La Jornada 23 de marzo de 1996

El penalista Juan Velázquez, citado a declarar por Chapa

Juan Manuel Venegas, Ciro Pérez y Roberto Garduño A propósito de que aclare ``su participación en los hechos que se investigan'', el penalista Juan Velázquez fue citado a declarar el próximo lunes por el fiscal Pablo Chapa Bezanilla.

Con este citatorio, la Procuraduría General de la República (PGR) personaliza y pone nombre a la acusación que ayer hiciera el procurador Antonio Lozano Gracia, cuando en su mensaje con relación a las investigaciones del caso Luis Donaldo Colosio, pidió a la sociedad ``ponderar'' los pronunciamientos de ``abogados litigantes que tienen especial interés en que se produzcan sentencias absolutorias, o que ciertas líneas de investigación se cancelen arbitrariamente''.

La confrontación de la PGR con Velázquez no es nueva. Empezó en febrero de 1995, cuando el abogado se sintió ``traicionado y utilizado'' por Chapa Bezanilla, para detener a Raúl Salinas de Gortari.

Por otra parte, tras haber trascendido que Velázquez se reunió el 3 de febrero pasado en Las Bahamas con el ex presidente Carlos Salinas, funcionarios de la fiscalía han filtrado la versión de que el abogado litigante planeó con el ex mandatario una campaña en México contra la PGR y encabezar una embestida en los medios para ``desacreditar'' las pruebas que la autoridad ha presentado en el caso de Othón Cortés Vázquez, el segundo presunto tirador en el homicidio de Luis Do-naldo Colosio.

El miércoles de la semana pasada, luego de conocerse que había sido aceptada la renuncia del juez Alejandro Sosa Ortiz al caso Colosio, el abogado fue entrevistado en un noticiero televisivo y señaló que ``a mi entender, Othón Cortés Vázquez no es la persona que hizo el segundo disparo contra'' el candidato presidencial, y criticó a la fiscalía por presentar argumentos no probables en su acusación.

La historia de Juanito y Pablito

Corrían los primeros días de diciembre de 1994. El panista Fernando Antonio Lozano Gracia, ya procurador general, tenía una prioridad: la investigación de los asesinatos de Colosio, José Francisco Ruiz Massieu y el cardenal Juan Jesús Posadas.

El primer paso, era encontrar un fiscal que tomara una investigación que no avanzó en los tiempos de Miguel Montes y Olga Islas.

El 4 o 5 de diciembre --recuerdan bien los enterados que platican con La Jornada--, Lozano Gracia decidió: llamaría a Juan Velázquez, entonces representante legal de Diana Laura Riojas de Colosio y de Fernando Riverol de Ruiz Massieu, así como de Mario Ruiz Massieu.

Una llamada a la oficina de Juan Velázquez marcó el comienzo: ``De parte del procurador, si el licenciado Velázquez podría acudir a una cita con el licenciado Lozano Gracia a las oficinas de la PGR''.

La cita ``el 6 de diciembre''. Lozano recibió a Velázquez: ``Como ésta, gracias por aceptar la invitación... Si se acuerda de mí, nos conocimos en...''

Lozano no terminó su frase. Velázquez, le dijo que sí se acordaba de él y, luego de los saludos y las congratulaciones por el reciente nombramiento del panista, pasaron al tema que los reunía.

--Usted sabe la importancia que tienen para la PGR y para el país las investigaciones de los asesinatos de Colosio, Ruiz Massieu y el cardenal Posadas... que las investigaciones tienen que avanzar... y hemos pensados que usted, porque ha estado cercano a los casos de Colosio y Ruiz Massieu, podría hacerse cargo de la Subprocuraduría Especial --diría Lozano a Juan Velázquez.

Después de escuchar al procurador y pensar unos momentos la propuesta, el abogado contestaría:

--Mire, agradezco la confianza que manifiesta y estoy en la mejor disposición de colaborar, pero ahora estoy representando a los deudos de las víctimas y mi intención es mantenerme en esa posición, por la confianza que han tenido conmigo las familias Colosio y Ruiz Massieu. Por lo demás --agregaría el penalista--, yo no soy investigador y para estos caso necesita un investigador, no un abogado.

La conversación continuó y Lozano terminó por pedirle entonces a Velázquez que le ayudara a encontrar a la persona adecuada para la fiscalía. Se seguirían hablando y reuniendo.

Ese mismo día, tras reunirse con Antonio Lozano, el abogado Velázquez pasó a ``ver algunos asuntos'' al edificio de la Dirección de Averiguaciones Previas de la Procuraduría General de la República.

Ahí encontró a Chapa Bezanilla, quien había dejado la oficina de la Dirección de Averiguaciones Previas y se encontraba prácticamente desempleado.

--¡Pablito, cómo estás! --saludó Juan Velázquez a su amigo.

--¡Juanito, que bueno que te veo, cómo has estado! Yo aquí, ya ves, entregando la oficina --contestaría entonces el ahora fiscal especial.

--Qué vas a hacer ahora Juanito...

--No sé, ni siquiera conozco el nuevo procurador, el licenciado Lozano Gracia.

Pasaron algunos minutos, y a Juan Velázquez se le ocurrió:

--Mira Pablito, espérate, tú tienes experiencia en averiguaciones previas. Espérate. ¿Tú quieres ser el fiscal que investigue los asesinatos de Colosio, Ruiz Massieu y Posadas? ¿Quieres seguir en esto?

Incrédulo, Chapa Bezanilla, llamó la atención del abogado:

--Juanito, por favor no digas eso. Te estoy diciendo que el procurador ni siquiera me conoce.

--Tú déjamelo a mí --se comprometió Juan Velázquez.

Pasaron los días y Velázquez buscó entrevistarse con Lozano Gracia. En una de sus reuniones, le soltó: --Un buen investigador podría ser Pablo Chapa Bezanilla, y ahí está disponible. Ya platiqué con él''.

Lozano no aceptó en un principio. Pero Velázquez insistió en presentar a Chapa como la persona ``idónea'' para encabezar las investigaciones de los asesinatos.

Sin otra opción, Lozano terminó por aceptar la recomendación de Velázquez, y el 16 de diciembre de 1994, a las 18 horas, Antonio Lozano, flanqueado por Juan Velázquez, hacía la presentación del nuevo fiscal: Pablo Chapa Bezanilla.

Los tres aparecieron en televisión, en fotografías de periódicos y revistas. Eran otros tiempos. Eran amigos.

Juanito, búscate a don Raúl

En la segunda quincena de enero de 1995, Chapa buscó a su amigo Juan Velázquez.

--Juanito, fíjate que tengo un problema. Estoy leyendo las declaraciones de algunos de los testigos en el caso Ruiz Massieu y varios de los detenidos y fíjate que aparece el nombre de don Raúl Salinas de Gortari.

--Pablito, eso es muy grave.

--Sí, y la verdad no sé si debo llamarlo a declarar.

--Yo creo que harías mal en no hacerlo. Llámalo, si tú quieres, pero no a declarar y sí a que te aclare las dudas que tengas.

--Oye Juanito y si tú le dices...

A fin de mes Chapa Bezanilla se encontró con el hermano del ex presidente de México.

Chapa habló entonces por teléfono con Velázquez. Ya había cumplido su misión de entrevistarse con Raúl Salinas.

Cuando empezaba la última semana de febrero, Pablo Chapa buscó otra vez a Velázquez. Nuevamente le manifestaría su preocupación:

--Mira, yo no creo lo que se dice, pero sigue apareciendo el nombre del ingeniero Salinas de Gortari en el caso de Ruiz Massieu y ya tengo encima las presiones de los diputados de la oposición. Juanito , por favor búscate a don Raúl y te pido que le digas que regrese a México, para aclarar, ahora sí de manera definitiva, toda esta situación.

Raúl Salinas de Gortari se encontraba, por esas fechas, de vacaciones en Estados Unidos, y Juan Velázquez le pidió a Chapa que lo esperara unos días para localizarlo y plantearle su petición.

Raúl Salinas fue localizado y por recomendación de Velázquez decidió regresar a México, para ser declarado nuevamente por la fiscalía.

Llegó a México el 27 de febrero y un día después, en su casa, recibió a los enviados de Pablo Chapa, encabezados por José Cortés Osorio, coordinador de la investigación del crimen de Ruiz Massieu.

En el domicilio de Salinas estaban, además, Juan Velázquez, Adriana Salinas, Paulina Castañón y algunos de los miembros de la escolta personal del hermano del ex presidente de México.

Cortés Osorio empezó a interrogar a Raúl Salinas de Gortari y hacía diversos apuntes en hojas en blanco que apoyaba en una carpeta, sentado en un sillón de la casa de Salinas.

Había pasado poco más de una hora de declaración cuando un hombre del personal de servicio doméstico avisó que la casa estaba rodeada por agentes de la Policía Judicial Federal.

A los pocos minutos del aviso, los judiciales entraron a la residencia y, a fin de evitar un enfrentamiento con los escoltas de Raúl Salinas, intervino Juan Velázquez, quien pidió a los agentes de la PGR la orden de cateo y de detención de Salinas y a Cortés Osorio una explicación.

No la hubo. Salinas fue detenido por su presunta autoría intelectual en el crimen de José Francisco Ruiz Massieu y conducido de inmediato al penal de máxima seguridad de Almoloya de Juárez.

Ahí fue donde Juan Velázquez se sintió traicionado, y más aún cuando por la tarde del mismo 28 de febrero el procurador Lozano Gracia le advirtió que no interviniera pues podían fincarle responsabilidades penales por el delito de prevaricato.

Ahí terminó la relación de amistad que existía entre Lozano Gracia, Chapa Bezanilla y Juan Velázquez