Crear el referéndum, plantea Chuayfett
Ricardo Alemán Alemán y Georgina Saldierna La reforma política del Estado no es sólo un compromiso, ``sino una necesidad urgente'', y por ello el gobierno de la República estudia la posibilidad de que la Constitución enumere una serie de decisiones políticas fundamentales, que no podrán cambiarse ni siquiera por el Poder Constituyente Permanente ``sino a través del refrendo del pueblo'', ofreció Emilio Chuayffet Chemor.
En el 190 aniversario del natalicio de Benito Juárez el secretario de Gobernación dijo que el gobierno de Ernesto Zedillo quiere ``reconciliación, esperanza y futuro''. Si la realidad es adversa, propuso, ``transformémosla como lo hicieron los liberales de Juárez, con ideas y con hechos; no enfaticemos lo que nos divide, sino subrayemos responsablemente los que nos une para fortalecernos''. Privilegiemos, demandó, el interés de la República para salir adelante.
En el llamado gubernamental a la reconciliación nacional Chuayffet Chemor explicó que el país reclama la reforma, ``porque han quedado rebasadas normas, instituciones y prácticas que ya no se ajustan a nuestra realidad''. Y expuso: ``Sin querer imponer una visión unilateral de las soluciones, el gobierno reconoce que hay que dar mayor impulso al ritmo de las negociaciones (para la reforma política) asegurando la presencia de todas las fuerzas políticas del país.''
El tiempo apremia, alertó, y por eso ``debemos considerar la posibilidad de ampliar nuestras estrategias'' sin desconocer el trabajo y los compromisos de muchos meses ni abandonar una fórmula que incluye a todos. ``La propuesta del Ejecutivo federal seguirá en pie: lograr una reforma en la que todos participemos; ese es el punto de mayor acuerdo.''
Poco antes, al definir lo que en su opinión queremos los mexicanos, el funcionario prometió un equilibrio real de poderes, una democracia más allá de los discursos o las formas, un federalismo que no admita cacicazgos encubiertos o explícitos ni feudos locales para la corrupción, y desterrar la impunidad y hacer justicia sin caer en disimulos o complicidades.
Emilio Chuayffet Chemor fue el único orador del acto conmemorativo realizado en el Patio Mariano del Palacio Nacional, quien habló ante el presidente Ernesto Zedillo, flanqueado por los líderes del Congreso de la Unión, Fernando Ortiz Arana y Humberto Roque Villanueva, y en medio del gabinete en pleno, el legal y el ampliado. Fue notoria la ausencia del procurador Antonio Lozano Gracia.
Y allí, en el recinto que como pocos simboliza la República, que evoca las aspiraciones juaristas, el secretario de Estado dibujó con palabras al Benemérito de las Américas: ``Veámonos en el espejo de Juárez. No escatimó acciones para lograr los fines superiores de la Reforma. Diferenciemos lo esencial de lo accesorio, y con la misma tozudez del hombre de Guelatao actuemos sin demora para la historia.''
Recordó también la Reforma y el triunfo del liberalismo: ``Celebramos el nacimiento de Juárez porque ha sido el mayor estadista de México. Repasamos su vida porque de ella derivan en nuestra actual circunstancia valiosas enseñanzas.''
Expuso que la biografía de Juárez sólo cobra pleno sentido a la luz de la lucha liberal. ``Ambos, la idea y el hombre, se conjuntaron para dar cima a un proyecto que ha sido el hilo conductor de la República. Nuestro liberalismo es una ideología que pugna por hacerse realidad usando el poder transformador del derecho y de las instituciones; es también un programa original en su cuna y en sus resultados. Nace, crece y se decide a la mexicana.''
Al repasar los principales logros de la etapa juarista, Chuayffet pareció trasladar una lección de esa etapa de la historia mexicana al momento actual: ``Qué respetables nos tienen que parecer hoy algunos conservadores que siendo adversarios irreconciliables de Juárez y de la Reforma no se prestaron nunca a la traición.
``Qué lección dictaron aquellos que siendo enemigos de la Reforma se abstuvieron de usar contra el régimen medios ilícitos. Su no participación pudo haber parecido tibieza a sus correligionarios, pero es mucho más digna que la de aquellos que frente a riesgos se avienen a colaborar contra un gobierno legítimo''. En el ánimo de los asistentes quedó la pregunta: ¿para quién es el mensaje?
El funcionario pasó luego al momento actual de México. Vivimos en una época difícil, dijo. ``Toda crisis conlleva una fisonomía inicial que destaca lo negativo de un sistema, acusa, persigue, subvierte y desahoga la protesta acumulada, pero también, positivamente, las crisis son signos auténticos de vida.''
Chuayffet buscó un paralelismo entre el juarismo y los momentos actuales. ``Con la ley en la mano, con propósitos claros y voluntad firme, Juárez emprendió una reforma innovadora y audaz, que se apoyó ciertamente en la historia, pero que, a veces, no necesitó precedentes.''
Hoy el gobierno de la República se ha propuesto remontar nuestras dificultades planteándonos una reforma política del Estado mexicano; ``esta reforma no es sólo un compromiso, es una necesidad, no puede postergarse; el país la reclama porque han quedado rebasadas normas, instituciones y prácticas que ya no se ajustan a nuestra realidad''.
Luego preguntó: ¿Hacia dónde queremos ir los mexicanos?
Y él mismo respondió: ``Lo tenemos muy claro, es la agenda de esta reforma: queremos el pleno ejercicio de nuestras libertades y, por ende, exigimos como garantía un equilibrio real de poderes, ajeno a los sometimientos y distante también del falso dilema que plantea que sólo es posible fortalecer una rama del poder público debilitando otras.''
En opinión del encargado de la seguridad interna del país, los mexicanos también demandan una presidencia acotada, ``que no es otra cosa que un liderazgo corresponsable, incluyente, respetuoso de las demás instancias de autoridad; una presidencia abierta a la crítica, a los cuestionamientos y a las propuestas distintas de quienes deciden ejercer, así, su derecho''.
Como si la mexicana fuera una democracia perfecta, Emilio Chuayffet dijo: ``Queremos una democracia más perfecta en la que se compita abierta, transparente y equitativamente por el poder; una democracia en la que la única ventaja sea el voto limpiamente conquistado; una democracia que haga posible una cultura política de respeto a la pluralidad y no de aniquilamiento al adversario; una democracia, más allá de los discursos o de las formas, que nos haga sentir realmente a cada mexicano que nuestras decisiones definen el rumbo de nuestra vida comunitaria y designan a los responsables de conducirnos.''
Respecto del federalismo señaló: ``Queremos un pacto federal activo que propicie el desarrollo regional y dilate las libertades, que sustente, con recursos, la capacidad de hacer, y que vuelva más eficaces las acciones de los tres niveles de gobierno. Un federalismo que no admita cuellos de botella en ninguno de sus extremos ni cacicazgos encubiertos o explícitos, ni feudos locales para la corrupción ni desplantes centralistas a capricho; un federalismo promotor de la diversidad que enriquezca a toda la nación''.