El Banco Interamericano de Desarrollo ha dado a conocer su informe anual, que adquiere particular importancia porque esta institución es el principal prestamista en nuestro continente. De dicho documento se desprende que América Latina, como ha escrito un periodista especializado en economía, parece un enfermo que acaba de salir de la terapia intensiva mejorado, pero a merced de cualquier resfriado que podría provocarle una grave recaída.
En efecto, la cantidad y el monto de los préstamos del BID tienden a disminuir constantemente. La razón es simple: aunque aumentan las necesidades sociales, los países no pueden absorber nuevas deudas e incluso no están en condiciones de presentar proyectos viables que puedan ser financiados. De este modo, los pobres no pueden recibir asistencia precisamente porque son pobres y, por lo mismo, no pueden desarrollarse.
Así, el continente se encuentra sumamente expuesto: su producto bruto ha disminuido 0.6 por ciento (contra un crecimiento de cinco por ciento en 1994); han entrado 14 mil millones de dólares menos que el año pasado y esa reducción ha sido particularmente notoria en México y en Argentina, y aunque sus exportaciones han aumentado considerablemente (7.5 por ciento), su consumo real se ha reducido. América Latina está en la situación de quien ha vendido sus bienes para pagar a sus acreedores y exporta incluso el alimento que debería consumir, apretándose el cinturón sin poder llegar, no obstante, a evitar nuevas deudas. Por su parte, el principal prestamista, el BID, no puede dar préstamos blandos a los más pobres ni financiar el progreso social, como reconoce en su propio informe.
América Latina carece de fondos externos para el desarrollo social. Los préstamos se concentran en los países más desarrollados y se destinan a salvar a los sectores más ricos (los bancos mexicanos, por ejemplo) porque pueden arrastrar a sus semejantes de todo el mundo en su caída. En estas condiciones, las propuestas del BID parecen más bien consejos morales y expresiones de buenos deseos que iniciativas reales para el desarrollo.
Ejemplo de ello es que la institución financiera recomienda mejorar los sistemas tributarios y acumular reservas para los tiempos de crisis. Pero la recaudación no cae únicamente debido a la inseguridad, sino principalmente a causa de la reducción del empleo y de la desindustrialización relativa, y quienes pueden hacerlo prefieren exportar sus capitales y ahorrar en el exterior, no en su propio país.
Cómo resolver el problema de la terrible desigualdad social y de ingresos, que impide ahorrar a la clase media y hace cada vez más rico a quien no ahorra ni invierte sino en el extranjero?El BID, preocupado por los resultados macroeconómicos, advierte contra las políticas que podrían resucitar la inflación. Habría que preguntarles a las decenas de millones de personas que se han precipitado en la pobreza extrema si les consuela saber que la moneda que casi no ven tiene una cotización relativamente estable o leer que el promedio entre sus mínimos o nulos ingresos y las enormes ganancias de los pocos afortunados permite decir que el producto bruto es relativamente estable y que se está saliendo del pozo.