La Jornada Semanal, 31 de marzo de 1996


Revueltas, mesianismo periodístico

Álvaro Ruiz Abreu

Álvaro Ruiz Abreu es autor de la novela El puerto bajo la bruma y de una extensa biografía de José Revueltas, Los muros de la utopía. Ha sido profesor invitado en la Universidad Autónoma de Barcelona y actualmente prepara un libro de viajes por su estado natal, Tabasco. En este ensayo, explora dos perfiles no muy estudiados de Revueltas: el guionista de cine y el cronista de nota roja.



Por qué has derramado la vida? Por qué has vertido en cada copa tu sangre, por qué has buscado como un ángel ciego, golpeándose contra las puertas oscuras?

(Pablo Neruda junto al cadáver de su amigo Silvestre Revueltas)

I

El trabajo periodístico de José Revueltas (1914-1976) comenzó en El Popular,* periódico de oposición en el que halló un espacio adecuado para expresar sus inquietudes sociales y políticas; allí se inició en lo que Gutiérrez Nájera llamó "oficio de galeote". No fue solamente un empleo, sino una escuela literaria en la que practicó con feracidad y unción los más diversos géneros: la crónica y el reportaje, reseñas de cine y de libros, semblanzas de escritores y de ideólogos, y sobre todo la nota roja. Dijo en una entrevista: "Por cierto, el director un día me encargó cambiar el estilo de la nota roja. Darle un giro literario, no sensacionalista."

En sus manos, la nota roja deja su tono sensacionalista y se convierte en crónica del alma humana. Revueltas era un joven escritor que había hecho periodismo proselitista en las publicaciones del Partido Comunista Mexicano hasta que llegó a El Popular, dirigido por Vicente Lombardo Toledano. Fue su primera época, de la que ha dejado muestras evidentes de un periodismo vivo y audaz, confiable, que entraba de lleno en la conducta del individuo criminal, ladrón o marginado social y le daba una dinámica social, psicológica.

El joven reportero mira el país sucio, pobre, lleno de injusticia, y trata de transformarlo mediante la palabra. Viaja como puede, a contracorriente, impulsado por su gran pasión social y su vocación mesiánica casi innata. El periodismo es su refugio recuérdese que en 1943 Revueltas se queda sin partido. A través de la prensa emprende el camino de su resurrección, pues había muerto para el comunismo.

Viaja en misiones de prensa casi imposibles; no es solamente periodista, es decir, receptor y transmisor de una experiencia vivida o padecida por un miembro de la sociedad; es más que nada sacerdote que condena y absuelve a la víctima. Asume su "tarea" como un cruzado. El periodismo de su tiempo es clave en la construcción de la pirámide política; él intuye esta actitud y trata de hacerla pública, percibe el manoseo de la información, la complicidad entre gobernantes y jefes de prensa, y crea una escritura nueva, el presagio del Nuevo Periodismo? Monsiváis dice que en el periodismo mexicano hay "Una excepción magnífica: las crónicas de José Revueltas con su ferocidad lírica y sus cosmogonías del instinto y la lucha de clases. Pero el momento cultural no le es propicio y esta escritura febril no gana lectores".

Desde sus deportaciones a las Islas Marías, una en 1932 y otra en 1934, Revueltas entró en contacto con dos seres del subsuelo: el criminal y la prostituta. Ambos eran personajes que lo seducían, complejos, inabarcables, de novela, que había conocido antes en sus lecturas de Dostoievski. "El criminal era para José", dice María Teresa Retes, segunda esposa de Revueltas, "un ser con una psicología definida, dotado con cierta maldad metafísica que lo convertía en ángel caído." La nota roja que escribe lleva sin duda la huella de esta filosofía.

II

Pero si el periodismo fue una bendición como práctica literaria y escuela de la vida, que hizo de Revueltas un nómada del destino de tiempo completo, el cine apareció en su vida como tentación y condena. En 1950, a raíz de la publicación de Los días terrenales y la puesta en escena de El Cuadrante de la Soledad, Revueltas fue acusado de "existencialista", por "practicar esa filosofía de la decadencia burguesa, cuyo pontífice en Francia es Jean-Paul Sartre"; también se le dijo que su "desviación" del camino recto se debía a su filiación al cine. Y qué era el cine para la izquierda de los años cuarenta? Una fábrica de mentiras y de sueños que alejan al hombre de la realidad y lo entregan a un falso cosmopolitismo. Una "fábrica de pesadillas degradantes".

Sin embargo, Revueltas escribió durante muchos años guiones de cine bajo el imperio de su estilo: el autocastigo, desde el cual trabajó casi siempre con una devoción prístina. El cine, como antes la prensa y el Partido Comunista, le sirvió, más que para obtener cierta holgura económica, como trampolín mesiánico. Confió en que podía democratizar el Sindicato de Trabajadores de la Industria Cinematográfica, expulsar a los magnates de la distribución de películas y hacer películas mexicanas dignas. Su sueño se vino abajo y fue expulsado del paraíso. De nuevo lo vimos sin trabajo, a la deriva, errante, agarrado al potro del alcohol.

III

La orfandad de Revueltas se traduce en errancia: la resuelve mediante la bebida mientras escribe; la sublima en dos figuras centrales en su vida: Silvestre y Neruda. Pablo Neruda fue para Revueltas un profeta? Antes que el poeta del amor y de Residencia en la Tierra fue el "otro hermano mayor". Lo conoció a través de Silvestre, el primer hermano mayor, al que siguió como a un padre el pequeño e inquieto José. En 1938, en una de sus misiones, Revueltas tenía en su poder Veinte poemas de amor y una canción desesperada; lo leía y lo declamaba en voz alta. En una de sus cartas a su esposa Olivia, le menciona el libro como un aliciente, un bálsamo que lo curará de su enfermedad (el alcoholismo), y de la miseria y la ausencia. Neruda es el "hermano mayor", el poeta comprometido, el amigo de Silvestre, de quien recibe una lección inolvidable: el amor por el arte de la palabra, y la misión del escritor para limpiar el podrido mundo capitalista. Lección mesiánica que promueve una nueva disciplina ética, política y social.

Y fue Neruda quien escribió un retrato nítido de Revueltas cuando pidió al presidente Díaz Ordaz, en 1969, la libertad de Revueltas, preso en Lecumberri por su participación en el movimiento estudiantil de 1968. Dice Neruda: "Contradictorio, hirsuto, inventivo, desesperado y travieso es José Revueltas: una síntesis del alma mexicana. Tiene, como su patria, una órbita propia, libre y violenta. Tiene la rebeldía de México y una grandeza heredada de familia. [...] Yo reclamo la libertad de José Revueltas, entre otras cosas, porque seguramente es inocente."

IV

La prosa de José Revueltas está impregnada de signos mesiánicos, en los que se combina su fe en el hombre nuevo que vendría a sustituir al hombre podrido y falso del capitalismo, y su profunda vocación franciscana. Es una escritura del dolor y el sufrimiento, como su vida misma, hecha de esfuerzo permanente a pesar del alcohol, la culpa, la militancia, los trabajos de ocasión en los que se graduó. Sus crónicas, cuentos, novelas, obras de teatro, lo delatan: Revueltas es un apóstol de la causa de los miserables, como lo propuso el romanticismo; "habla con los ángeles", como dijo Abreu Gómez. En esta actitud, asumida desde la adolescencia, es visible que la vida de Revueltas no se explica si no se le inscribe en la pérdida del reino, de la utopía bíblica, y en la necesidad que él siente de restaurar esa herida luchando por un nuevo Paraíso.

El socialismo del que se nutría Revueltas, el de Marx, Trotski, Bloch, "está directamente enraizado en la escatología mesiánica". Dice Steiner que la visión socialista de la destrucción de la Gomorra burguesa y la creación de un orden nuevo, limpio y digno del hombre, es totalmente religiosa. Según el joven Marx, una vez extirpada la explotación humana, la mugre se borrará de la Tierra y el mundo volverá a ser un jardín. El vaticinio de Nietzsche, la muerte de Dios, había dejado al hombre en mitad del Universo a merced del vacío, de la nada: "Adónde se ha ido Dios?, exclamó, yo os lo diré! ¡Le hemos dado muerte vosotros y yo! [] Cómo consolarnos nosotros, que somos los más grandes de todos los asesinos? Lo más santo y lo más poderoso que el mundo poseía hasta entonces ha sangrado bajo nuestras cuchillas. Quién nos quitará de encima esta sangre?"

El hombre sin Dios sólo puede reivindicarse a través de una lucha absoluta por construir un nuevo Paraíso. Revueltas lucha mediante la palabra y la acción política por esa utopía, fracasa, vuelve a surgir, como el Ave Fénix, de sus propias cenizas y sigue su camino. Cae por última vez; y muerto comienza su resurrección, que no es sino la lectura de su obra a la que hemos asistido en estos veinte años sin Revueltas.

* En mi libro, José Revueltas. Los muros de la utopía (1992), hay un análisis más amplio del trabajo periodístico del autor de El apando.