Ahora resulta que, luego de meses de una polémica nacional, de expresiones masivas, sectoriales e individuales, de audiencias públicas en la Cámara de Diputados, de foros y debates, de artículos y conferencias, la cuestión de la petroquímica no tiene tanta importancia.
No quiero repetir lo que mucho se ha dicho; sólo quiero, primero, recordar algunos de los usos novedosos, en buena medida usos futuros, que hacen de la petroquímica un área vital para el desarrollo futuro del país. Y quiero empezar por eso, porque los primeros productos petroquímicos cuyo uso se generalizó entre nosotros no eran precisamente símbolo de calidad. Decir que algo era ``de plástico'' sigue siendo, a menudo, un símbolo de mala calidad. Las fibras sintéticas en la ropa han tenido, a diferencia de las naturales, el inconveniente de no absorber la humedad ni el sudor, con lo cual una camisa u otra prenda de fibra sintética en clima caluroso equivale a llenarse de sudor sin que siquiera la tela absorba parte de él, sino que ésta actúa como estimulante de más sudor.
Hoy se tienen, sin embargo, además de otros con muchas aplicaciones más, petroquímicos que no tienen los inconvenientes mencionados. Hay tejidos sintéticos que absorben la humedad mejor que los naturales, que se usan para minitoallas o incluso para prendas de vestir ``normales'', sin los inconvenientes mencionados. Hay otros productos derivados del petróleo de una dureza y calidad tal que se les usa, como en el caso del policarbonato, incluso en ventanas y parabrisas de los llamados ``a prueba de balas''. En otros casos, la combinación de bajo peso y alta resistencia hizo que se les seleccionara para partes de máquinas, componentes de automóviles e incluso, en la variante que emplea refuerzo de fibras (como fibra de vidrio), para hélices de los nuevos modelos de generadores de electricidad con la energía del viento. Estas hélices resisten esfuerzos enormes, pues miden, en los prototipos más recientes, del orden de 60 metros de diámetro (la altura de un edificio de 20 pisos).
El otro elemento que quiero agregar se refiere a la diferencia que objetivamente existe entre lo que se ha llamado petroquímicos básicos, y los llamados secundarios. Esta diferencia objetiva no desaparece con ``rebautizar'' o cambiarle de nombre a las cosas, mediante las llamadas ``reclasificaciones''.
Muchos de los petroquímicos que directamente se derivan del petróleo, el gas natural que lo acompaña o el que se encuentra en yacimientos por sí mismo, y los refinados o derivados directos de ambos, pueden producirse, y de hecho se producen, como parte de las operaciones petroleras. Parte del etileno y montos sustanciales de propileno y butileno todos los cuales son también hidrocarburos, o sea, que contienen exclusivamente carbono e hidrógeno salen de plantas desintegradoras de petróleo, dentro de las refinerías, y tienen el propósito específico de producir gasolinas de más alto octanaje. El reformado de naftas, operación normal de las refinerías, produce cantidades importantes de benceno, tolueno y xilenos, los cuales pueden ser usados tanto en la elevación del octanaje de las gasolinas, como para fabricar una cantidad de materias primas industriales. En el proceso, empleado en las refinerías petroleras, de desintegración con vapor, se generan, además de los petroquímicos mencionados, cantidades de butadienos. El reformado con vapor da lugar a amoniaco y metanol, bases de cadenas petroquímicas.
Cuando estos productos son fabricados en complejos similares en principio a las refinerías, también se obtienen refinados, como gasolina y gas, en la producción de los petroquímicos.
Hay una diferencia sustancial entre esta primera fase de la petroquímica, en la que una sola instalación, de enormes dimensiones, da lugar a muchos productos distintos, y las siguientes fases de transformación. Estas últimas emplean métodos químicos convencionales y por lo mismo pueden producir, sin una desventaja importante en productividad o rentabilidad, una gran variedad de bienes en plantas relativamente pequeñas y dispersas.
Si hoy se quiere borrar por decreto esas enormes diferencias, y vender los complejos petroquímicos de Pemex, mañana se querrá, con pretextos similares, vender también las refinerías. En ambos casos se producen tanto refinados (gasolina, gas y otros) como petroquímicos del estilo de los ejemplificados aquí. La diferencia son sólo las proporciones.