Adolfo Gilly
No, aquí no*

1. Vivimos hoy en México una situación sustancialmente nueva. En lo fundamental, la transición ya tuvo lugar en las alturas del poder. Nada más que no se trata de una transición a la democracia. Se trata de la transición hacia un poder sin ley, sin patria y sin piedad que ya domina en México: el poder del capital financiero.

Ese poder no mueve divisiones o cuerpos de ejército, colo los generales de la República liberal o de la revolución mexicana.

Mueve contra el país, el gobierno o la soberanía que se le oponga, miles de millones de dólares en cuestión de segundos, trayéndolos o retirándolos, prometiéndolos o negándolos. Es el poder supranacional del capital mundial reestructurado en los años 80 y 90.

A ese poder se han incorporado algunos mexicanos. De él forman parte, bajo sus banderas actúan y a él le entregan toda la información privilegiada que sobre este país tienen, la misma que ocultan o falsifican ante los mexicanos.

Ese poder hoy está queriendo doblegar por hambre y humillación a la mayoría de este país, no porque no pueda o no sepa hacer otra cosa, sino porque eso quiere. Doblegar al país es la condición de su modo de gobernar, para imponer un mando que hasta hoy, en los hechos, este país no reconoce. De ahí la impresión de inmenso desorden y descontrol que recibimos. Sin embargo, en lo esencial, ese poder sigue imponiendo sus planes sustantivos en medio del desorden aparente.

Es una fuerza inédita, desconocida antes en México, cuya lógica es implacable y cuya violencia es la mayor que el mundo haya conocido: la violencia del dinero. El doctor Ernesto Zedillo Ponce de León es su presidente en el territorio mexicano.

2. Ese poder está actuando en nuestro país con características propias, porque actúa desde adentro del lado más débil en la frontera más desguarnecida del mundo y en concordia con los plantes inmediatos y los intereses históricos del poder contiguo, Estados Unidos.

Esos planes inmediatos son los del capital financiero y cuya sede privilegiada no única en Estados Unidos, y cuyo respaldo material está en la más grande capacidad productiva y la mayor potencia militar de este planeta.

Consisten esos planes en convertir todo espacio de vida humana en espacio de ganancia y valorización del capital: la salud, la educación, la seguridad social, la vivienda, la tierra, la información, las pensiones, la vejez, la infancia, el trabajo, el disfrute, la información, la diversión, el agua embotellada y el amor con condones de la multinacional Playboy. Francia y sus gentes se movilizaron en noviembre y diciembre de 1995 contra las agresiones de un proyecto semejante.

Consisten en cambio sus intereses históricos en la expansión territorial permanente de Estados Unidos hacia el sur, hacia su mar interior, el Caribe, y hacia su plataforma continental y su zona de seguridad, México y su petróleo, Centroamérica y el Canal.

Por eso entregar en México el petróleo, las comunicaciones, la información, los ferrocarriles, los puertos, los satélites, la energía, los teléfonos, el sistema bancario y financiero, es cualitativamente diferente que hacerlo en otros países y situaciones.Contra ese poder inhumano del dinero, de la valorización capitalista de todos los espacios de vida humana, de la violencia, la exclusión y la humillación, se sublevaron los indígenas rebeldes de Chiapas encabezados por el EZLN. De ahí el eco que encontraron en los más lejanos rincones del mundo, víctimas de la misma ofensiva sin patria y sin fronteras.

Eliminar esa rebelión a como dé lugar para dejar ejemplo y escarmiento es, por eso, un plan que ese poder no cambiará. La otra parte de ese plan es eliminar o absorber la rebeldía republicana del cardenismo, por un lado aislándolo, por el otro tratando de absorber al PRD como pieza subordinada de la nueva legalidad del capital financiero, del Estado mexicano reformado a la medida de esos intereses.3. No vine aquí a proponer que el gobierno haga nada ni que Zedillo cambie su política. No la cambiará, por convicción personal y por coherencia con los intereses para servir a los cuales fue educado. La democracia no consiste en que la oposición aconseje al gobierno, sino en que, oponiéndose a su política, construya las fuerzas, las alianzas y las premisas de una política diferente.

Los planes alternativos sólo maduran cuando la movilización de todo un pueblo acosa al poder enemigo y pone sobre la mesa la necesidad y la actualidad de cambiar de raíz para seguir adelante. Todo lo que ellos quieren convertir en espacio inhumano de valorización del capital, tenemos que rescatarlo y convertirlo en espacio humano de movilización y de vida: educación, salud, trabajo, vivienda, tierra, aire, agua, vida pública y vida cotidiana.

4. Por nuestra situación de país de frontera con el centro del mundo de los poderosos, por la amenaza permanente que viven nuestra soberanía y nuestro derecho a decidir nuestro destino debido a esa presencia contigua, pero también por la historia, la cultura y la vitalidad del tejido humano inmemorial de ese país, disponemos en México de una capacidad de presión y contención sobre esa potencia vecina que otros países no tienen.

Así lo comprendieron el general Lázaro Cárdenas y su México y tuvieron la audacia de llevarlo a la práctica.

Podemos decir: NO, podemos decir: ``Basta ya y hagan lo que quieran''. Y sobre ese NO, y sobre ese BASTA, ser nosotros mismos, y entonces discutir a derecho igual con los dueños del mundoi.

Algunas llaman chantaje a esa capacidad de los débiles. No es del todo inexacto. Nosotros preferimos llamarla dignidad.

Hoy, como en otros momentos de la historia, el NO de México, sostenido en la organización autónoma y libre de la sociedad, movilizaría a la nación entera, obligaría a ceder y negociar a quienes hoy nos tratan como tierra conquistada y atraería simpatías y apoyo en todo el continente y en el mundo.

Sería una política nacional realista frente a la rendición, la exclusión, la disolución y la absorción que desde adentro y desde afuera nos proponen los poderes financieros que hoy gobiernan con el doctor Ernesto Zedillo.

Recuperar la soberanía y conquistar la democracia requiere, además movilizar al país en torno a sus demandas sociales y culturales, plasmar una nueva Constitución y fundar una nueva República, donde todos quepamos y nadie quede excluído.

Frente a la utopía negativa de que todo México se convierta en Texas, nuestra propuesta es terriblemente sencilla: hacer que México siga siendo, y en verdad lo sea, patrimonio y herencia de todas las generaciones que en ese territorio vivieron, amaron y lucharon desde el primer principio de los principios.

San Cristóbal de las Casas, 22 de marzo 1996.* Texto leído en el grupo de trabajo 7, Soberanía y democracia, del Diálogo de San Andrés.