Eulalio Ferrer
Lola Beltrán

Entró Lucila Beltrán Ruiz en aquel cómodo estudio de la XEW. Salió de él llamándose Lola Beltrán. Día? año? Importan poco. Lo que vale es el acontecimiento: había nacido el nombre artístico de Lola Beltrán, la cantante ranchera más grande que ha dado México. Una voz de agudos estremecimientos, de plenos registros. Unas bellas manos que alargaban la espigada figura de una joven que acababa de cumplir los 20 años.

Al lado de Tata Nacho habíamos asistido, mediada la mañana, a aquella prueba de una jovencita que llevaba la pasión en las armonías de su voz y en el ritmo de sus brazos. También, en su andar firme y apresurado.

``El herradero'' culminó la excitante prueba de aquella mañana.

Hasta los mariachis guardaron silencio. Ni a Tata Nacho ni a mí nos gustaba el nombre de Lucila. La cantante propuso el de Lucha, atraída quizá por el recuerdo de una Lucha Reyes, cuyo trono vacío ella vendría a ocupar. Lupe, apuntaría Tata Nacho. Por qué no Lola?, pregunté yo. Y Lola fue, como si el nombre le viniera justo a su figura y a la grandeza de su voz.

Dos semanas después, Lola Beltrán se presentaba en Así es mi tierra, la serie radiofónica que se había convertido en la más alta tribuna de las canciones mexicanas y sus auténticos intérpretes. Junto a la Rondalla Mexicana de Tata Nacho, el Mariachi Vargas dio escolta a aquella nueva voz. Por primera vez, una cantante ranchera no cantaba con los brazos en jarras. Sus manos se alzaban con los acentos agudos de su voz, como si escribieran en el aire los signos sonoros de su pasión.

Era Lola Beltrán. Pronto dejaría de ser una cantante ranchera, para dar vida y acentos nuevos a la canción mexicana en todos sus estilos y categorías. Nunca he conocido a una mujer que amara tan entrañablemente a su patria, que viviera con tanta plenitud y desgarramiento el lenguaje bravío y melódico de sus canciones.

Lola Beltrán... Lola la grande! Así es mi tierra, morenita y luminosa...