Ricardo Alemán Alemán
Itinerario político

Nueva dirigencia del PRD: alto costo político y económico
Presidencia de dos millones de dólares

El argumento parece impecable: que los militantes, todos, elijan al presidente del Partido de la Revolución Democrática. Un ejercicio de esa naturaleza se da en Alemania, con el Partido Social Demócrata. Sólo que México no es Alemania y el PRD no es el PSD alemán.

Apenas en febrero, el Consejo Nacional perredista desechó un último intento de algunos de sus miembros que buscaban modificar el estatuto para que la elección del presidente, del secretario general y del Consejo Nacional del PRD se realizara en congreso y mediante la fórmula de delegados. Finalmente, el estatuto no se modificó y la dirigencia perredista se elegirá, como lo marcan los estatutos, por voto universal, secreto y directo, el 14 de julio.

Sin duda, la fórmula parece ejemplar. Un ejercicio democrático como pocos, capaz de enseñar la madurez de una fuerza política joven que deja en manos de sus militantes de todos los que decidan participar la decisión de elegir a sus dirigentes.

Sin embargo, no son pocos los líderes que advierten serios riesgos políticos, económicos, estratégicos y logísticos en la modalidad escogida para elegir a quienes conducirán al PRD en los próximos años.

Para empezar, ese partido carece de un padrón confiable, pues nunca ha realizado una campaña seria de afiliación. En realidad nadie sabe cuántos militantes registrados tiene la tercera fuerza política. Existe, sí, un número importante de simpatizantes, sobre todo en entidades como Michoacán y Tabasco, pero el número de los que están inscritos como perredistas es incierto.

Acaso por ello, otro de los acuerdos del Consejo Nacional del PRD, efectuado en febrero, resolvió que en la casilla donde voten los militantes se podrán afiliar quienes decidan participar en el proceso interno. Es decir, la elección de la dirigencia será una campaña de afiliación. Pero no es seguro que los militanres participen. Más aún, en la dirigencia de ese partido se teme que la votación no llegue ni a 500 mil sufragios.Esto significaría un duro golpe político. Algunas estimaciones indican que podrían captarse entre 800 mil y dos millones de votos en un total de 11 mil casillas que se tiene previsto instalar. En cualquiera de los casos, una cifra como ésa mostraría al PRD como un partido sin militantes.

Asimismo, para participar en la elección de los dirigentes del PRD bastará con presentar la credencial de elector, pertenecer a la zona donde se instalará la casilla ``y no ser identificado por el responsable de casilla como priísta''. Aquí aparece otro de los inconvenientes del proceso: nada garantiza que quienes voten sean militantes del PRD y existe el riesgo de que la elección sea interferida e incluso orientada, con 10 o 15 votos por casilla que alguien decida meter.

Eso no es todo: se tiene previsto que el costo del proceso ascienda a 16 millones de pesos, esto es, alrededor de dos millones de dólares. Si se considera que anualmente el PRD recibe 40 millones de pesos en prerrogativas y que la nómina de su aparato directivo asciende a un millón de pesos mensuales, estamos hablando de que el costo de la elección del dirigente del PRD le significará a ese partido más de 40 por ciento de los recursos de que dispone. Quién pagará ese costo?La preocupación de muchos perredistas no se queda sólo en los costos políticos externos o los costos económicos. Uno de los mayores problemas y que puede causar una mayor fractura es la proliferación de candidatos. Hasta la fecha hay cuatro aspirantes: Heberto Castillo, Amalia García, Jesús Ortega y Andrés Manuel López Obrador. La dispersión de votos puede terminar en una lucha en donde la legitimidad del triunfador podría quedar en entredicho.

Se sabe que, por ejemplo, Heberto Castillo recibirá un importante caudal de votos provenientes de Michoacán, mientras que Andrés Manuel López Obrador captaría el voto de Tabasco y Amalia García el del Distrito Federal. La mayor desventaja pareciera tenerla el coordinador parlamentario Jesús Ortega, quien no tiene una base de votos como las del resto de sus contrincantes.Por eso, parece que al final el PRD tendrá que llegar a una candidatura de unidad que elimine los riesgos políticos internos y externos, los altos costos económicos y una nueva división.