La PGR, espacio privilegiado de la alianza entre nuestros dos partidos prácticamente únicos, es, según ella misma, una institución de buena fé (con acento, para complacer a los correctores de Gobernación). Y, como instancia del Poder Ejecutivo, confía en la fe religiosa que las masas mexicanas manifiestan sin cesar al Supremo Gobierno.
Han pasado dos años del asesinato de Colosio. Esa buena fe es la única razón invocada por la PGR en su propio beneficio cuando está en duda y a punto de derrumbarse todo el entramado discursivo que construye desde hace 104 semanas para que el PAN mantenga sin resultados la investigación e impunes a los autores intelectuales (y aparentemente también a los materiales). Es por ello buen momento para recordar, como se está haciendo con otras evidencias de ruptura entre el candidato Colosio y sus padrinos Córdoba y Salinas, algunos puntos sobresalientes de su discurso del 6 de marzo de 1994 que se ha decidido anular como pista para rastrear a los criminales (llamados magnicidas porque su víctima fue candidato del PRI y por ese solo hecho el poder lo vio como presidente virtual y le consagró exequias de Estado).
Al celebrarse un aniversario más del Partido Oficial, con la ausencia expresa de Salinas y de su plana mayor, Colosio describió, como en un fresco encargado por Vasconcelos, la injusticia y la opresión que estaba viviendo México. Las siguientes son algunas de las frases con que el candidato describió para el PRI un país que éste desconoce. Dijo que en su contacto con el país había visto, compartido y aprendido a comprender:-El México de los justos reclamos, de los antiguos agravios y de las nuevas demandas, que exige respuestas. -El México de las comunidades indígenas que ya no pueden esperar la justicia, la dignidad y el progreso, del campo empobrecido y endeudado, de los trabajadores que no hallan empleos ni salarios, de los jóvenes sin oportunidades de preparación y frecuentemente orillados a la delincuencia y la drogadicción, de las mujeres sin oportunidades de participación plena y justa, de empresarios desalentados por el burocratismo y la discrecionalidad autoritaria. -El México con hambre y sed de justicia, de la gente agraviada por las distorsiones que imponen a la ley quienes deberían servirla, de mujeres y hombres afligidos por los abusos y la arrogancia de las autoridades.
Dijo más Colosio al referirse a Chiapas: ''...Nos avergenza advertir que no fuimos sensibles a los grandes reclamos de nuestras comunidades, que no estuvimos a lado de ellas en sus aspiraciones...''. Y también proclamó: ``Sabemos que el origen de muchos de nuestros males se encuentra en una excesiva concentración del poder... que da lugar a decisiones equivocadas, al monopolio de iniciativas, a los abusos y a los excesos..''.
Es probable que Colosio no estuviera entonces al corriente de la situación del país que esperaba gobernar, ni de que las finanzas nacionales se habían convertido en patrimonio personal de algunos de sus compañeros de partido. Porque en aquel discurso fue contundente: ``Que no nos quepa la menor duda: México cerrará este siglo con una economía más fuerte''.
Por lo que aseguró que la modernización económica comenzaría a estar al servicio de todos los mexicanos y ``el crecimiento económico debe ser distribuido con mayor equidad...''.
Colosio también explicó entonces cómo entendía la ``reforma del poder'' y cómo el PRI se separaría del gobierno.
El asesinato del 23 de marzo de 1994 es un indicio de lo que en secreto podía estar sucediendo entre los portadores priístas de dos conceptos de modernización. El hecho de que una de esas dos visiones extremas triunfara es también un indicio visible de que el crimen bien pudo ser el desenlace de aquel discurso.
Desde luego, nada indica que si Colosio hubiera sido Presidente la situación de hoy sería diferente. Los ``errores de diciembre'' fueron componente estructural del proyecto de modernización que prevaleció, como lo es la transformación vertiginosa de la cotidianidad mexicana en vivencia policiaca y militarizada. Nada asegura que con Colosio no hubiera habido endeudamiento de decenas de miles de millones de dólares para pagar deudas de la especulación y subvencionar a la banca privatizada, que no hubiese habido traición del 9 de febrero, ni Figueroa, ni Madrazo, ni Aguas Blancas ni desalojos violentos en Chiapas destinados a clausurar el diálogo...
Pero nada asegura tampoco que aquel discurso de principios de marzo no haya inquietado suficientemente a otros modernizadores con poder suficiente para montar el escenario de Lomas Taurinas y la actuación de la procuraduría de la buena fe.