Con la constitución de Petroquímica Mexicana SA de CV (Petromex), la sociedad intenta recuperarse del descontón neoliberal propinado por la administración del presidente Ernesto Zedillo y se apresta a proteger los bienes nacionales.
Al difundirse este proyecto social, las reacciones no tardaron en aparecer y entre ellas las que pretenden ridiculizar a los promotores de esa empresa, caricaturizando aquella histórica imagen de marzo de 1938, cuando una mujer campesina regaló a doña Amalia Solórzano de Cárdenas un par de gallinas para contribuir a la indemnización de las transnacionales petroleras expropiadas por el general Lázaro Cárdenas unos días antes.
Huelga decir que lo realmente valioso de esa acción no fue la aportación económica en sí, que ofrecía la mujer campesina al regalar sus aves, sino el simbólico valor agregado que aportan las gallinas.
Y como cada quien ofrece lo que le sobra, un grupo de mexicanos nacionalistas (todavía los hay!) se organizan rápidamente para responder a la decisión gubernamental de desincorporar una porción más de la soberanía nacional.
La emisión de bonos para que la sociedad aporte recursos económicos y, con ellos, asuma el control de las plantas petroquímicas en venta, se convertirá, también, en un valioso mecanismo de consulta que permita ponderar si los mexicanos están o no de acuerdo con que el gobierno venda sus bienes. Se trata, pues, de un acto soberano para rescatar un grupo de empresas altamente redituables en lo económico y lo social.
En este contexto, los responsables del proceso privatizador de las plantas petroquímicas secundarias que administra Pemex no convencen a nadie sobre las supuestas justificaciones económicas que avalan la desincorporación.
De hecho, la propia paraestatal reconoce que las 61 empresas que pretende enajenar resultan mucho más productivas y rentables que las que conservará para sí, esto es, las de petroquímica básica.
En 1995, con una inflación anual acumulada de 51.9 por ciento y en el vórtice de la crisis, Pemex-Petroquímica --que administra las 61 plantas en venta-- reportó los siguientes incrementos en sus principales indicadores financieros: in-gresos totales, 106.5 por ciento; ventas internas, 112.9 por ciento; ventas interorganismos, 113.52 por ciento; exportaciones, 58.7 por ciento; compras interorganismos, 85.4 por ciento; importación de productos 22.09 por ciento; gastos de operación, 39.12 por ciento (en términos reales, uno por ciento menor que el de 12 meses atrás); los resultados pasaron de una pérdida de 340 millones en 1994 a una ganancia de 2 mil 82 millones en año después.
Al mismo tiempo, las utilidades obtenidas por las 61 plantas de petroquímica se-cundaria administradas por Pemex resultaron 57.49 por ciento superiores a las reportadas por Pemex Gas y Petroquímica Básica (que aún no entran al proceso privatizador): 2 mil 82 contra mil 322 millones de pesos, en cada caso.
De acuerdo con la información de Pemex, los resultados de operación de las plantas petroquímicas en venta ``fueron altamente satisfactorios'' y las utilidades obtenidas alcanzaron un nivel de primera importancia, a pesar ``del apoyo otorgado por el organismo a la industria petroquímica nacional (privada), al absorber en el precio de sus productos una parte importante del efecto devaluatorio; el monto del apoyo se estima en mil 796 millones de pesos, equivalente al 86 por ciento de las utilidades reportadas''.
Una de las grandes paradojas de la decisión gubernamental de vender las plantas petroquímicas se anota en la Memoria de Labores de Pemex correspondiente a 1995, difundida el 18 de marzo pasado: ``Los centros de trabajo que generaron mayores utilidades fueron La Cangrejera, Morelos y Cosoleacaque, con mil 106, 871 y 740 millones de pesos, respectivamente''. El monto equivale a unos 363 millones de dólares.
Si los desincorporadores gubernamentales esperan obtener alrededor de 6 mil millones de dólares (45 mil millones de pesos a precios actuales), eso quiere decir que el precio promedio ponderado de cada una de las 61 plantas petroquímicas a vender sería de 98.36 millones de dólares (737.7 millones de pesos). Con esos recursos, no cabe duda que la crisis desaparecería en segundos.
Así, la empresa (Petromex o cualquier trasnacional participante en el proceso) que resultara ganadora en la licitación de --por ejemplo-- Cosoleacaque podría recuperar su inversión en tan sólo un año, o poco menos de cinco meses si se tratara de La Cangrejera.
Seguridad nacional y energética
Dieciocho meses atrás los especialistas mexicanos hablaban a uno de los oídos del presidente electo Ernesto Zedillo: ``La seguridad energética del país no puede, ni nunca podrá, disociarse de la fortaleza de las entidades que producen energía... El fortalecimiento competitivo de nuestras empresas energéticas, por la vía de la autonomía de gestión, el mejoramiento institucional, la garantía de crecimiento acorde con las necesidades nacionales, la suficiente disponibilidad de recursos de inversión para capitalizar el sector, su mayor eficiencia técnica, administrativa y operativa son, todos, elementos sustanciales de la política energética que deberá instrumentarse a partir de ahora... En suma, el fortalecimiento del sector energético nacional reclama el decidido fortalecimiento de sus paraestatales (Pemex, CFE y LFC) a través de la elevación de su competitividad y eficiencia productiva...''
Por el otro oído le hablaba el Fondo Monetario Internacional.
Carlos Fernández Vega - [email protected]