De un modo o de otro, el controvertido gobernador tabasqueño Roberto Madrazo Pintado va a tener que abandonar el poder sin haber concluido su gestión. Habría sido mejor para todos que nunca hubiera estado en la Quinta Grijalva, salvo de visita, quizá. Pero llegó allí difícil y onerosamente, cargado de compromisos con quienes lo encumbraron mediante un escandaloso fraude electoral, y se aferra al cargo desesperadamente.
Su actitud después de conocer la sentencia adversa con que la Suprema Corte de Justicia de la Nación (SCJN) finiquitó la controversia constitucional promovida el pasado 2l de agosto principalmente por él, está cargada de absurdidad, pero sobre todo de cinismo. Por cierto, la palabra cinismo no tuvo siempre, como bien se sabe, el sentido moralmente peyorativo que hoy le es común. En un tiempo, fue la doctrina filosófica postsocrática de quienes predicaban la reducción al mínimo de las necesidades personales, para tener una vida simple y virtuosamente feliz. Recuérdese a Diógenes, quien por toda indumentaria usaba un tonel, y recuérdese que el mismísimo conquistador Alejandro le ofreció un día cuanto quisiera (digamos unos 70 millones de dólares) sólo en prenda de admiración, y que la respuesta del filósofo cínico consistió en pedirle que se apartara un poco para que no lo privara de la luz del sol. Pero Madrazo está lejos de ser un tardío cínico doctrinario; lo es en las acepciones, mucho más corrientes, de impudicia, desfachatez, desaseo y defensa y práctica de acciones vituperables.
Promover la controversia ante la SCJN para dejar a salvo un límpido sentido del federalismo y la soberanía estatal tabasqueña frente a los abusos de la PGR, fue un celebrable acto de cinismo. Su verdadera idea del federalismo se parece mucho a la que todos tenemos del caciquismo, y sobre su auténtica forma de defender la soberanía del estado pueden atestiguar eficazmente Pemex y quienes hace poco expusieron su integridad física y su libertad para detener el desastre ecológico y sus consecuencias. Lo que le interesaba, obviamente, era asegurarse la impunidad en el caso de las cajas de Andrés Manuel, pues los órganos locales de procuración e impartición de justicia están incondicionalmente a sus órdenes, además de que varios de quienes los operan son sus presuntos cómplices. En el dominio político, le interesaba tambin ganar tiempo e inventariar y probar sus fuerzas de apoyo; reconozcamos que no eran escasas ni despreciables.
Fue cínico, asimismo (dejando de lado su divertida demanda por secuestro en el DF), interponer tres recursos de reclamación, debidamente espaciados, para dificultar el proceso en la SCJN y retrasar la sentencia. Pero cuando ésta llegó, más de siete largos meses después, se desbordó el cinismo de Madrazo. Como abogado y creyente en el Estado de derecho, se declaró conforme con la decisión de la Corte y dispuesto a acatarla, porque no implica ``ni vencedores ni vencidos'', porque la PGR respetará la soberanía de Tabasco y porque ha resplandecido el federalismo.
Lo contrario es lo cierto. La resolución de la SCJN, que, debido a la enorme importancia jurídica y política del asunto, fue conocida, estudiada y emitida por la totalidad de los miembros del pleno de nuestro máximo tribunal de justicia, representa un duro golpe para Madrazo, una franca derrota. En la sentencia, la clave es la institución del sobreseimiento, que sin mucha ortodoxia podría traducirse al lenguaje común como la cesación de la acción jurídica por improcedencia. En la demanda de controversia, los argumentos de Madrazo, el procurador general de Justicia de Tabasco y el Presidente del Congreso, estaban dirigidos a demostrar la invasión de esferas de competencia para evadir a la PGR. Ninguno valió.
En los puntos resolutivos, se sobreseen en el juicio (es decir, son descartados) el gobernador y el procurador por carecer de legitimación procesal, lo que significa que eran unos aventureros. Esa legitimación sólo se le reconoció al presidente del Congreso, por estar facultado por los otros legisladores para promover la contienda (cosa de la que, admito, no tenía yo noticia). Se sobresee respecto del artículo 10 del Código Federal de Procedimientos Penales, porque no se encontró ningún acto de aplicación de ese precepto. Se sobresee en relación con el Presidente de la República porque, habiéndosele atribuido el carácter de demandado, no se reclamó ningún acto que pudiera haber realizado u ordenado este alto funcionario. Finalmente, se declara la procedencia de la controversia constitucional en cuanto fue promovida por el presidente del Congreso local, peroo se decide que la parte demandante no probó su acción y que la investigación de delitos por el Ministerio Público Federal no afecta en modo alguno la autonomía estatal ni viola otras disposiciones de la Constitución.
De modo que la PGR debe continuar con las indagatorias y establecer, respecto de la denuncia presentada el l3 de junio del año pasado por el PRD en relación con el insultante gasto de campaña de Roberto Madrazo Pintado, el origen de los recursos y si se cometieron delitos federales, según todo lo indica, y aun si hubo delitos del fuero común que tengan conexidad con aquéllos. Así pues, para la PGR y la opinión pública, el gobernador de Tabasco es un presunto delincuente. Pero por ahora él prefiere verlo todo desde el Olimpo del cinismo porque, si lo viera como es, se le congelaría la sonrisa.