La Jornada 16 de marzo de 1996

Texto íntegro del discurso del presidente Ernesto Zedillo en Cancún

Palabras del presidente Ernesto Zedillo durante la sesión en la que declaró inaugurada la 59 Convención Nacional Bancaria 1996 de la Asociación de Banqueros de México, en Cancún, QR., el 15 de marzo de 1996.

Señor José Madariaga Lomelín, Presidente de la Asociación Mexicana de Bancos; Muy apreciables convencionistas;

Señor gobernador del estado de Quintana Roo, ingeniero Mario Villanueva;

Señoras y señores:

Me da mucho gusto asistir a esta ceremonia de apertura de la quincuagésimo novena Convención Nacional Bancaria.

Quiero, en primer término, felicitar muy sinceramente a nuestro amigo José Madariaga por la seriedad, dedicación y profesionalismo con que se ha desempeñado al frente de esta Asociación. Bien ha hecho José Madariaga, en el cuerpo de su discurso, al resaltar la importancia que hoy reviste para México el alcanzar un crecimiento económico sostenido.

Acaso más que nunca en su historia, hoy México necesita que su economía crezca vigorosa y sostenidamente. Nuestra generación enfrenta con mayor fuerza que nunca el desafío de construir las bases de un progreso económico que se traduzca en condiciones dignas para la vida de cada familia y de cada comunidad.

El desafío es mayor porque son ya muchos años en que nuestra economía ha crecido apenas mediocre y esporádicamente e, incluso, ha tenido serios retrocesos.A fines de 1994 comenzamos a enfrentar una severa crisis económica, una crisis económica cuyas causas se fueron gestando a lo largo de varios años. Sin duda, el efecto más doloroso de la crisis ha sido la contracción del Producto Interno Bruto. Esa contracción ha significado un grave deterioro en los niveles de vida de la población, ha significado la pérdida de muchísimos empleos, ha significado la frustración de las justas expectativas de trabajadores y empresarios, de empleos y amas de casa, de jóvenes que anhelan las oportunidades a que tienen pleno derecho.

Esa contracción agudiza nuestro desafío, pues cada año la población económicamente activa crece en 3 por ciento, o sea que un millón de hombres y mujeres demanda cada año nuevos empleos. Cada uno de esos hombres y mujeres, así como cada uno de los que ya han sido afectados por los rezagos históricos acumulados, esperan y exigen un crecimiento que no ha llegado en muchos años, un crecimiento que ellos puedan constatar en empleos estables y productivos, en la certidumbre de que su esfuerzo será correspondido con mejores ingresos.

México necesita, como nunca antes, crecer con firmeza, a un ritmo mucho mayor que su población. Es una demanda justa de todos los mexicanos y es una obligación del gobierno el crear las condiciones para alcanzar ese crecimiento.México necesita una base de recursos materiales para atender carencias, resolver problemas sociales y procurar la equidad. Esa base de recursos no puede generarse con desequilibrios económicos que, tarde o temprano, nos llevarían a la recurrencia de las crisis. No puede sustentarse artificialmente en la inflación ni tampoco puede provenir de impuestos confiscatorios. Esa base de recursos materiales sólo puede provenir, sana, suficiente y duraderamente, del crecimiento económico.

Sin apartarnos del compromiso de edificar las condiciones de vida digna para todos los mexicanos, el reto de la política económica de mi gobierno ha consistido, primeramente, en enfrentar con rapidez y decisión la crisis, superar sus causas más profundas y corregir eficazmente los desequilibrios que la provocaron.

Asimismo, el reto de la política económica consiste enseguida en lograr cabalmente la recuperación, en consolidarla y convertirla en la base de un crecimiento vigoroso y sostenido del producto, a tasas de al menos 5 por ciento anual.

Debemos reconocer que en este momento nos encontramos en una etapa de transición entre el estricto e inmediato control de la crisis y el inicio de la recuperación. Ello explica que todavía se perciban algunos signos postreros de fragilidad y ciertas inestabilidades; sin embargo, esta circunstancia de ningún modo oculta el hecho de que gracias al esfuerzo realizado por todos los mexicanos estamos dejando atrás el trecho más difícil.En efecto, gracias a ese esfuerzo se ha superado por completo el riesgo de la insolvencia total, de desmantelamiento de una parte muy considerable de nuestro aparato productivo y de caer en una inflación totalmente fuera de control.

Se ha ajustado ordenadamente el desequilibrio acumulado en la cuenta corriente de la balanza de pagos, se ha saldado la deuda externa de corto plazo que este año será una décima parte de lo que representó en 1995 y se han incrementado cuatro y media veces las reservas internacionales del país respecto de lo registrado en enero de 1995.Sabemos que la recuperación económica no puede ser un fenómeno súbito que emerge de la noche a la mañana. Por su naturaleza y complejidad, toda recuperación económica es un proceso, un proceso que al principio no reflejará sus resultados de manera uniforme y simultánea en todos los ámbitos, pero que paulatinamente habrá de generalizarse y comenzará así a generar las oportunidades y los empleos que necesitamos.

La recuperación es un proceso que en cada etapa requiere un esfuerzo constante, atención permanente, afinaciones y matices e, incluso, la introducción de nuevos elementos que refuercen la estrategia adoptada para su afianzamiento.

El gobierno ha estado y estará atento, día tras día, a la evolución de ese proceso y estará siempre preparado a afinar y fortalecer la estrategia para la recuperación con estabilidad.

No estaremos satisfechos hasta conseguir nuestro objetivo último, que es el traducir la recuperación en un crecimiento económico sostenido.

Con todo, debemos tener claros los elementos de política económica que serán permanentes, independientemente de la etapa en que hayamos avanzado.

La experiencia de México y de otros países prueba contundentemente que el crecimiento sostenido y perdurable sólo es posible cuando se procuran y preservan los equilibrios macroeconómicos fundamentales mediante políticas transparentes, estables y que garantizan certidumbre y mercados competitivos.

Un primer elemento permanente de la política económica es y seguirá siendo invariablemente la disciplina fiscal y monetaria. Es esencial que el nivel de gasto público guarde en todo momento correspondencia con el total de los ingresos tributarios y no tributarios que recibe el sector público.Para que las condiciones macroeconómicas alienten la expansión sostenida de la actividad productiva se requiere contar con finanzas públicas sanas, con una política cambiaria que coadyuve a la competitividad y al equilibrio de la balanza de pagos, y con una política monetaria conducente en todo momento a la estabilidad de precios.

En este sentido, un compromiso inalterable es el combate a la inflación. Crecer con inflación es una disyuntiva falsa, porque una inflación elevada atenta contra un crecimiento sano y sostenido. Una inflación elevada lastima a toda la población, pero especialmente a quienes dependen de su salario y a quienes menos tienen.

Una inflación elevada impide la reducción de las tasas de interés, como lo hemos vivido en los últimos meses. Una inflación elevada entorpece el acceso y la contratación de créditos para las empresas, lo que obstaculiza su operación y desenvolvimiento. Una inflación elevada dificulta la inversión y agrava la situación de los deudores.

La estabilización de la economía es una condición básica para alcanzar un crecimiento que sea el sustento sano de la generación de empleos y del mejoramiento progresivo del ingreso de los trabajadores.De igual modo es indispensable mantener el ímpetu desregulatorio para edificar una economía abierta y de trato justo, cuyos mercados funcionen competitiva y adecuadamente en la asignación de recursos y para contar con un marco normativo que no obstruya, sino que promueva la actividad y las iniciativas productivas.

El gobierno debe proveer con regularidad y a costos competitivos los insumos estratégicos que por disposición constitucional son su responsabilidad y, a la vez, encabezar y alentar la participación privada en la construcción de una infraestructura moderna y eficiente.

Además, es responsabilidad del gobierno garantizar un orden legal que ofrezca seguridad jurídica a los derechos de propiedad y certidumbre a los intercambios y transacciones entre los particulares.Otro elemento permanente de la política económica es la creciente inserción del país en un mundo cada día más globalizado e interdependiente.

Debemos seguir impulsando la apertura comercial, negociar nuevos acuerdos, aprovechar y hacer valer con firmeza y apego al derecho los tratados y acuerdos que ya están en vigor.

El crecimiento al que aspiramos y que México necesita ya no es posible en el proteccionismo. No podemos retroceder a una economía sobreprotegida en un mundo que marcha velozmente de la apertura a una mayor integración.

Gracias al dinamismo de nuestras exportaciones se han preservado miles de empleos, se ha mantenido la producción en muchos sectores de la economía y algunas actividades avanzan firmemente hacia la recuperación.

El libre comercio está demostrando que es un factor de suma importancia para promover el crecimiento y la creación de más y mejores empleos.

Una causa que ha sido común denominador de las crisis que México ha enfrentado en los pasados 20 años es el insuficiente ahorro interno; su descuido, además, incidió con enorme fuerza en la gravedad de la crisis que estalló a fines de 1994.

La política económica debe comprender permanentemente mecanismos e instituciones que promueven con eficacia el ahorro interno para que sea fuente primordial del financiamiento del desarrollo.A mayor ahorro interno mayor inversión y más crecimiento y más empleos. Con mayor ahorro interno absorberemos más provechosa y productivamente el ahorro externo, que tendrá estrictamente un carácter complementario, será sostenible y no representará riesgo alguno para nuestra solvencia financiera.

De ahí que el año pasado hayamos impulsado una reforma tributaria para gravar el consumo, y por lo mismo alentar el ahorro.De ahí que también hayamos promovido una profunda reforma al sistema de contribuciones para pensiones, que fue enriquecida y aprobada por el Congreso de la Unión para avanzar a un sistema que estimule el ahorro personal y familiar, que asegure pensiones dignas y provea recursos de largo plazo para la inversión productiva.

Como complemento a esa reforma, próximamente enviaré a consideración del Congreso de la Unión una iniciativa de ley para normar el establecimiento y operación de las Administradoras de Fondos para el Retiro, que serán conocidas como Afores.

Con base en las reformas a la Ley del Seguro Social, la iniciativa propone la regulación de las administradoras cuya constitución se autorizará a personas físicas y morales que cumplan con los requisitos previstos por la ley en materia de experiencia financiera, solvencia moral y capitalización.La regulación que habremos de proponer propiciará una administración profesional y transparente en el manejo de los recursos, velando en todo momento por la estricta protección del patrimonio de los trabajadores y alentando la generación de rendimientos atractivos en sus cuentas individuales.

Así, el nuevo sistema de pensiones se convertirá en un catalizador muy importante para el desarrollo del sistema financiero y permitirá el financiamiento de inversiones productivas de largo plazo.Tengo plena confianza en que los bancos del país participarán activamente en el desarrollo del nuevo sistema de pensiones de México.La política económica habrá de seguir adoptando las medidas necesarias para fortalecer el sistema financiero, ya que éste es absolutamente indispensable para impulsar las actividades productivas.

Al apoyar la solvencia del sistema financiero y fortalecerlo gradualmente el propósito del gobierno ha sido garantizar la integridad de los recursos de los ahorradores y aliviar la carga de los deudores, tanto personas como empresas.

Ustedes saben muy bien que apoyar el sistema financiero no equivale ni a salvar el patrimonio de los accionistas ni a enriquecerlos, equivale a respaldar a quienes depositan e invierten sus ahorros u obtienen créditos para sus tareas productivas o para satisfacer las necesidades de sus familias.

Por eso el gobierno continúa firmemente comprometido con el fortalecimiento del sistema financiero, alentando sanamente su capitalización y estimulando su competitividad. La política económica habrá de combinarse con un esfuerzo sin precedente en materia de educación, capacitación y combate a la pobreza.

Un compromiso prioritario de mi gobierno es impulsar una educación suficiente y de calidad para que los recursos humanos cuenten con mejores oportunidades de superación individual y familiar, y para que participen productivamente en el desarrollo de sus comunidades y del país en su conjunto.

Adicionalmente seguiremos emprendiendo más, mucho más programas de capacitación que faciliten el despliegue de las destrezas y habilidades de los mexicanos, al tiempo que los preparan para utilizar y aprovechar las nuevas tecnologías.

Si hoy como nunca antes México necesita del crecimiento económico, también hoy como nunca antes el país tiene en sus recursos humanos el mejor potencial para construirlo. Esta es la política económica que fija el rumbo para el crecimiento con empleos que México requiere.

La estrategia de recuperación está dando sus primeros frutos, así lo demuestran la corrección de los desequilibrios que provocaron la crisis. Así lo demuestran diversos indicadores.

Tal como lo anticipamos, a partir del tercer trimestre de 1995 ya se observó un incremento en el producto interno bruto respecto del trimestre inmediato anterior.En relación con los respectivos trimestres de un año antes, todavía se registran disminuciones en virtud de que la base de comparación utilizada es previa a la caída más pronunciada que ocurrió en el segundo y el tercer trimestre de 1995.

Sin embargo, la tendencia claramente avala el crecimiento previsto para el año en su conjunto. Los indicadores de empleo también muestran signos claros de recuperación: en los últimos meses de 1995 disminuyó continuamente la tasa de desempleo abierto, pasando de 7.6 por ciento en septiembre a 5.5 en diciembre.

Aun cuando en enero pasado se registró un repunte en la tasa de desempleo, ello se debió principalmente a factores estacionales. De hecho se estima que ya en febrero, de nuevo, se habría reanudado la reducción en el nivel de desempleo, como lo sugiere que el número de trabajadores asegurados por el IMSS haya tenido un incremento de aproximadamente 95 mil asegurados en ese mes.La recuperación de la actividad económica tendrá su impulso inicial en las exportaciones.Enseguida el impulso provendrá del importante crecimiento de la inversión privada tanto nacional como extranjera, para ampliar la capacidad de producción de bienes exportables.

A su vez, las mayores exportaciones y la inversión en este sector irán incrementando el empleo y la masa salarial, lo que paulatinamente generará la recuperación del consumo. Con ello vendrá entonces la reactivación de la inversión en la producción de bienes demandados por el mercado interno.A través de este proceso la economía logrará recuperarse y alcanzar la meta de crecimiento establecida en el programa económico para 1996.

De su parte, la inversión pública coadyuvará a la recuperación en un marco de disciplina fiscal; si bien, debemos de estar concientes de que su motor fundamental consiste y habrá de consistir en el aumento de las exportaciones, la inversión privada, tanto nacional como extranjera, y la recuperación del consumo.

Debemos tener confianza en que hemos transitado ya por la etapa más difícil de la crisis y que avanzaremos firmemente a la recuperación. La vamos a lograr porque contamos con un rumbo claro, con una estrategia adecuada y congruente, y sabremos todos mantener el esfuerzo.Hoy no es tiempo de titubear, sino de perseverar. No es tiempo de dudar, sino de confiar en nuestras capacidades y en nuestro esfuerzo. No es tiempo de aflojar el paso, sino de redoblarlo.

La unidad de propósitos, la confianza en nosotros mismos y la perseverancia en las tareas nos llevarán a afianzar pronto la recuperación y a conseguir el crecimiento vigoroso y sostenido al que aspiramos y que estoy seguro que lograremos.

Señoras y señores: Los mexicanos queremos vivir con una economía dinámica y en crecimiento, en un país de leyes y ejerciendo una democracia plena. Sólo un Estado de derecho fortalecido garantizará la seguridad y la justicia que requieren una economía productiva y una convivencia armónica.

Para que el derecho rija efectivamente nuestra vida económica, social y política es indispensable que avancemos en la actualización de las leyes y en el fortalecimiento de nuestras instituciones.

Por eso, desde el inicio del sexenio emprendimos una profunda reforma a nuestro sistema de justicia y al Poder Judicial Federal, y por eso, también, la semana entrante enviaré a consideración del honorable Congreso de la Unión diversas iniciativas para combatir más eficazmente a la delincuencia organizada; para acabar con los privilegios que leyes obsoletas otorgan a quien delinque; para inhibir la reincidencia y acabar con la impunidad de quienes violan la ley.

Estamos decididos a trabajar incansablemente hasta que la ley sea la medida de la conducta pública y de las relaciones sociales; hasta que los mexicanos vivan con la certeza de que nadie pueda sentirse por encima de la ley, y hasta que quien la transgrede sepa que será castigado con el mayor rigor que corresponda a su falta.

También estamos decididos a seguir trabajando en la edificación de un desarrollo democrático, que sea la base política perdurable de la pluralidad, la civilidad y la confianza que nos debemos como mexicanos.

Hoy los mexicanos demandan y confían en que sabremos construir ese pleno desarrollo democrático a través de una profunda reforma del Estado que se sustente en el diálogo, el acuerdo y la procuración de consensos.

De ahí que con el concurso de todas las partes debemos seguir examinando y construyendo acuerdos en el ámbito electoral de la reforma del Estado acerca de temas como la autonomía de las autoridades y los órganos electorales y el fortalecimiento de éstos; de la presencia ciudadana, con derechos y obligaciones bien delimitados; la equidad en la competencia política, y el mejoramiento de la organización de los procesos electorales.

También con el concurso de todas las partes debemos seguir examinando cuestiones, con la posibilidad de que la Suprema Corte de Justicia de la Nación esté facultada para revisar la constitucionalidad de las leyes electorales y que el Tribunal Federal Electoral sea incorporado al Poder Judicial de la Federación para que pueda revisar la constitucionalidad de los actos y resoluciones de las autoridades locales y federales.Tengo entera confianza de que más pronto que tarde todas las fuerzas políticas atenderán la demanda de la sociedad y honrarán su convicción democrática, privilegiando la unidad de propósitos, nutriendo la reforma con sus aportaciones y participando resueltamente en la edificación de la democracia plena que requiere y merece México.En la construcción de una nación próspera y democrática, y de una sociedad mejor integrada por la sociedad y la justicia, todos compartimos una responsabilidad; todos tenemos una tarea; todos estamos llamados a participar con buena voluntad, ahínco y perseverancia.

Sé que en esa responsabilidad y en esa tarea los miembros de la Asociación Nacional de Bancos seguirán desempeñando un papel de primera importancia y continuarán cumpliendo con su importante función social.Por eso quiero hacer un reconocimiento al trabajo que los bancos han realizado para contribuir a enfrentar la crisis, y para que México cuente con un sistema financiero moderno y eficiente, que ofrezca servicios oportunos y competitivos, capte el ahorro de los mexicanos y lo canalice hacia actividades productivas.

Al desear que sus trabajos sean muy exitosos, en bien del sistema financiero del país y en aras del desarrollo de México, me es muy grato, hoy 15 de marzo de 1996, declarar formalmente inaugurada la quincuagésimo novena Convención Nacional Bancaria. Qué tengan éxito!