Maya Ramos Smith, actriz, bailarina e investigadora, ha publicado en estos días su libro, Teatro musical y danza en el México de la belle époque (1867-1910), editado por la Universidad Autónoma Metropolitana.
Alimentado en las fuentes tradicionales (Pachón, Olavarría y Ferrari, Altamirano, Payno), este nuevo trabajo no se conforma con recoger, a modo de antología arbitraria, los lugares comunes expuestos en investigaciones anteriores; por el contrario, exhibe una variedad inusual en la bibliografía que le nutre, y el aprovechamiento hemerográfico resulta óptimo, al grado de dar luz a nuevos sectores del ámbito, todavía ayer ignorados.
Además, el ensayo no está restringido a las actividades artísticas suscitadas sólo en la capital del país a menudo considerada como la ``totalidad'' de México, sino que muestra, en numerosas recreaciones, la vida teatro-musical de ciudades como Guadalajara, Puebla y San Luis Potosí, engalanadas con los pas de deux de Anna Pavlova, María Conesa, Esperanza Iris y Prudencia Grifell.
En un plano primordial para el libro, se recupera una cronología notable de efemérides dancísticas que enriquece tangencialmente lo consabido en los ámbitos musical y teatral. No poco tratados aparecen aquí, repertorio, estilos y géneros, y la abundante información sobre la introducción del can-can y otros bailes representativos de esa época, que favorecen la visión de un panorama que no excluye sus particularidades propias por encima de todas ellas, el jarabe, y que finalmente habrá de concluir en un nuevo sincretismo de one-step, two-step, cake-walk y los tardíos fox-trot, charleston y blues, de tanta prominencia para la música teatral de México, en los años circundantes a la Revolución.
Así pues, esta selección documental habrá de apoyar la recuperación de la obra de compositores como Luis Arcaraz, José Austri y Carlos Curti, donde se observa, simultáneamente, la continuidad de una tradición teatral europea embotada en el romanticismo de Offenbach, Sullivan y Lehar y la creación de maneras más auténticas de expresar un arte que oscila entre una novedosa dimensión fársica, y el garbo falseado a propósito para ridiculizar los vicios de las instituciones consagradas de la sociedad, en primer término, Iglesia y Estado.
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