En la Permanente, apología de la senadora Gómez Maganda sobre la gestión de Figueroa ``Defender la mentira merece el desprecio del pueblo'', le respondió Salgado Macedonio
Elena Gallegos e Ismael Romero Nadie atinó a explicar si el gesto fue de lealtad o de torpeza, pero lo cierto es que la senadora Guadalupe Gómez Maganda subió a la tribuna de la Comisión Permanente para llenarse la boca con elogios a Rubén Figueroa.
``Defender la mentira y lo indefendible merece el desprecio del pueblo!'', le restregó en la cara el senador Félix Salgado Macedonio.
Los legisladores querrerenses Israel Soberanis,
Nezahualcóyotl de la Vega, Guadalupe Gómez Maganda
y Píndaro Urióstegui durante la sesión de la Permanente
en que se volvió a abordar el caso Figueroa.
Foto: José Antonio López
De todos modos, las virtudes de Figueroa se atropellaron en las palabras de la senadora. Así, si alguien tuvo la peregrina idea de que en el trágico sainete guerrerense el villano saldría de la escena sin apología, se equivocó.
Y de creer en los dichos de Gómez Maganda, todos debían estar agradecidos porque ``en un acto más de congruencia con su deseo de servir a Guerrero, (Figueroa) decidió retirarse del gobierno para dejar de ser pretexto con el que quieren justificar acciones encaminadas a minar la estabilidad de las instituciones'' del estado.
No obstante, Salgado Macedonio insistió en pedir juicio penal y político contra el ex gobernador y castigo ``a sus secuaces Rubén Robles Catalán, Antonio Alcocer Salazar y su más reciente cómplice y encubridor, el fiscal Alejandro Varela''.
Incómodos, algunos priístas que ya no querían enredarse en ese asunto que tan caro les salió, se meneaban nerviosos en sus asientos a medida que la senadora naufragaba más y más, arrastrada a la corriente por el peso mismo de sus palabras.
``Ah, qué Lupita..!'', se impacientaban varios de sus compañeros que, caballerosos, omitían adjetivos.
Ah, qué Lupita!, se burlaba en su curul Salgado Macedonio, quien no obviaba gestos para reflejar cuánto le divertía tamaña exhibición de la legisladora.
Pero no sería la única. Minutos después la secundó Píndaro Urióstegui para recetar al auditorio un buen número de memorables frases.
El diputado priísta ya no habló de los esfuerzos por traer policías noruegos o suecos, no... Píndaro soltó: ``en Guerrero hemos padecido muchas páginas de sangre, como las que en esta ocasión (Aguas Blancas) hemos analizado y comentado infinidad de veces en esta y otras tribunas. Son páginas que deben borrarse después de investigarse plenamente''.
Ah, qué Píndaro..!, volvieron a impacientarse los priístas convencidos de que, en lo que ha sido el lío de Guerrero, pues nada más no han dado una.
Con sus sentencias Píndaro se puso de pechito. ``Así lo quería tener'', se engolosinó Salgado, tanto que el diputado todavía ni alcanzaba a bajar de la tribuna cuando el senador ya le estaba respondiendo, señalándolo con índice acusador: ``Yo le pregunto diputado Píndaro: quién ha teñido de sangre las páginas de Guerrero? Quién las llenó de sangre?''. Se hizo el silencio. Como si adivinara la apabullada que le iban a poner, Píndaro clavó la mirada en el suelo.
``Precisamente quien ustedes han defendido!'', se respondió el perredista. Píndaro ya no subió a contestar. La instrucción fue que mejor ahí le pararan. Les estaban surtiendo con todo.
Más zorros, Nezahualcóyotl de la Vega e Israel Soberanis, los otros guerrerenses, no dijeron ni agua va. A ellos también Salgado les dio su rasponcito: ``ya hasta les había cambiado el modito de andar... ya se sentían gobernadores de Guerrero''.
Encarrerado el perredista, descubrió las risitas de la diputada obrera Claudia Esqueda y la centró: ``allá está la diputada que se ríe... precisamente el señor Francisco Galindo Musa (marido de la Esqueda) es uno de los profesionales mapaches electorales que está en la nómina del gobierno del estado. Tiene muchos años en Guerrero. A ver si el señor Oñate ya lo cambia''.
A la Esqueda se le acabó la risa. En un rápido intercambio de señales se le ordenó que dejara pasar. En el PRI había urgencia porque el tema no se prolongara más. Ya habían tenido bastante.
Por ahí se habló también de la abultada nómina con la que Figueroa compensaba a los legisladores puestos a su servicio: ``ya le pondremos nombre, apellidos y percepciones'', amenazó Salgado.
En la última sesión de la Comisión Permanente el viernes se abre el periodo ordinario el tema de Figueroa fue puesto en la agenda. Salgado subió a la tribuna para festejar la salida del gobernador: ``esperamos que no regrese nunca más''.
Después lamentó la decisión de los priístas o exigencia de Figueroa, porque el sustituto fuera Angel Heladio Aguirre Rivero, ``que también es un maloso, también tiene muertitos en su haber''.
Habló del cacicazgo de la familia Aguirre en Ometepec. Recordó el ``sangriento'' desalojo que se vivió en el ayuntamiento de esa localidad en 1989 y dijo que Angel ``es un cacique que hace alcaldes hasta a sus vaqueros''.
El de Aguirre, pronosticó, será un ``figueroato'' sin Figueroa, y le envió un mensaje: ``el PRD no aceptará que alguno de sus miembros forme parte de su gabinete, pero sí estamos dispuestos a acordar cómo detener la violencia y cómo echar a andar un plan de desarrollo integral''.
Ni tarda ni perezosa la Gómez Maganda tomó la palabra para quejarse del ``tono triunfalista y soberbio'' con el que Salgado festinaba la salida del gobernador, quien, ``en su acostumbrado estilo de agresiones y afirmaciones sin sustento, lanza nuevamente insultos a Figueroa''.
Como mago, la legisladora se había sacado del sombrero al verdadero enemigo de su estado y había puesto del lado de las víctimas al ex gobernador. Siguió, ante el enfado de muchos de sus compañeros: ``en una actitud que refleja bien su perfil, el senador pretende echar más leña a la hoguera sin importar las consecuencias que ello puede acarrear''.
Vino la apología: Figueroa ``dedicó su esfuerzo a buscar soluciones a los problemas ancestrales de Guerrero; se empeñó siempre en conseguir los mayores esfuerzos para atender las necesidades básicas de la población; siempre, sin distinción de partidos o ideologías, brindó su apoyo a los gobiernos municipales, a las dirigencias sociales que, como él, estaban decididas a generar opciones de bienestar social''. No paró ahí: ``queda testimonio de su labor, más de 20 mil obras públicas esparcidas a lo largo y ancho de nuestra geografía''.
Y contra todo lo que todos habían sostenido hasta Oñate, el líder de su partido Gómez Maganda calificó de ``falso el argumento de que con su salida habrá de realizarse sin obstáculo la investigación de la tragedia de Aguas Blancas''.
Aquí la irritación creció entre sus escuchas: ``no sólo no interfirió, sino que siempre brindó todas las facilidades cómo el video editado?, preguntaron en sus curules los perredistas y las condiciones para una investigación libre y abierta; atendió las recomendaciones de la CNDH y estuvo atento al desempeño de los fiscales que el Congreso local designó. ``Entonces ''por qué se fue Figueroa si era tan bueno?'', había de preguntarle más tarde Salgado. Gómez Maganda ya no respondió, pero antes había acusado al PRD de usar la violencia en Guerrero como estrategia electoral: ``Por qué la maniquea suma de muertos del asunto de Aguas Blancas?'', lanzó para desear después que Salgado abandonara ofensas y beligerancias: ``seguir envenenando el alma de los guerrerenses y alimentando su rencor... es inmoral!''
``Ah, qué Lupita! dijo con enfado Salgado como si fuera la virgen de Guadalupe pretende borrar todos los pecados del hombre, pero se olvida senadora que los que hacen la violencia en Guerrero... son ustedes!