Víctor Flores Olea
Los silencios del gobierno

Experiencia rica la reunión de San Cristóbal las Casas en la primera etapa del diálogo sobre Democracia y Justicia. Rica porque se dio realmente variedad y calidad en buen número de ponencias, que dibujaron al menos los primeros trazos de lo que pudiéramos llamar un ``proyecto de nación'' en los campos político y social.

No intento aquí un resumen de lo dicho porque inevitablemente traicionaría los matices, la reflexión muchas veces original y creativa de quienes participaron en los diversos temas. Me concretaré a decir que la tendencia, en general, fue la de privilegiar las acciones de la sociedad civil por arriba de las iniciativas de partidos políticos y gobierno. No me detengo a discutir la cuestión porque nos llevaría demasiado lejos.

Deseo subrayar más bien frente a la riqueza de propuestas y sugerencias el contraste que causó el lamentable silencio que decidió asumir la parte gubernamental: así, lo que supuestamente hubiera sido un diálogo se convirtió en ominoso para el gobierno monólogo, en que sólo se escuchó a una de las partes mientras la otra hacía de invitada de piedra.

Es claro que la intención gubernamental fue ``táctica'', seguramente para ``minimizar'' la importancia del encuentro. Con el propósito además de no ``precipitar'' compromisos que pudieran ser contradictorios con los acuerdos que se tejen en la mesa de discusión de Barcelona sobre la reforma electoral, entre los partidos y el gobierno.

Esa consideración ``táctica'' resultó sin embargo ``estratégicamente'' desastrosa para el gobierno no sólo para la delegación oficial que hizo acto de presencia en San Cristóbal de las Casassino en realidad para el gobierno en su conjunto, para el significado y papel que juega en la actualidad en la vida mexicana. Inclusive ``tácticamente'' fue error de principiante dejar todo el espacio y toda la voz a la contraparte.

Algunos delegados se sintieron ofendidos por el silencio gubernamental de granito. En efecto, ese silencio no dejó de tener una entraña agresiva, me parece no tanto para los delegados en todo caso no para mí, casi ``natural'' en vista de quienes representaban al gobierno, sino para su contraparte, la delegación del EZLN. Pero más allá del agravio de circunstancia, el silencio de la delegación del gobierno federal es reveladora y simbólica de un silencio más profundo, de una ausencia y de un mutismo más profundo: el de la ausencia de todo proyecto gubernamental, el de la carencia de una articulación mínimamente consistente en el plano de las ideas políticas y sociales, de una propuesta coherente dirigida a la sociedad mexicana.

Algunas preguntas: por qué se envió a una delegación de tan disminuido nivel a esas pláticas? Tal es la importancia que el gobierno otorga al diálogo de paz en Chiapas? O verdaderamente no se cuenta, como se dice, con ``otros recursos humanos'', o no se les destina a ese fin? O el gobierno positivamente carece de propuestas que satisfagan las exigencias sociales que se discuten y formulan en todos los tonos, en tales foros? Tal vez la respuesta tenga que ver con las anteriores interrogantes combinadas.

Y eso es lo grave, el aspecto lamentable, vergonzoso, de la situación.

El hecho más notable de estos diálogos de San Cristóbal de las Casas es que suponen una ``negociación'' que comporta ``acuerdos'' en beneficio del país en su conjunto: proyectos del más variado tipo, iniciativas múltiples, en el plano político, social y cultural. Pero resulta que esos ``acuerdos'' son en su gran mayoría materia directa de las responsabilidades del Estado, obligaciones inmediatas y evidentes, ``normales'', del gobierno de la República, de un gobierno realmente decidido e interesado en atender necesidades sociales que son incuestionables.

``Negociar'', aun cuando sea con rebeldes, un conjunto de iniciativas que se refieren a las autonomías y a los derechos culturales de los pueblos indígenas? ``Acuerdos'' cuyo contenido casi siempre alude a elementales servicios educativos y culturales? ``Negociar'' con ellos los términos de un avance democrático en el país y básicas medidas de justicia social? Ciertamente extremando el ejemplo, pero podemos imaginar a Lázaro Cárdenas ``negociando'' con los campesinos la reforma agraria? Tanto hemos retrocedido? Y todavía guardar sepulcral silencio, como ahora?Para decirlo en una palabra: siempre me han sorprendido estas '``negociaciones'' que pertenecen precisamente a la función pública, a elementales obligaciones de la República? No es precisamente función primaria del gobierno poner en obra estos ``acuerdos'' que ahora se pactan? De qué se trata? Ahora sí: guardar silencio es un agravio mayor porque pareciera que ni siquiera se reconocen esas elementales obligaciones. Mostrándose eso sí, otra vez!, hasta qué punto tenemos un gobierno sin proyecto, sin imaginación, sin verdadera noción de sus responsabilidades públicas.

Y hasta qué punto carecemos de hombres de Estado y de políticos con una mínima visión de estadistas. En lugar de resolver, de ejecutar, de decidir y construir, es preciso esperar a que se ``acuerden'' los términos de un diálogo, y eso precisamente a partir de un equipo gubernamental francamente muy desarmado intelectualmente, sin jerarquía administrativa para tomar decisiones y asumir compromisos de alguna importancia.

Silencios lamentables, ignorancia de la verdadera función pública, vergonzosa ausencia de proyectos, carencia de mínimas propuestas de un Estado que sin duda lo ha sido, en ciertos momentos, con tradición e inteligencia, inclusive con capacidad de vanguardia, capaz de ir adelante resolviendo los problemas de México. Ahora no, el silencio y el vacío, y en el mejor de los casos la tímida concesión, como si fuera acto gracioso y no obligación elemental del Estado, del gobierno de la República.

Y, para colmo, al lado de ese silencio de piedra, pusilánime y casi primitivo, el ruido de las balas que siguen asesinando campesinos en la región, como parte de lo que es una guerra de baja intensidad y de desgaste en que siguen muriendo mexicanos por debajo de la fachada de paz. Otra de nuestras máscaras? Dialogar cuando ocurren muertes de mexicanos en las regiones vecinas a los locales de los civilizados encuentros?Alguien propuso que era tiempo de que el EZLN depusiera sus armas. Y por qué no se propone que depongan también las armas las guardias blancas que infestan la región? Eso, que durante décadas ha costado más sangre y sufrimiento que las armas zapatistas, esa maquinaria de asesinatos impunes ha de seguir existiendo?Verdad que no es difícil percibir las contradicciones que rodean este diálogo y estas negociaciones entre el gobierno federal y el EZLN?