La Jornada 14 de marzo de 1996

Causó la alerta sísmica desalojos, nerviosismo e incredulidad

Alberto Nájar Ayer, mientras la alerta sísmica sonaba en casi todas las estaciones de radio, a muchos capitalinos les vino a la memoria el año de 1985. En las oficinas y negocios del Centro Histórico y Paseo de la Reforma, en Polanco, la colonia Del Valle y Doctores, la primera reacción fue de incredulidad. Algunos pensaron que se trataba de una ``falsa alarma, como ha ocurrido en ocasiones anteriores''. Pero otros, prudentemente, bajaron de los edificios y se concentraron en las aceras, los camellones o en las esquinas.

Estaban allí por cientos, parados, mirando hacia arriba, como a la espera de que empezara a temblar y que los inmuebles cayeran en pedazos. Pero no pasaba nada. En el silencio inicial que provocó el aviso del sismo, ayer a las 15:04 horas, la ciudad de México se sumió en una expectante inactividad.

Apenas confirmaron que el ruido extraño que parecía venir de todas partes era efectivamente la alerta sísmica, los agentes de tránsito detuvieron la circulación en Reforma, Guerrero, Bucareli, Juárez, Balderas, Madero... Prácticamente todo el primer cuadro se congeló durante varios minutos.

Mientras, seguía la evacuación de edificios, y pronto las calles se llenaron de empleados, compradores, comensales y transeúntes que seguían expectantes a la espera del temblor. Todos con la mirada hacia el cielo, a las lámparas, los cables o cualquier cosa que les indicara movimiento, porque hasta ese momento, transcurridos los 29 segundos que duró el sonido de la alarma, no pasaba nada.

Y entonces... llegó. Algunos muy sensibles afirmaron que sintieron ``como un jaloncito, muy leve y pequeño'', pero otros seguían esperando cinco minutos después de que terminó la alerta y hasta pensaron que se trató de una ``broma pesada'', como Gabriela Cruz, empleada de un restaurante en Balderas. ``Yo no oí nada, a mí nadamás me dijeron que me saliera porque iba a temblar'', dijo medio molesta.

En avenida Las Palmas, en Polanco, no se desalojaron los edificios ni se interrumpió la circulación vehicular; pareció que los empleados y vecinos no se percataron del aviso, a excepción de un fotógrafo que permaneció diez minutos con la cámara apuntada a los techos.

En la calle Carmona y Valle, en la colonia Doctores, los empleados de la Procuraduría de Justicia capitalina abandonaron de prisa sus oficinas y se quedaron a la mitad de la cinta asfáltica, con la mirada en los cables y los postes. ``Sí tiembla, mira cómo se mueven'', comentó una secretaria. ``Yo no siento nada'', le respondió su compañera.

Raúl Silva se hallaba en la tienda del ISSSTE, ubicada en avenida Coyoacán y avenida Colonia Del Valle, cuando ``el gerente interrumpió las compras para anunciar, con un altavoz, que la alerta sísmica había sido activada y que hiciéramos el favor de desalojar porque iba a temblar''.

Agregó: ``Se oía que sonaba algo, pero no sabía si era adentro o afuera de la tienda. Yo salí y me metí a una verdulería a comprar aguacates. Luego, me percaté de que si bien todos habían salido de los negocios con mucho orden, se quedaron parados en las entradas o pegados a las paredes. Si tiembla más fuerte, se les cae todo encima'', dijo.

Según el Sismológico de la UNAM, el movimiento telúrico fue de 5.3 grados en la escala de Richter, tuvo una duración de cinco segundos y su epicentro se localizó en las costas de Oaxaca y Guerrero. No causó daños y de acuerdo con el reporte de la Cruz Roja, la Secretaría de Seguridad Pública y el Cuerpo de Bomberos, sólo provocó crisis nerviosas.

No se interrumpieron los servicios de electricidad ni telefónico, no se apagaron los semáforos y el Metro funcionó sin contratiempos. Pasado el susto, la actividad en el Centro volvió a la normalidad.

A las 15:30 horas, en el camellón de Balderas, continuaban decenas de personas con la mirada hacia arriba y como esperando el temblor.