Sergio Aguayo Quezada
Crimen y castigo

La criminalidad aumenta espectacularmente y con ella suben los niveles de angustia ciudadana y la exigencia de eficacia y rapidez, y ante la búsqueda de soluciones mágicas se invoca la pena máxima, la pena de muerte.

Las autoridades reaccionan a la presión haciendo declaraciones y anunciando coordinaciones y planes e incrementando los castigos a una delincuencia que pareciera ser invulnerable.

El crimen y el castigo se han convertido en obsesiones nacionales. Es indispensable que todo quebranto a la legalidad sea castigado gobernadores y políticos incluidos, pero la cárcel servirá de poco si no se acompaña de una policía y de un poder judicial y carcelario capaces de prevenir el delito, y de procurar e impartir justicia respetando los derechos humanos. Basta acercarse a una estación de policía, a un juzgado o a una cárcel para entender la necesidad de una visión integral y realista.

Dolores Hidalgo, la Cuna de la Independencia, es un municipio de Guanajuato que tiene su Cereso o Centro de Readaptación Social con 55 reclusos (46 hombres y 9 mujeres), la mayor parte de los cuales son muy pobres y tienen poca educación formal. En esa, y en muchas otras cárceles, hay una brecha entre lo que dicen las leyes y tratados y lo que pasa en la realidad.

La Constitución dice que después de que se dicte auto de formal prisión el juez deberá dictar sentencia en un plazo de cuatro meses a un año...Según un documento de la Dirección de Prevención y Readaptación Social del estado de Guanajuato de octubre de 1995 (confirmado en entrevista con los internos), en esa fecha tres de ellos estaban detenidos sin sentencia desde 1993 y una interna (que además era menor de edad) estaba desde julio de 1994.

Las leyes dicen que los procesados y los sentenciados deben tener acceso a toda la información relativa a su proceso en el momento en que lo soliciten, y a tener audiencias rápidas...Hay una queja generalizada por golpizas que recibieron durante su detención, por cargos falsos y por vicios en el procedimiento. Es posible que, en algunos casos, las víctimas estén en el Cereso y los delincuentes anden libres.

Los procesados y sentenciados del Cereso de Dolores Hidalgo viven en la incertidumbre sobre su situación jurídica, y sus asuntos son tratados con indiferencia e ignoradas sus solicitudes de audiencia. Por su pobreza no pueden pagar abogados particulares que, por otro lado, son vistos con temor porque cobran excesivamente y no cumplen con su trabajo. Los internos dependen de una defensora de oficio que les dedica una atención mínima y sobre la cual se acumulan las quejas.

La legislación asegura que cuando estén enfermos tendrán derecho a que un médico los examine...La atención médica es casi inexistente. Un médico los visita cada ocho días, pero es frecuente que las recetas no se surtan. En casos de emergencia es difícil que puedan salir al hospital como dicen las leyes, por su indefinición jurídica, o por la falta de unidades móviles o de elementos policiacos que hagan el traslado. En suma, el derecho a la atención médica depende de la buena voluntad de las autoridades del penal, que no es mucha.

Las leyes dicen que los internos recibirán alimentos tres veces al día, balanceados e higiénicos, en buen estado, con sabor y aspecto agradables, y en cantidad suficiente para garantizar su nutrición...En el Cereso visitado los internos reciben una alimentación muy pobre. Su dieta diaria consiste en sopa, frijoles, ocho tortillas y café; los jueves y domingos reciben arroz, y carne muy irregularmente (entre una y dos veces por mes). La austeridad se explica por la falta de recursos del Municipio.

La legislación promete oportunidades de desarrollo personal y de vida digna con trabajos remunerados y programas de educación...En el Cereso de Dolores Hidalgo los internos no hacen nada; tener trabajo y educación es una de sus peticiones más insistentes (la otra demanda es información sobre su situación jurídica). El único trabajo existente, la cocina, sólo acentúa la discriminación de la mujer, que es una de las desigualdades dentro de la pobreza. Las nueve mujeres internas de las que sólo dos saben leer y escribir se encargan de cocinar para todos, sin que por ello reciban pago, ni que por eso les autoricen a compartir algunos de los escasos privilegios que tienen los hombres (la televisión por cable o el participar en las ceremonias del Viernes Santo, que es la principal festividad en este Cereso).

Eso pasa en el Cereso de Dolores Hidalgo, en donde funciona el Comité de Derechos Humanos y Orientación Miguel Hidalgo, A.C. (Codhomac), que a través de Angeles Magdaleno y Aarón Sandoval trabajan de manera voluntaria, y sin recursos, por defender los derechos de los internos.

Tienen poco éxito porque se enfrentan a la indiferencia y el desdén de los que ven a la cárcel como lugar de olvido donde debe refundirse a los que dañaron a la sociedad, para ser castigados sin miramientos. Buena parte de las cárceles mexicanas se han convertido en espacios privilegiados donde la autoridad abusa de su poder y en donde se reflejan las deficiencias del sistema de procuración e impartición de justicia, la falta de recursos, y la ignorancia de los derechos. Se castiga a los más pobres y en ocasiones a los inocentes.

No estoy abogando por la impunidad. Existen leyes y quienes las violan deben ser castigados, de acuerdo a la legalidad. Sin embargo, en parte del sistema carcelario se vive en esa esquizofrenia tan mexicana de una legalidad que no se cumple por ignorancia y por falta de recursos (aunque siempre hay la esperanza de que los señalamientos de Codhomac sean atendidos por las autoridades municipales, estatales y judiciales).

Estamos, entonces, ante un sistema desvertebrado en el que se incrementan las penas sin tomar en cuenta lo que pasa en las otras partes del sistema (policías, jueces y carceleros). Ya habrán estimado que crecerá el número de internos? Ya habrán considerado que puede congestionarse un sistema ya de por sí lento, sin recursos y que frecuentemente comete abusos? Si sólo se incrementa el castigo y se ignora que la cadena tiene otros eslabones, no disminuirá la criminalidad y se crearán otros problemas igualmente graves.

Nota. Con el respaldo de Codhomac, Fernando Ramírez Rosales hizo las entrevistas a los internos del Cereso. Los interesados en conocer los derechos de los internos deben consultar el Manual de derechos humanos del interno en el sistema penitenciario mexicano, preparado por un equipo coordinado por Miguel Sarre y publicado por la Comisión Nacional de Derechos Humanos (para recibirlo, escribir a Periférico Sur 3469, col. San Jerónimo Lídice, México, D.F. 10200).