Boff: la teología de la liberación ``sigue viva y más presente''
José Antonio Román Las diferencias de la teología de la liberación con obispos y algunos sectores del Vaticano se deben fundamentalmente a que muchas veces la Iglesia católica no se ha mostrado suficientemente solidaria con los sectores sociales más pobres y marginados, señaló Leonardo Boff, uno de los principales exponentes de esta corriente.
Contrario a lo declarado por el papa Juan Pablo II, afirmó de manera categórica que la teología de la liberación ``sigue viva, no está agonizante ni mucho menos ha muerto''. Incluso, ante la situación de pobreza agravada por el actual modelo económico y de acumulación del capital, se alarga su horizonte para el siglo venidero.La vía armada que han escogido varios grupos en América Latina incluyendo al movimiento zapatista en Chiapas es una elección de autodefensa ante una violencia primera de ``explotación excesiva''. Es claro que los zapatistas y otros como ellos no eligen esta opción porque quieren, sino porque no hay otra alternativa para sobrevivir.
Leonardo Boff, quien en junio de 1992 se retiró del sacerdocio jerárquico como religioso franciscano debido a fuertes y prolongadas diferencias con el Vaticano, y cuya decisión causó conmoción en un amplio sector del ambiente religioso, llegó ayer a México para impartir el seminario Teología de la liberación y crisis.En conferencia de prensa el teólogo brasileño habló sobre el presente y futuro de esa controvertida corriente, del papel que en este momento debe asumir la jerarquía eclesiástica y de la tendencia mundial de agravamiento de la pobreza en que viven millones de seres humanos.
La gran teología de final de siglo, en dos tercios de la humanidad, será precisamente, dijo, la de la liberación, porque es la que plantea las grandes cuestiones de la vida, de los medios para vivirla dignamente, no sólo para unos cuantos privilegiados, sino para todos: ``La teología seguirá viva y estando presente no porque nosotros lo digamos, sino porque seguirá habiendo pobres que se resisten a aceptar el veredicto de muerte dictado por el orden del capital''.
Afirmó que el obispo de San Cristóbal de las Casas, Samuel Ruiz García, ``representa lo mejor de la Iglesia mexicana, y es un punto de referencia de todas las iglesias''. Es un obispo, agregó, que se define dentro de una pastoral de liberación, que tiene una posición profética universal por su compromiso con la causa indígena, impulsando también una apertura política para hacer justicia a esos pueblos.A pregunta expresa, reconoció que existe el riesgo de una confrontación enorme entre los pocos ricos del Norte y los millones de pobres del Sur. El sistema de acumulación mundial del capital, afirmó, exige cada dos días ``sacrificios humanos'' similares a los de Hiroshima y Nagasaki. Cada 48 horas 200 mil personas ``mueren en el altar del mercado'', y eso es una perversidad.
``Hay un desarrollo mundial fantástico innegable, pero ese desarrollo es profundamente inhumano porque es injusto. Entonces, lo que han hecho los zapatistas, exactamente el día en que entraba el Nafta (Tratado de Libre Comercio), que favorece al capital y excluye a los pobres y marginados, es un símbolo que puede animar a muchos oprimidos que se están organizando en este continente y en otras partes del Tercer Mundo''.
Sostuvo que esta decisión de la vía armada es para organizar políticas de resistencia y liberación y con ello obligar a los países ricos a tener más compasión, a tener políticas más justas en el mercado mundial que permitan a los hombres vivir dignamente. ``Entonces, yo diría que la vía armada escogida por estos grupos es una antiviolencia contra una violencia primera, más fuerte e histórica que hay que denunciar''.
Sobre el papel de la jerarquía eclesiástica en la situación de pobreza de América Latina, Boff estimó que ésta debe asumir su función de pastor e imitar al Dios de las Escrituras, que es un Dios que escucha el grito del oprimido, y lo escucha para intervenir, para denunciar la perversidad de un tipo de desarrollo hecho a costa de las grandes mayorías.
Sin embargo, aclaró que la jerarquía no sólo debe quedarse en la denuncia, sino apoyar a los grupos que resisten, a los que se están organizando en sindicatos, a las asociaciones de barrios, de derechos humanos y a las comunidades cristianas que se articulan a nivel nacional, para organizar su conciencia de que el pueblo debe ser el forjador de su propio destino e historia.
Estimó que la función de los obispos es estar de parte de la justicia social, de las víctimas, de los pobres, de los oprimidos, reforzando junto con otras fuerzas el mensaje del Evangelio. Hacer esto, aclaró, no es hacer política, sino impulsar y promover una evangelización liberadora, es cumplir su misión de pastor.
Boff evadió responder de manera directa si la jerarquía eclesiástica en América Latina está cumpliendo con este papel. ``No quiero entrar en la política, sea civil o eclesiástica. Yo sé que aquí se realizó en Puebla el gran encuentro latinoamericano que bautizó y confirmó su opción por los pobres''. Expresó su deseo de que los obispos y cristianos mantengan viva la memoria de esa tercer conferencia del Episcopado Latinoamericano.Acerca de las barreras que enfrenta actualmente la Teología de la Liberación, Boff afirmó que muchas personas no alcanzan a entender todavía que la pobreza no es natural ni querida por Dios, por lo que es necesario hacer un trabajo de concientización debido a que muchos se resignan apenas a sobrevivir.
Agregó que hay una enorme tradición de la Iglesia católica, y de los cristianos, que no ha manifestado sensibilidad por lo social. Viven un cristianismo más familiar, íntimo y poco articulado con la justicia social a la luz del Evangelio. Muchos cristianos tampoco saben articular el discurso de la sociedad con el discurso de la fe, y no saben ver que el Evangelio propone grandes ideales sociales que ayudan a cuestionar a la sociedad.
También hay muchos obispos que tienen una actitud más tradicional y hay teólogos que son más clásicos, están más en la academia, en la facultad de teología que al lado del pueblo, y les cuesta poner un pie en la masa y otro pie en la escuela.
Estimó que en los últimos 15 años la teología de la liberación ha mostrado su eficacia y se ha transformado en un teología de las distintas iglesias, no solamente de la católica, de muchos grupos indígenas que ven en ella una fuente de inspiración. ``Por eso creo que tiene futuro, no porque nosotros lo decimos, sino porque los retos de esta teología son los grandes retos del siglo futuro, que es de los pobres''.