Paulina Fernández
Encuentro en La Realidad

Diariamente oímos o leemos algún comentario, opinión o referencia acerca del neoliberalismo, y si generalmente se trata de una crítica, no es por casualidad. Quienes lo defienden prefieren no llamarlo por un nombre ni identificarlo como un modelo para no explicar cómo se encuentran articuladas sus partes, para no evidenciar lo poco que tiene que ver con las iniciativas de cada gobierno nacional, para no tener que defender abiertamente la irracionalidad y la injusticia intrínsecas de esa modalidad de acumulación del capital.

A pesar de que la aplicación de las políticas neoliberales, llamadas también de globalización, se ha extendido durante más de dos décadas, todavía es escasa la producción académica o intelectual sobre el tema, y mucho más raro es encontrar entre las organizaciones sindicales, populares, campesinas, indígenas, estudiantiles y hasta políticas un análisis que permita comprender en qué consiste el llamado neoliberalismo.

Como extraña excepción, el Ejército Zapatista de Liberación Nacional ha insistido en la necesidad de discutir y analizar las características del neoliberalismo y sus efectos en la mayoría de la población desde hace tiempo; sus principales demandas se inscriben en este planteamiento. El 1 de enero de 1994 fue una fecha escogida, entre otras razones, para levantarse contra uno de los símbolos de éxito de los impulsores de ese neoliberalismo que es el Tratado de Libre Comercio de América del Norte. En gran medida, la solidaridad internacional con el EZLN se explica por los problemas comunes que la globalización provoca en sociedades distantes y distintas entre sí.Las reuniones preparatorias del Encuentro Intercontinental por la Humanidad y contra el Neoliberalismo convocado por el EZLN, que se inician con la continental americana preparada para desarrollarse en La Realidad, Chiapas, durante la semana conocida como Santa, tendrán la virtud de permitir el intercambio no sólo de conceptos y análisis académicos, intelectuales, sino de confrontar éstos con las experiencias de los más diversos grupos sociales, los cuales seguramente encontrarán en otros países primero, y en otros continentes después, el reflejo de los problemas que tienen en el propio.Contrariamente a las prácticas de los grupos gobernantes que prefieren ignorar a la mayoría de la población sobre la cual deciden, la sociedad civil debe empezar a intercambiar experiencias, tanto de cómo están resintiendo o padeciendo los pueblos de otros países las políticas neoliberales, como de las respuestas que se han estado dando para resistir y luchar contra esas mismas políticas. Quizá la mayor aportación que pueda esperarse de una reunión internacional de esta naturaleza es conocer mejor esa realidad que se quiere transformar, y saber que la situación propia no es única.

Los grupos dominantes han querido imprimirle al neoliberalismo un gran sello de fatalismo al difundir constantemente la idea de que no hay otro ni mejor camino para conducir la economía y la política, independientemente de los costos sociales. Presentar al neoliberalismo como una determinación inevitable lleva la intención de debilitar toda resistencia, de derrotar por anticipado a los pueblos, de inhibir cualquier iniciativa de lucha. Frente a esa idea dominante, Encuentros de la magnitud, y con la calidad y variedad de participantes que representarán a diversos países del Continente Americano, deben servir para ir construyendo una propuesta alternativa en sus diferentes aspectos, pero no una alternativa cualquiera, sino una que se ubique del lado de la humanidad, o de la mayoría de ésta, que es a la que han estado sacrificando las políticas neoliberales.