En el marco del Festival de la Ciudad de México, y con el patrocinio de varias instituciones mexicanas y británicas, se presentó la compañía inglesa ``Cheek by Howl'' con la obra de John Webster. En el bien documentado programa de mano se dan bastantes datos acerca de la obra y del autor, así como de algunas circunstancias del mundo inglés renacentista situación de la mujer, tipos de esponsales, influencias italianas en lo que aquí se llama teatro de la venganzapara que el espectador mexicano ubique con facilidad el drama de este autor poco conocido entre nosotros y a quien T.S. Eliot calificó de ``genio literario y artístico muy grande, dirigido hacia el caos''. Es posible añadir algunos datos.Gran parte de la tragedia renacentista inglesa y de modo muy señalado esta Duquesa de Malfi se inscribe en lo que los estudiosos llaman la Tragedia de Sangre que durante mucho tiempo se atribuyó a la influencia de Séneca, el autor más conocido en este país y en esta época de los que conformaron la antigedad clásica, aunque haya quien ponga en duda esta influencia. Eliot, por ejemplo, prefiere suponer que muchos incidentes sangrientos y hasta repugnantes que los renacentistas ofrecían a la vista del público (a diferencia de los grandes autores griegos, que los preferían ocultos y narrados por un dolorido coro) se debían al gran influjo del teatro italiano, que para esas fechas contaba con grandes recursos escenográficos y de trucajes que le impelían a los espectáculos de toda índole, incluyendo los de violencia.
Desde luego que aquí existe una gran contradicción, porque los teatros públicos del Renacimiento inglés eran muy limitados en cuanto a estos recursos. Sea como fuere, el gusto por la violencia y por la sangre parece ser una herencia no del todo desaparecida, aunque es del conocimiento público la cantidad de señoras desmayadas que ocasionó una escenificación muy realista del horrible Tito Andrónico shakespereano presentada por Laurence Olivier.
Declan Donnellan, al frente de la compañía, no enfatiza, antes estiliza, la sangre y la violencia porque su montaje se dirige hacia otro propósito. Traslada el texto renacentista a la Italia del fascismo, quizás porque en esa época hubo las mismas posibilidades de corrupción y arrogancia, de exterminar en secreto al enemigo. También es posible, porque la presencia del Cardenal puede recordarnos las alianzas y complicidades de parte del alto clero católico con el Estado fascista. Queda muy claro, en última instancia, que la propuesta se encamina no sólo a revitalizar un clásico, sino a mostrar su vigencia a través del tiempo y, sobre todo, a mostrar otra faceta posible de la Duquesa.
A la pregunta que se hace Donnellan de si la Duquesa es en realidad una víctima, responde dotándola de singular ambigedad. Para ello desnuda la pasión incestuosa de que es presa Ferdinand, cuya culpa y no sólo los remordimientos por su crimen lo conducen a la locura final. En esta lectura, la Duquesa incita sensualmente a su hermano para lograr sus propósitos; juega con un fuego que habrá de calcinarlos a todos. El director británico demuestra así pertenecer al tipo de teatristas que ama tanto a sus clásicos que no se limita a ilustrarlos, sino que bucea en ellos para extraerles una nueva posibilidad nunca sacada de la nada: la Duquesa desde un principio se muestra como lo que en España se hubiera llamado una varona. Ella propone matrimonio a Antonio y ella toma las decisiones clave (como por cierto lo harían antes Julieta y otros personajes femeninos), todo lo cual está en el texto. Lo único que hacen el director y la espléndida actriz que es Anastasia Hille, es mantener esa actitud que de agonista la convierte en real protagonista, como queda explicitado en algunas escenas, por ejemplo la que tiene con los locos y en donde no demuestra el terror que hubiera querido producirle su vengativo hermano, sino una gran entereza, hasta mucha comprensiva compasión.
Sin proponer un escenario isabelino, sino a la italiana, el director conserva la parquedad de elementos escenográficos que tenían sus clásicos, con cambios de escena a la vista. Basa su montaje en la excelencia de sus actores a los que dota de gran expresividad aunque en principio cada uno tiene un modo de caminar y de estar en escena muy peculiar, muy propio y que de alguna manera caracteriza a su personaje. Es muy bueno que ahora que nos llegan tan pocas compañías extranjeras, las que vienen tengan este alto nivel y las podamos disfrutar aunque sólo sea un par de días.
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