultura la que hay que entender. Para lograr así, bien estar y bien ser para todos los individuos que integran una comunidad.

En la forma en que seamos capaces de aprovechar la tecnología y entender los procesos culturales del hombre, seremos capaces de lograr el anhelo de desarrollo social. Y es a través de una educación, comprometida con su finalidad social, que lograremos que cada uno de nosotros asuma el compromiso y la responsabilidad que le corresponde en la construcción de esta nueva realidad.