CASI UN MILLON EN LA PIRAMIDE DEL SOL
Angélica Enciso y Alejandra Gudiño, corresponsal Casi un millón 200 mil personas acudieron ayer, por el equinoccio de primavera, a la pirámide del Sol para cargarse de ``energía positiva''; mientras otros miles se convirtieron en vendedores ambulantes.
Desde la madrugada del miércoles, miles de personas, vestidas de blanco y con listones rojos en la cabeza, iniciaron su arribo a las pirámides de Teotihuacan, con el objetivo de recibir la energía del equinoccio.
Teotihuacán, la calzada de los Muertos y la pirámide
de la Luna, durante la celebración del equinoccio de
primavera, ayer. Foto: Carlos Cisneros
El acceso a la pirámide del Sol se autorizó a partir de las 2:00 horas del miércoles, debido a que el equinoccio entró a las 2:03 horas del día 20, pues este año es bisiesto. Sin embargo, la tradición hizo que el 21 de marzo las multitudes acudieran para celebrar el fenómeno al mediodía.
En la misma medida en que la afluencia de visitantes se daba, el número de vendedores ambulantes crecía; se les veía ya desde la carretera federal que va a Teotihuacan, y a lo largo del trayecto presentaban variadas ofertas: pulque embotellado, agua, refrescos, cervezas, listones rojos, piedras para cargar energía, bálsamos para hacer limpias...La mayor afluencia vehicular en la carretera a las pirámides se dio a las 10 de la mañana, al registrarse la salida de 60 vehículos por minuto.
Con un estricto operativo de vigilancia, en el que participaron elementos de la Dirección General de Seguridad Pública y Transito del Estado de México, la Policía Federal de Caminos, el Instituto de Salud y el Instituto Nacional de Antropología e Historia, además de voluntarios, se buscó ordenar la subida a la pirámide, pero la gran afluencia rebasó a los vigilantes y el acceso se hizo sin control.
No obstante, ayer se dieron dos celebraciones del equinoccio, una a las 7:00 y otra a las 12 horas, las que unieron a las multitudes en un solo deseo: cargarse de energía.
Cientos de personas formaron cadenas humanas en el interior de la ciudadela, mientras que otras caminaban por la calzada de los Muertos o acudían a la Cueva Astronómica y a los Siete Palacios.
En la pirámide del Sol, la gente cantaba y bailaba en espera de ver, al mediodía, la sombra de una serpiente descendiendo por las escaleras.
El color blanco en la ropa es para captar la energía positiva que da el lugar en conjunción con el equinoccio, indicó Gloria Rosas González, quien desde hace diez años acude a este lugar a vender los listones rojos que se colocan en la cabeza.
Sentada en un banco, ofertando los listones y gorras blancas, Gloria explicó que las leyendas de nuestros antepasados dicen que la energía de este día es más fuerte, por lo que se hacen rituales al dios Sol, las danzas ceremoniales y las limpias.
Aseguró que, desde que viene a este lugar, su vida ha cambiado: ``me he vuelto más humanitaria y he comprendido mejor las energías que nos rigen''.
Junto a las gorras que vendía, tenía un cuarzo blanco que llamaba la atención de los paseantes; había quienes lo querían comprar o simplemente tocar. Gloria explicó que esa piedra le ha dado gran ayuda: ``la coloco en el centro de la mesa para que capte la energía negativa que llega. Ahorita que se está cargando de energía positiva, me dura para todo el año'', agregó.
También hubo quienes hacían limpias por ``lo que usted quiera pagar''. Leticia prometía hacer milagros y solucionar cualquier problema, con un ``bálsamo especial'', que no es como otro cualquiera. Explicó que estaba hecho con loción de Siete Templos, loción de Siete Machos, éter, amoniaco y otra ``fórmula secreta''.Habitantes de Teotihuacán y San Martín de las Pirámides repartían volantes a los visitantes, en los cuales denunciaban que ``la ciudad de los dioses'' está en riesgo, por un proyecto comercial.
Por otra parte, el corresponsal Alberto Espinosa informó desde Colón, Querétaro, que unas cinco mil personas, provenientes de distintas entidades federativas, se sumaron a una cadena humana alrededor de la Peña de Bernal, segundo monolito más alto de América, para pedir por la paz, la justicia y la dignidad en México.
Reunidos a propósito del equinoccio de primavera, las personas, vestidas en su mayoría de blanco y llevando pañoletas rojas, mezclaron ceremonias religiosas cristianas, paganas e indígenas con cantos y danzas.