Integración y globalización económicas se han vuelto términos de manejo obligado en el lenguaje de los estudiosos de las ciencias sociales. En ese sentido, comúnmente se considera que nunca antes se observó tan intenso volumen de transacciones comerciales entre países. Esto hay que tomarlo con cierto cuidado.
De acuerdo con un artículo reciente del influyente economista Paul Krugman (``Growing world trade: causes and consequences'', Brookings Papers on Economic Activity, l:1995), sólo se puede hablar de aumento importante de la integración comercial a partir de 1973, año en el que el volumen del comercio internacional relacionado con el producto mundial alcanzó el nivel que observó 60 años atrás.
En ese año (1913), el porcentaje de exportaciones de bienes respecto del producto mundial fue de 11.9 y se redujo hasta 7.1 en 1950. A partir de ese año y hasta 1973 se recuperó al alcanzar 11.7, nivel ligeramente inferior que el del año base. A partir de entonces creció sostenidamente hasta llegar a 14.5 en 1985 y 17.1 en 1993.
Sin embargo, es evidente que estos datos dejan de lado aspectos sumamente relevantes de las nuevas tendencias del comercio de bienes, que de acuerdo con el autor referido son cuatro. La primera se refiere a la elevación del comercio intraindustria, que se observa en el comercio de productos similares entre países similares. Esto se explica porque la manufactura de productos es ahora más compleja que nunca, lo que a su vez exige de gran variedad y especialización de bienes intermedios y de capital. La segunda tendencia del comercio internacional se asocia a la desintegración vertical de la producción, en el sentido de que también por la razón anterior la generación de una unidad terminada tiende a lograrse como consecuencia de la participación de diversas plantas ubicadas en diversos países. Incluso este proceso puede ir y regresar al mismo país varias veces, lo que contablemente genera un incremento de las transacciones aunque se trate finalmente de la generación de una unidad de producto. Otra tendencia es que han aparecido lo que Krugman denomina economías superexportadoras, las cuales llegan a exportar bastante más del 50 por ciento de su producto interno bruto. Hacia 1990 había al menos cinco países que cumplían con esa característica: Singapur, con 174; Hong Kong, 144; Malasia, 78; Bélgica, 70, e Irlanda, 64 por ciento. La última tendencia se refiere a que ha aumentado sustancialmente la participación de los países de salarios bajos en las exportaciones de manufacturas.
Todos estos puntos son, sin duda, interesantes y exigen de mayor investigación, sobre todo porque nuestro país está inserto desde hace más de 10 años en un proceso cada vez más intenso de integración comercial y de servicios financieros.
Hay un aspecto que el autor no trata pero que resulta de la mayor relevancia. Entre 1950 y 1973, que corresponde al periodo de recuperación del comercio internacional, se observó una asociación positiva en la dinámica del comercio internacional, rápido crecimiento de la gran mayoría de las economías del mundo y aumento de la ocupación y de los salarios. La fase siguiente, que comienza en ese año y que corresponde a una gran elevación del crecimiento del comercio internacional, al grado tal que supera los niveles históricos alcanzados a principios de siglo, se caracteriza por una tendencia contraria a la fase anterior, en la medida que la gran mayoría de los países del mundo, quizás con la excepción de los del sudeste asiático, vienen sufriendo de lento crecimiento y de un empeoramiento de sus indicadores socioeconómicos.
Parecería que si bien siempre han existido asimetrías en cuanto a la generación y a la apropiación de la riqueza, en la fase 1950-1973 la recuperación del comercio internacional, en cierto modo, acompañó (no sé si generó) un mejoramiento general de los indicadores de bienestar. Sin embargo, la aceleración del comercio exterior en la segunda fase ha ido aparejada de un empeoramiento de las condiciones de la gran mayoría de los países.
Habría que recuperar los factores novedosos ya descritos (y quizás algunos más) para tratar de encontrar la explicación de este resultado.