Lo acompañan los autores de la ley y los familiares de los pilotos anticastristas muertos
Jim Cason y David Brooks, enviados, Miami, 12 de marzo En una ceremonia en la Casa Blanca en la que estuvo acompañado por exiliados cubanos, el presidente Bill Clinton firmó hoy la polémica ley Helms-Burton que endurece el embargo estadunidense de más de tres décadas contra Cuba, con nuevas sanciones que pretenden ahuyentar la inversión extranjera de la isla y que han provocado el rechazo internacional.
``Esta legislación enviará un mensaje poderoso y unificado de Estados Unidos a La Habana: el ardiente deseo de libertad del pueblo cubano no debe ser postergado'', dijo Clinton esta mañana antes de firmar la Ley Libertad y Solidaridad Democrática con Cuba. El mandatario demócrata, quien se opuso a la Helms-Burton hasta el derribo de dos avionetas de un grupo anticastrista de Miami por autoridades cubanas el 24 de febrero, estuvo rodeado durante la ceremonia de firma por legisladores, entre ellos los patrocinadores de la ley, los republicanos Jesse Helms y Dan Burton, y los familiares de los cuatro pilotos de Hermanos al Rescate desaparecidos.
``Al firmar esta ley --dijo-- lo hago en nombre de los cuatro hombres que fueron asesinados cuando sus avionetas fueron derribadas. En su memoria, seguiré haciendo todo lo que pueda para impulsar la oleada de democracia que ha inundado nuestro hemisferio, de manera que llegue finalmente a las playas de Cuba''.
Tras insistir en que los aviones civiles estadunidenses no representaban ninguna amenaza contra La Habana y estaban desarmados, Clinton sostuvo que ``esto no es solamente un asunto entre La Habana y Washington, sino entre Cuba y el resto del mundo''.
Esta es la segunda vez, desde que en 1962 se impusieran las sanciones, que Estados Unidos decide endurecer el embargo para interrumpir las inversiones extranjeras en la isla y asfixiar su economía, animada en los últimos años por un proyecto de apertura.
Principales puntos de la ley
Entre los capítulos controversiales de la Helms-Burton está el que autoriza a estadunidenses, incluidos los cubanos naturalizados, a iniciar demandas en cortes federales contra quienes ``trafiquen'' en sus propiedades confiscadas en Cuba tras el triunfo revolucionario de 1959, aunque el Capitolio concedió a Clinton retrasar los juicios por razones de interés nacional por un periodo no mayor de seis meses.
También dispone la suspensión de visados a extranjeros que inviertan en esas propiedades, salvo por razones humanitarias, o porque se autorice la entrada a las personas que quieran defenderse ante los tribunales en juicios en su contra.
Pero uno de los puntos quizá más importantes es el que cancela la capacidad del presidente para modificar la política estadunidense hacia Cuba, al convertir en ley todas las órdenes ejecutivas que forman parte del embargo. Este sólo podrá ser levantado con acuerdo del Congreso cuando haya una transición democrática en Cuba según ``19 criterios'' establecidos en la ley.
Además, se insta al presidente a buscar en el Consejo de Seguridad de la ONU un embargo internacional contra el gobierno de Fidel Castro.
La ley también ordena votar contra el ingreso de Cuba en organismos multilaterales, condiciona la ayuda a los ex países socialistas a que no subsidien a Cuba, requiere que la asistencia a Rusia se reduzca en un monto igual al arrendamiento que Moscú paga por el uso de una estación electrónica en la isla, y retiene asistencia a toda nación que coopere con la construcción de la nucleoeléctrica de Juraguá. Asimismo, autoriza al presidente a desarrollar un plan para asistir a un gobierno cubano ``democráticamente electo'', pero lo condiciona a la compensación de reclamos de estadunidenses expropiados y a la salida de Castro y su hermano Raúl del poder.
Satisfacción en la Pequeña Habana
En Miami, la pequeña pero poderosa comunidad cubanoestadunidense alabó el endurecimiento del bloqueo, excepto unas pocas voces del sector moderado que se atrevieron a criticarlo, mientras el ala dura abandonó esta ciudad de Florida para presenciar la firma de la Helms-Burton en la Casa Blanca.
Desde el derribo de las avionetas, la comunidad cubana y la clase política efectuaron protestas, misas por los pilotos y han guardado luto, rescatando así del limbo político a la Helms-Burton. Ahora, republicanos, demócratas, cubanos desde los duros de Jorge Mas Canosa hasta quienes buscaban abrir un diálogo con Castro, han tenido que unirse en la condena al derribo, y si no celebrar, sí aceptar esa ley como inevitable.
Mas Canosa, de la Fundación Nacional CubanoAmericana e invitado a presenciar la firma en la Casa Blanca, expresó su satisfacción porque la ley ``nos acerca a la libertad en Cuba, contribuye a que la sociedad política estadunidense hable con una sola voz'', ahora que ``no hay posibilidad de cambio'' en el embargo pese a una decisión al respecto del presidente al Congreso. Pero la diputada de origen cubano Ileana Ros Lehtinen consideró que la promulgación de la Helms-Burton ``es sólo un primer paso'', pues ''no va a tumbar a Castro'', y pidió la internacionalización del bloqueo.
Día de retroceso para quienes defendían la ``transición pacífica''
Para aquellos de la comunidad cubana que buscaban otra vía para promover una transición pacífica en Cuba, en cambio, este martes fue un día de retroceso, y culpan tanto a Washington como a La Habana por ello. ``Castro ha votado con su acción a favor de la Helms-Burton'', sostiene Ramón Cernuda, representante de organizaciones de derechos humanos de Cuba en Miami. ``Se repite el error de Estados Unidos de imponer una política unilateral sobre el resto del mundo'', añadió en entrevista con La Jornada, mientras que el abogado Alfredo Durán, del Comité Cubano para la Democracia (CCD), destacó como un hecho sin precedentes que el Ejecutivo ceda su autoridad en política exterior al Congreso. ``Mejor que (los cubanos) negocien con Jesse Helms en lugar de Clinton'', recomendó Durán al preguntarse si el sacrificio del mandatario valió la pena, ya que de todas maneras ``nunca tendrá'' el voto cubanoestadunidense. Su hipótesis es que con esta acción intentó sacar el tema cubano a los republicanos en el contexto electoral para evitar que siguiera ``creciendo''.
En cambio, Gus García, líder del Partido Demócrata del condado de Dade, anuncia la distribución de miles de calcomanías que dicen ``Gracias, Clinton'' por su acción en apoyo a la comunidad cubana, mayoritariamente republicana. La postura de Clinton, dijo García a La Jornada, podría tener resultados positivos en la elección presidencial de noviembre.
Y el gran empresariado, aunque ha manifestado poco entusiasmo por leyes que limitan el comercio, fue cauteloso: el ejecutivo en jefe de Citibank en Miami, Carlos Palomares, dijo a este periódico que ``la administración Clinton está haciendo lo que necesita para asegurar que se den cambios significantes en los rubros económicos y políticos en Cuba''. De lo que hay duda es de que los grupos cubanoestadunidenses que dicen hablar por la mayoría conquistaron otra vez a la Casa Blanca para que el ala dura domine la posición frente a Cuba.