La Jornada 1 de abril de 1996

Asesinan al plagiado Melchor Perrusquía

Maribel Gutiérrez, corresponsal, Acapulco, Gro., 31 de marzo El empresario acapulqueño Melchor Perrusquía, a quien secuestraron hace 17 días, fue encontrado muerto la noche del sábado encadenado a un árbol de huizache, cerca del poblado de San Pedro de las Playas, municipio de Acapulco.

El Servicio Médico Forense informó que el cuerpo tenía en la cabeza dos orificios de bala calibre .38 súper y fue hallado en un paraje solitario.

Se estima que la ejecución del empresario ocurrió el miércoles 27, ya que el cadáver presentaba putrefacción.

Se informó que el jueves 28 la familia Perrusquía pagó 3 millones de pesos como rescate a los plagiarios, pero el empresario ya había sido asesinado.

La mañana de hoy domingo, el cadáver de Melchor Perrusquía fue identificado por su hijo Pedro. Vestía playera verde, zapatos y bermudas cafés. Por la tarde fue incinerado en el crematorio de esta ciudad. Este fue el tercer secuestro que sufrió el empresario en los dos últimos años.

Melchor Perrusquía Viesca, de 60 años, era propietario de la distribuidora Chevrolet de Guerrero, y con sus hijos participaba como accionista en la distribuidora Ford. Además se dedicaba a los bienes raíces en Acapulco.

El empresario fue hijo mayor de Melchor Perrusquía, quien fue colaborador cercano del ex presidente Miguel Alemán a fines de los años cuarentas. La familia de la víctima es conocida por su participación en el desarrollo turístico del puerto de Acapulco, a partir de los cincuentas.

Según fuentes policiacas, Perrusquía fue secuestrado el 13 de marzo en la Casa San Vicente, una finca de su propiedad ubicada en la Playa Bonfil, en la zona del Acapulco Diamante, a 17 kilómetros del centro de la ciudad, en la carretera hacia Barra Vieja.

Según las versiones, los plagiarios portaban armas largas y tenían apariencia de agentes judiciales. Cuando se realizó el secuestro, se indicó, a uno de los plagiarios se le cayó una placa metálica en forma de huevo, igual a las identificaciones que usan los judiciales.

El mismo 13 de marzo por la noche, los plagiarios se comunicaron con la familia para exigir un rescate de 3 millones de pesos.

Antes del secuestro, los delincuentes cortaron las líneas telefónicas de la Casa San Vicente, registraron uno a uno a los ocho trabajadores, les quitaron dinero y algunos objetos de valor y los maniataron con alambre.

Los testigos dicen que dos secuestradores entraron a la finca. Suponen que en la entrada de la casa, donde estacionaron un vehículo, vigilaban otros cómplices.

Antes de huir, uno de los plagiarios cortó cartucho y apuntó hacia los trabajadores: ``Para que no queden testigos'', dijo. Pero otro lo disuadió: ``Para qué los matamos, ellos son empleados, ya llevamos al del dinero, éste es el bueno''.

Por esos hechos se inició la averiguación previa TAB/VI/031/96, con la denuncia que presentó Pedro Perrusquía, hijo del secuestrado.