Detenidos, tres de los presuntos homicidas de Paulina Rayeck
Ricardo Olayo Once días después del crimen de Paulina Rayeck Penhos, tres de los presuntos homicidas están identificados y puestos a disposición de un juez en el Reclusorio Oriente, confesos de que robaron y trataron de violar a la joven de 18 años, pero sin aceptar que la hayan agredido hasta quitarle la vida; el cuarto cómplice continúa prófugo y las dos armas utilizadas todavía no se encuentran.
Durante la investigación, policías judiciales femeniles se vistieron de civil y acudieron al lugar del crimen en el Parque Rosario Castellanos para tratar de llamar la atención de los homicidas. Además se elaboraron las medias filiaciones de los delincuentes, lo que permitió llegar a Alejandro Robles Vázquez, alias El Hongo, quien fue detenido en su domicilio el miércoles 20 de marzo.
Este sujeto que ayer rindió su declaración tras las rejas, proporcionó los nombres y paraderos de dos de sus cómplices en la colonia América, con lo que se logró detenerlos el viernes en la madrugada, informó el procurador de Justicia del DF, José Antonio González Fernández.
Sus nombres son José Luis Gómez Gutiérrez, alias El Avestruz, de 22 años de edad, y Juan Carlos Rosas García, alias El Mota, de 23, quienes ayer fueron presentados por el fiscal especial de homicidios, Jorge Peña Sandoval.
Fueron enviados al reclusorio para ser juzgados junto con el primer detenido, Alejandro Robles Vázquez, también de 23 años, en tanto es buscado el cuarto homicida, José Luis Gómez, alias El Romerito; todos tienen antecedentes penales por distintos ilícitos y son adictos a la droga.
Entre las preguntas hechas en la presentación, un reportero dijo un insulto al final de la pregunta que le formuló a Juan Carlos Rosas; el procurador ya se había retirado y el encargado de la presentación era el fiscal Peña Sandoval.
En un principio, Juan Carlos Rosas, El Mota, negó tener relación con el crimen. ``Nosotros no le hicimos nada a nadie'', se defendió, pero a la segunda pregunta cayó en una contradicción: ``No, eso no fue lo que le hicimos...''
Entonces contó su versión y luego vino la de José Luis Gómez Gutierrez, El Avestruz, quienes se ubican en el lugar y reconocen su participación en los hechos, pero niegan que hayan utilizado las armas blancas.
Durante la conferencia de prensa citada la tarde de ayer, el procurador González Fernández indicó que la joven cuyo automóvil no circula los lunes --día del homicidio-- se trasladó del Colegio Israelita hasta el Metro Auditorio, cerca de su domicilio, en la calle de Campos Elíseos, en Polanco.
A bordo de un automóvil Shadow rojo, los sujetos --aún no se establece si los cuatro o tres de ellos-- la obligaron a subir y la trasladaron al Parque Rosario Castellanos.
La despojaron de sus pertenencias e intentaron abusar sexualmente de ella. Paulina se defendió y rasgó el rostro de uno de sus agresores, por lo que recibió dos puñaladas en la espalda. Dio medio giro y chocó por la espalda con una pared, dejando la huella de su sangre.
Antes de caer, fue agredida nuevamente por el frente en cinco ocasiones y se desplomó de cara al piso. Así fue encontrada por las autoridades el 11 de marzo.
Según la versión de Alejandro Robles Vázquez, alias El Hongo, ante la juez 40 penal, Sara Patricia Orea, él se encontraba fumando mariguana a 40 metros de distancia cuando vio llegar a los otros tres con la joven. Contó que los hechos ocurrieron alrededor de las 14:30 y que el auto era de cuatro puertas y que lo manejaba El Romerito. Dijo que por el frente el agresor fue El Mota y por la espalda El Avestruz.
Sin embargo, según la versión de Juan Carlos Rosas García, El Mota, él fue obligado a subir al auto por sus cómplices en la colonia América --cerca del Metro Observatorio-- y llevado a las afueras del Metro Auditorio, donde abordaron a Paulina; pero una prueba pericial indica que una de las mordidas en el cuerpo de la joven fue hecha por sus ``arcadas dentarias''.
El móvil de la agresión fue el robo y la violación, y para ello los delincuentes tenían en su poder dos armas blancas con las que dos de ellos realizaron la agresión. Así, se descartó la posibilidad de una venganza