La desigualdad en la distribución del ingreso aumentó de manera constante durante los gobiernos de De la Madrid y Salinas como lo mostré la semana pasada (La Jornada, 08/03/96) basándome en datos de las cuatro últimas encuestas nacionales de ingresos y gastos de los hogares (ENIGH de 1984, 1989, 1992 y 1994). Conviene ver ahora con un poco más de detalle la desigualdad en la más reciente de ellas, la ENIGH94.
Una manera usual de analizar la desigualdad es contrastando la participación de los hogares, según sus niveles de ingreso, en el ingreso total de los hogares. En 1984, el 10 por ciento de los hogares más ricos (el llamado decil X) percibió el 34.26 por ciento del ingreso corriente monetario. Para 1989 esta proporción aumentó a 38.97 por ciento y para 1994 había subido adicionalmente a 41.24 por ciento. Este grupo, el más rico de todos, se constituyó así en el único beneficiario del neoliberalismo, en el de los ganadores. En total éste ganó 6.98 puntos porcentuales en su participación en el ingreso monetario! En sólo diez años! Los perdedores fueron todos los demás, el 90 por ciento de los hogares.
Asociemos lo anterior a los estratos de nivel de vida de la población. De acuerdo con mis estimaciones (véase La pobreza en México II. Magnitud, en Salud Pública de México, julio-agosto de 1995) el 29.4 por ciento de la población mexicana en 1989 era indigente, el 45 por ciento eran pobres extremos (se incluyen los estratos de indigentes y de muy pobres) y el 70.6 por ciento era pobre (incluyendo extremos y moderados, estos últimos representando el 25.9 por ciento de la población). Los no pobres, casi el 30 por ciento de la población, se dividían en 5.5 por ciento en la clase alta, 11.4 por ciento en la clase media y 12.5 por ciento que apenas satisfacen las necesidades básicas. Si, para poder asociar la información por deciles de la ENIGH con estos datos de estratificación social, aproximamos los pobres extremos al 50 por ciento, la clase alta al 10 por ciento más rico, y los dos estratos de no pobres cada uno al 10 por ciento, podemos señalar que en diez años de neoliberalismo, 1984-94:1) Los indigentes (el 30 por ciento más pobre de la población) perdieron 1.16 puntos de su participación en el ingreso; los muy pobres (el 20 por ciento siguiente: deciles 4 y 5): 1.66 puntos; sumando los dos estratos anteriores, los pobres extremos (el 50 por ciento más pobre) perdieron 2.82 puntos, el 40 por ciento de lo ganado por la clase alta.
2) Los pobres moderados (deciles 6 y 7): perdieron 2.24 puntos, el 32.0 por ciento de lo que aumentó la participación de los ricos.
3) En total, los pobres del país, el 70 por ciento de la población, perdió 5.06 puntos, el 72.5 por ciento de lo que ganó el decil X.
4) Los dos deciles de no pobres, el VIII y el IX, que hemos identificado como los que satisfacen apenas sus necesidades básicas y como la clase media, perdieron 1.22 y 0.7 puntos respectivamente, lo que hace un total para estos dos estratos de no pobres, de 1.92, el 27.5 por ciento de lo ganado por la clase alta.
5) En síntesis, la clase alta aumentó su participación en el ingreso de los hogares, lo que tuvo como contrapartida bajas en la participación del resto de la sociedad: una cuarta parte fue asumida por los demás grupos de no pobres, y tres cuartas partes por los pobres! Dentro de las pérdidas de los pobres, la mayor parte la sufrieron los pobres extremos.
Los datos anteriores se refieren solamente al ingreso corriente monetario (el que los hogares perciben en efectivo). Prefiero usar éste y no el ingreso corriente total, que incluye también el ingreso no monetario (lo que los hogares perciben en especie), porque este último tiene problemas -que mostré la semana pasada que impiden su uso adecuado sin hacer antes una serie de correcciones. Sin embargo, debe aclararse que si el análisis se hace con las participaciones en el ingreso corriente total, las anteriores conclusiones se mantienen, aunque los datos varían un poco. Se mantiene como el único ganador el decil X (cuya participación pasa de 32.77 por ciento en 1984 a 38.42 por ciento en 1994) y los demás grupos pierden.
El ingreso por hogar en el decil más rico es 40.8 veces más alto que en el más pobre. Esta relación era de 28.8 veces en 1984, lo cual muestra de otra manera la rapidez con la que aumentó la concentración del ingreso.
Conviene, por último, tratar de ubicar la desigualdad en México en relación con la de otros países. La participación en el ingreso de los hogares del 40 por ciento más pobres en México en 1994 fue del 10.8 por ciento, mientras en los países de la OCDE (Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económico) era en promedio del 18.3 por ciento. En países latinoamericanos las cifras son más parecidas a las de México, pero aún aquí nuestros pobres tienen las menores participaciones: por ejemplo, 13.1 en Costa Rica, 12.7 en Colombia, 14.3 en Venezuela, 14.1 en Perú, 10.5 en Chile, 7.0 en Brasil, 7.9 en Guatemala. En el Asia y Africa la distribución es menos desigual: 17.1 en Marruecos, 20.8 en Indonesia, 16.6 en Filipinas, 17.4 en China, 15.5 en Tailandia, 21.3 en Pakistán (Fuente: Informe sobre Desarrollo Humano 1994, PNUD). Es decir, salvo algunos países de América Latina que nos igualan o superan, en el subcontinente de mayor desigualdad, la nuestra es de las más altas del mundo.
Robin Hood robaba a los ricos para darle a los pobres. Disminuía la concentración del ingreso. La política económica neoliberal, que aumenta la concentración del ingreso, es una especie de Hood Robin, que quita a los pobres para darle a los ricos.