En Tabasco, donde nadie se puede quejar de falta de lluvia o de ríos, todavía 400 mil personas carecen del servicio de agua potable. En tanto, el tratamiento de aguas negras es virtualmente inexistente, lo cual ocasiona serios problemas de salud a la población y al medio. Si el dinero que utilizó en su campaña electoral el actual gobernador de la entidad (70 millones de dólares), se hubiera invertido en realizar las obras que se requieren, todos los ciudadanos de Tabasco contarían con agua potable más allá del año 2010, y cada municipio dispondría de su planta de tratamiento de aguas negras.
En los supermercados, el agua embotellada cuesta a veces el triple que un litro de leche. Es que procede de las montañas francesas o suizas o de algún manantial puro del país. Sin embargo, en no pocas ocasiones el líquido que se expende deja mucho qué desear, si hacemos caso a lo que informa la asociación que agrupa a los productores y distribuidores de agua purificada del país: de las tres mil empresas que se dedican a ese negocio, dos mil no cumplen con las normas mínimas establecidas por las autoridades y lo que venden es un riesgo para la salud. El asunto es más grave en el caso de la ciudad de México y su área conurbada: solamente 200 de las mil purificadoras que existen reúnen los requisitos de calidad. En plena crisis y con escalada de precios, aumenta la demanda de agua embotellada entre ciertos grupos sociales debido a que el agua de la llave no es potable. Y si lo es, sabe a cloro.
Si la crisis en el agro es grave desde hace años, en éste la situación será peor debido a la sequía y a que las presas se encuentran por abajo del nivel esperado. Por ejemplo, de no llover en Tamaulipas abundamentemente en las próximas dos semanas, se dejarán de sembrar cerca de 600 mil hectáreas y 350 mil cabezas de ganado podrían perderse. Los adeudos de los productores agropecuarios son elevados, al igual que en Chihuahua, donde la sequía afecta los hatos ganaderos y el agua para siembra es muy poca. Algo que también ocurre en Durango, Nuevo León y Zacatecas, donde las lluvias estuvieron el año pasado por abajo de los promedios históricos y serán menores en el presente.
Los presidentes municipales de Salvador Alvarado y Angostura, en Sinaloa, manifestaron estar dispuestos a todo con tal de que les hagan caso y se construyan las obras indispensables para evitar la contaminación del río Evora, pues causa enfermedades gastrointestinales, dermatológicas y de otro tipo a quienes viven en las áreas ribereñas del río. También resultan afectadas la fauna y la flora. Al Evora van a parar los desechos de las poblaciones ribereñas y de la industria regional. La cuenca de otro río, el Bravo, también contaminado y que influye en los estados fronterizos de Chihuahua, Coahuila, Nuevo León y Tamaulipas, padece ahora el tercer ciclo más seco en lo que va del siglo.
En Campeche no le creen a Pemex cuando afirma que no deteriora el medio. Saben de lo que hablan. Por eso mismo, la ciudadanía, y muy especialmente los grupos ecologistas, han iniciado una amplia campaña a fin de evitar que continúe la expansión desordenada y depredadora de la paraestatal. Esta vez en la Laguna de Términos, área natural protegida afectada negativamente desde lustros atrás por las actividades petroleras. Las obras se realizarían en la península de Astata, precisamente donde hace unos días hubo una mortandad masiva de peces atribuida a una posible fuga en las tuberías del gasoducto de Pemex que cruza ese sitio.
Si bien los ganaderos del norte y centro del país se las ingenian para aminorar lo más posible los problemas derivados de la falta de agua y de pastos, este año se las verán negras porque el estiaje será peor que siempre. Por ejemplo, en Coahuila los últimos cuatro años el número de cabezas de ganado disminuyó de 950 mil a 550 mil. Enviarán al rastro otras 160 mil para no verlas perecer de sed y por falta de alimentos que cuestan cada día más. En tanto, en Sonora se preparan para lo peor debido a que no lloverá sino hasta julio próximo y los pastizales que sirven de alimento al ganado se encuentran en malas condiciones.
Los ecologistas del estado de México sostienen que los ríos del valle Cuautitlán-Texcoco se han convertido en fosas sépticas y depósitos de solventes, chapopote y basura diversa. Incluso desechos de hospitales. Es el caso del río Los Remedios, el canal del desage, el San Javier y el Cuautitlán. Las aguas contaminadas todavía se utilizan para regar ciertos cultivos en los municipios de Tequixquiac, Melchor Ocampo y Zumpango.
Pachuca recibe cada segundo cinco litros de agua para consumo humano. Pero dos se desperdician o van a parar a tomas clandestinas. El responsable de la Comisión Nacional del Agua en el estado de Hidalgo sostiene que la infraestructura hidráulica es obsoleta lo cual ocasiona desabasto por las constantes fugas en la red de conducción. No hay dinero para mejorarla mientras 150 empresas le deben a la Comisión millones de pesos. En tanto, las autoridades de Molango, municipio enclavado en la zona montañosa, denunciaron que la tierra y otros materiales extraídos por la Minera Autlán al construir túneles, van a parar desde hace años a las corrientes de agua de la zona, causando serios problemas de contaminación. Nadie ha obligado a la influyente empresa a tomar las medidas adecuadas para evitar mayores daños a la fauna, la flora y la salud pública.
En Durango llevan más de un año en sequía permanente. En la zona norte de la entidad la falta de agua se expresa tanto en el insuficiente abasto a las poblaciones como en la agricultura y la ganadería. Esta última pasa por una severa crisis al grado de que más de 112 mil reses han ido a parar al rastro o muerto de sed y hambre en el campo. La mayoría estaba todavía en edad productiva. La situación será aún más crítica en los próximos días.
Como se desprende de los datos anteriores, la sequía afecta negativamente la actividad económica nacional, pero muy especialmente a quienes se dedican a las labores agrícolas y ganaderas. Las importaciones de maíz serán mayores que antes para garantizar el abasto. Mientras esto ocurre, la contaminación y el desperdicio del agua sigue siendo una constante por doquier. Los dirigentes de los ganaderos y los agricultores sostienen que muchos de los problemas que ahora padece el sector agropecuario, pudieron evitarse. Pero que las autoridades no tomaron a tiempo las medidas adecuadas. Y ahora, con la crisis encima, los apoyos que les han prometido son insuficientes y se los proporcionan a cuenta gotas. Como si la situación no fuera de emergencia extrema. Si los campesinos fueran banqueros...
B