Ante el tribunal internacional, 35 denuncias sobre niños trabajadores
Andrea Becerril ``Me llamo Carlitos, tengo 13 años, trabajo cortando caña de azúcar de las 4 de la manaña a la una de la tarde y no me pagan nada. Mi salario lo integran al de mis padres, unos 35 centavos de dólar por jornada. Quiero que me paguen más y que me lo den a mí.''
Espigado, pequeñito, sin aparentar más de nueve años, originario de Pernambra, un estado del nordeste de Brasil, es uno de los más de 200 millones de menores obligados por la situación económica y familiar a laborar, a dejar su infancia y futuro en tempranas y pesadas obligaciones.
De ello dio testimonio de ello durante los trabajos del Tribunal Internacional Independiente contra el Trabajo Infantil.
Ante sindicalistas, abogados, académicos y defensores de derechos humanos de cinco continentes reunidos en la Unidad de Congresos del Centro Médico Siglo 21, de viva voz Carlos, el niño que no puede jugar ni estudiar porque labora en un cañaveral brasileño dio su testimonio. Habló de la ilusión de trabajar menos y tener un salario, ya que nunca ha recibido paga alguna.
Mostró también sus manos morenas y con cicatrices de heridas que se ha hecho al cortar la caña, y los asistentes recordaron a otros infantes de América y Asia que deben laborar ``de sol a sol'' en actividades del campo, en talleres familiares, tejiendo alfombras en las naciones asiáticas, o en la explotación de minerales para Volkswagen, en Brasil, o como cerillos en los supermecados.
A él se sumaron unas 35 denuncias más de la explotación extrema a que son sometidos los menores, las que, aunadas a las 140 que existían ya en ese tribunal, serán analizadas por el Colegio de Jueces, con el fin de poder dictar la sentencia.
Emilio Krieger, unos de los siete integrantes de ese cuerpo colegiado, informó hoy que se dará oportunidad a los acusados, fundamentalmente corporaciones multinacionales, organizaciones financieras como el FMI y el Banco Mundial, además de gobiernos, a que se defiendan.
Entrevistado en uno de los recesos, Krieger dijo que representantes de la Volkswagen de Brasil, a la que se acusa de explotar a menores en trabajos de minas, estarían presentes.
``Le enviamos incluso un escrito al presidente Ernesto Zedillo, para que venga a defenderse de los cargos contra su política económica, la que ha propiciado que se agrave el problema del trabajo infantil en México'', precisó el jurista.
Ayer mismo, antes de iniciar la sesión de testimonios, los participantes acordaron nombrar como presidenta de ese Tribunal Internacional contra el Trabajo Infantil a la representante hindú, Indira Jaising, ``una luchadora incansable por salvar de tareas crueles e inhumanas a millones de niños en su país'', según comentó Emilio Krieger.
Se presentaron denuncias sobre explotación de menores en México, Brasil, Colombia, España, Inglaterra, Bangladesh. Jorge Cuéllar Valdés, miembro del Sindicato Unico de Trabajadores de Autotransportes Urbanos de Pasajeros Ruta 100 (Sutaur) presentó una ponencia en donde explicó el impacto de la política neoliberal en los trabajadores.
Precisó que la privatización de la empresa de transporte urbano Ruta 100 originó que se desempleara a 12 mil trabajadores, y se pusiera en peligro la educación y sobrevivencia de cerca de 40 mil menores que dependen de ellos.
Krieger hizo notar que las transnacionales o multinacionales llegan incluso a emplear a los menores como elementos para la reducción de costos, a fin de lograr la competitividad sin tener que invertir.
Hoy por la noche, precisó, luego de reunir las pruebas y la defensa de los acusados que se presenten, el Tribunal Internacional contra el Trabajo Infantil dará a conocer su sentencia.
Habrá, además una recomendación a los gobiernos para que se firme el Convenio 138 de la Organización Internacional del Trabajo (OIT), que data de 1973, reglamenta el trabajo de menores, y algunos gobiernos pugnan porque se modifique para ``flexibilizar'' el empleo de mano de obra infantil.