Antes de entrar en materia, me gustaría referirme al ciclo que el Teatro de Santa Catarina ya olvidada la discutible idea de llamar laboratorios a todos los grupos que se presentan en su escenario, ahora ofrece en el muy ingenioso nombre de Cinco propuestas excéntricas que juega con la idea de cierta extravagancia pero que se refiere al sentido lato del término excéntrico como algo fuera del centro: aquí, algo del teatro que se hace en los estados. El ciclo ya está muy mediado, pero todavía se puede disfrutar, entre otras, la escenificación que más interesó en la Muestra Nacional, la deliciosa El lugar del corazón sobre un cuento de Juan Tovar hecha por cuatro encantadoras actrices jóvenes de Guadalajara bajo la dirección de Ricardo Delgadillo, y que resulta por demás recomendable.
El Foro Teatro Contemporáneo presenta un ciclo de obras mexicanas bajo el agresivo título de En esta esquina que lo mismo se puede aplicar a un encuentro boxístico que a la ubicación del Foro; cabría preguntarse entre quiénes se desarrolla la pelea, porque solamente Carmina Narro se acoge al nombre general del ciclo con su obra breve, dirigida por ella misma, Round de sombras y que es una de las tres que se presentan en programa de fin de semana.
Round de sombras trata el tema del amor y desamor entre una pareja de divorciados. En la aparente banalidad de una frustrada cena que Andrés ofrece a su ex esposa Julia, los muy acertados diálogos nos perfilan a los personajes y nos hacen entrever el infierno de lo que fue su matrimonio. Andrés Belaunzarán, químico biólogo, presa de un amor que lo degrada y Julia Fuentes, que nunca lo amó y que ha terminado por despreciarlo, podrían ser una pareja entre muchas a no ser por el final que parece inspirado en alguna historia decimonónica, aunque no sea disparatado dentro del planteamiento de la obra. Carmina Narro contó para su escenificaciones con las actuaciones de Surya McGregor, muy bella y excelente en sus reacciones, y con Alvaro Guerrero, quien proyecta bien el estado enfermizo en que se encuentra Andrés, aunque a mi juicio alargue en demasía las pausas.
Como una especie de entremés, en otro espacio del Foro se presenta En lo oscurito en el que Estela Leñero trata el desagradable asunto de una violación, pero con una vuelta de tuerca que desnuda al machismo; los violadores son capaces de abusar de cualquier joven mujer, pero se enfrentan uno al otro ante cualquier alusión a sus propias madres. Por desgracia, los directores Víctor Weinstock y Vladimir Bojórquez se ajustaron demasiado al título y despojaron al texto de su humor agridulce. A oscuras literalmente y con la escasa luz que entra por una ventana, vemos una sombra femenina a la que rondan todo el tiempo la rondan dos figuras masculinas; los tres dicen los parlamentos que sin ningún apoyo se antojan más bien repetitivos, en una búsqueda formal que arroja magros resultados.Luis Eduardo Reyes, en Bajo distintas formas, propone una obra que se aproxima a la ciencia ficción y que es un hallazgo en sus dos vertientes: la confusión de identidades entre un programador y su propio holograma al que logró dotar de vida propia e independiente, y el encuentro en alguna dimensión del holograma que carga con los viejos anhelos incumplidos de su creador y un viejo fantasma que se prenda de su nuevo compañero. El texto de Reyes va dosificando los datos hacia el espectador y trata tangencialmente las diferentes soledades, la del ser humano y su imagen, abandonados en apariencia ante el desmantelamiento del programa y la del fantasma condenado eternamente a estar solo; quizás el fantasma requeriría un mayor redondamiento por parte del autor.
Como director, Reyes contó con el buen desempeño de los gemelos Antonio y Jorge Brenan quienes pueden encarnar sus reflejos papeles sin necesidad de recurrir a ningún trucaje. En cambio, Arturo Barba intenta movimientos fluctuantes y ondulatorios que en la realidad escénica parecen de alguien con algún daño neurológico; hay que reconocer que este actor no tendría que recurrir a estos movimientos si su vestuario lo ayudara un poco: habría que imaginar al fantasma con un blanco traje de épocas pasadas en lugar de los pants y la camiseta con que se presenta.
Sin apoyos de producción, a no ser la iluminación de Carlos Trejo, las escenificaciones se atienen a las bondades mayores o menores de los propios textos y de quienes los interpretan. A medio camino entre el teatro de cámara con todos sus requerimientos y las lecturas actuadas, esta modalidad supone otra búsqueda en los hoy muy difíciles caminos del teatro.