Nuevas amenazas de muerte a Teresa Jardí
Rosa Rojas María Teresa Jardí, defensora de derechos humanos, recibió nuevas amenazas de muerte. Tres sujetos secuestraron el pasado miércoles al asistente de su hijo Julián, Héctor Gutiérrez Ugalde, lo llevaron a una ``casa de seguridad'', lo golpearon salvajemente y le indicaron: ``Dile a esa pinche vieja que con todo y su soldadito nos la vamos a chingar, y también a su hijo por pendejo''.
Al denunciar lo anterior, consideró que esas nuevas amenazas ``son parte de lo que le está pasando a toda la gente vinculada a la defensa de los derechos humanos y a la que escribe, que hace crítica''.
Hay ``desde la Presidencia de la República falta de respeto a la lucha por los derechos humanos, y ha permitido una campaña de desprestigio, desde los propios cuerpos policiacos, contra los defensores de los derechos humanos acusándolos de ser protectores de delincuentes''.
Jardí, quien actualmente se desempeña como responsable del Departamento de Derechos Humanos del Fondo para la Asistencia, Promoción y Desarrollo, institución de asistencia privada, comentó que no le cabe duda que estas nuevas amenazas están relacionadas con los artículos que publica en este diario, en los que ha denunciado la ineficiencia, corrupción y militarización de los cuerpos policiacos, así como la intención oficial de imponer un ``estado policiaco''.
Mencionó que en los últimos días una patrulla de la Procuraduríade Justicia del Distrito Federal ha permanecido estacionada cerca de la puerta de su oficina, y sigue a la gente que sale de la misma.
Subrayó que en estas acciones hay además dos mensajes: uno, que los sujetos que las perpetraron actúan con la más abierta impunidad, por lo que no les importa que se sepa que tienen una ``casa de seguridad'', y segundo, que no les importa que un militar la esté escoltando.
Explicó que esta escolta le fue asignada por la Secretaría de la Defensa a pedido del procurador de Justicia del Distrito Federal, después del asesinato del magistrado Abraham Polo Uscanga y a raíz de las declaraciones que ella hizo, en el sentido de que ``fue un crimen de Estado con claros ejecutores encubiertos por el poder''.
Por su parte, el Centro de Derechos Humanos Miguel Agustín Pro Juárez hizo circular ayer una denuncia urgente, en la que afirmó: ``Esta agresión contra Héctor Gutiérrez Ugalde y las amenazas contra la prestigiada defensora de los derechos humanos Teresa Jardí, su hijo y colaboradores, agrava el clima de violencia social y política que se vive actualmente en todo el país''.
Agregó que ``esta situación de inseguridad y zozobra provocada por diferentes fuerzas policiacas que atacan impunemente a defensores de derechos humanos, dirigentes sociales y políticos y ciudadanos en general, podría llegar a frustrar la incipiente reforma del Estado que actualmente se está discutiendo en diversos espacios de la sociedad mexicana y que, aunque limitada, contribuiría a avanzar en el restablecimiento del Estado de derecho en México''.
Gutiérrez Ugalde, quien es secretario de Julián Andrade Jardí en la Comisión Nacional de Derechos Humanos, presentó en la agencia 50 del Ministerio Público de esta ciudad una denuncia por privación ilegal de la libertad, lesiones y amenazas cometidos en su agravio, y se abrió la averiguación previa 50/ACI/384/96-03.
En la misma se asentó que la tarde del 27 de marzo, en Coyoacán, fue detenido por tres desconocidos que viajaban a bordo de un automóvil Spirit blanco, quienes violentamente lo introdujeron y lo colocaron boca abajo y así inmovilizarlo e impedirle que viera hacia donde lo conducían.
Minutos después lo bajaron del vehículo y condujeron a una casa. Ya dentro, preguntó a los secuestradores a qué corporación policiaca pertenecían, y la respuesta fue una brutal golpiza; fue despojado de sus pertenencias un poco más tarde fue golpeado nuevamente, y luego uno de ellos le dijo: ``Y dile a esa pinche vieja que con todo y su soldadito nos la vamos a chingar, y a su hijo también'', aludiendo claramente a Teresa Jardí y a su hijo.
Posteriormente fue subido de nuevo al auto, colocado en posición similar a la anterior y trasladado al pie de la sierra del Ajusco, en las cercanías del Distrito Federal, donde fue arrojado fuera del coche; en el suelo, boca abajo, los sujetos le advirtieron que lo matarían si hacía cualquier movimiento, luego abordaron el vehículo y se retiraron del lugar.
Héctor Gutiérrez Ugalde se incorporó y comenzó a caminar hacia la ciudad, cuando eran, aproximadamente, las tres de la madrugada del jueves 28 de marzo.