Através de Angélica Abelleyra este periódico dio noticia de todo lo inaugurado en Oaxaca el pasado 21 de marzo. Entre otras coosas el MACO presenta una selección medular de Aire de Familia (colección Carlos Monsivais) organizada en el MAM por Hilda Valencia bajo curaduría de El Fisgón. Ambos fueron responsables del actual montaje. Se exhibe simultáneamente a las recreaciones Juaristas irreverentes, todas imaginarias Lo que el viento a Juárez por Francisco Toledo, quien con ellas presenta su primera individual en el recinto oaxaqueño. Hace diez años la Galería López Quiroga dio a conocer la mayoría de sus trabajos sobre el Benemérito realizados entre 1976 y 1986. Ahora el MACO reunió 47, varios hechos en fecha reciente ex profeso para esta exposición museografiada por Patricia Alvarez. Simultáneamente ocurrió la reinauguración del Museo de sitio Casa Juárez, que implica el restauro y recuperación del precioso inmueble, como hermoso es asimismo el que aloja la Biblioteca Borges.Mi intención de momento no es comentar ninguna de las exposiciones de arte, sino un peculiar dibujo exhibido en la Casa de Juárez, realizado por Francisco Zúñiga hacia fines de los años sesenta. Lo hago con objeto de que el público repare en lo que representa, pues no ostenta cédula temática.
En el extremo izquierdo aparece Juárez en escala reducida, ocupa lugar secundario en la composición. Está delineado a trazos muy libres, pero es perfectamente identificable. Observa atento la figura central: el cuerpo largo de un hombre colgado. No se trata de un ahorcado, sino más bien de una exhibición corporal del tipo ``lección de anatomía'', si bien en este caso la cuestión no está referida a autopsia alguna, sino a examen morfológico que el propio Benito Juárez está realizando. El hombre colgado está desnudo, tiene barba, el cuerpo pende de cabeza a pies sostenido por una cuerda o cadena. Es el cadáver embalsamado de Maximiliano.
Aunque he leído a Justo Sierra, a Bulnes, a Krauze, mis conocimientos sobre Benito Juárez son limitados y provienen principalmente de la escuela primaria. El dibujo que comento me desató un recuerdo que Fernando del Paso recogió en Noticias del Imperio. Una de sus versiones es la siguiente: de la cúpula de la capilla del hospital de San Andrés en México (que ya no existe pues fue derrumbada al parecer a propósito), colgaron el cadáver de Maximiliano, embalsamado por segunda vez, para que acabaran de escurrir los líquidos. Pero lo colgaron de los pies es decir, como San Pedro. El dibujo lo muestra como Marsias el desollado, o como Cristo. Según otra versión el cuerpo fue reembalsamado ``a la egipcia'' para lo cual se le colocó en una mesa de disecciones Gaudl que fue llevada a la capilla de San Andrés. En todo caso, colgado o en la mesa, Juárez lo observó por horas e hizo ciertas observaciones de carácter biotipológico. Por ejemplo comentó que su frente no era en realidad tan amplia. La vinculación entre la amplitud de la frente y la inteligencia, la forma del cráneo, la separación entre las órbitas oculares, el largo y ancho de los huesos, la forma de implantación del vello, etc. fueron base de teorías sumamente discutibles que el italiano Cesare Lombroso (1835-1909) ideó y divulgó con enorme poder persuasivo en esos tiempos. No tienen base científica alguna, pero es justo decir que él las aplicó a la criminología y no como suele creerse, a probar la superioridad de la raza blanca.Los trámites para que el cadáver de Maximiliano fuera enviado a Austria obedeciendo a sus designios, fueron larguísimos y estorbosos. Guillermo Olvera Arce publicó una serie de documentos que ilustran el proceso en su libro El juicio de Juárez a Maximiliano de Habsburgo. Todo indica que para Maximiliano su apellido y su linaje se le constituyeron en un infierno, desde antes de venir a México. Y que el infierno continuó cuando ya era momia. Por el Archiduque austriaco pidieron gracia los embajadores, las princesas, las señoras de Querétaro, (La princesa Salm Salm, como se recordará se arrodilló ante el hombre de la eterna levita, cosa que dio pie a un curiosísimo montaje con figuras de cera, del tipo Madamme Tussaud, que hace tiempo vi en San Luis Potosí). Cuando no era más que un despojo, fue motivo de minucioso examen por parte del estricto reformador republicano que determinó su ejecución. Aquí me permito citar textualmente a Fernando del Paso: ``Alguien había inventado, las malas lenguas, que cuando Benito Juárez visitó la capilla por primera vez y vio el cuerpo del Archiduque sobre la mesa, había musitado perdóname.Pero eso no era cierto. Jamás le hubiera pedido perdón: ni cuando estaba acostado en la mesa ni ahora que colgaba de la cúpula. Por la simple razón de que el Archiduque estaba muerto, y los muertos no oyen ni ven ni sienten ni perdonan. Juárez miró a los ojos del Archiduque. Brillaban, sí, pero con el brillo de una materia mineral, sin vida''.
Aquí se inserta otra historia ``surrealista'' que tiene que ver con la estética. Después de extraídos los globos oculares, los ojos de pasta o de vidrio que le incrustaron al cadáver de Maximiliano según las usanzas de embalsamiento, fueron arrancados de una imagen en escala natural de Santa Ursula que se encontraba en el Hospital de Querétaro, donde el cuerpo fue sometido a un primer proceso. Los ojos de Maximiliano eran de un azul demasiado claro, tanto que a veces aparecen blancos o cegados en alguna de las fotografías que pueden observarse en la exposición Testimonios artísticos de un episodio fugaz, exhibida en el MUNAL.Sucede así que el cadáver fue devuelto a Austria con los ojos abiertos, negros y brillantes de esa efigie de Santa Ursula, aquella mártir de las 11 mil vírgenes cuya historia recreada por Carpaccio en Venecia es como una secuencia fílmica.
Por qué estaría Don Benito Juárez tan interesado en observar el cadáver del ex Empresario?. Le habrán asaltado los remordimientos?, conoció al detalle todas las circunstancias, nobles de espíritu, que el austriaco evidenció los días previos a su ejecución y durante su ejecución misma?. O bien, su afán cientificista lo conminó a examinar lo que quedó morfológicamente de un hombre que le representaba un biotipo opuesto al suyo. No lo sabemos. Lo que sí sabemos es que, con todo y las cinco famosísimas pinturas de Manet, las representaciones de Benito Juárez exceden en mucho a las del Archiduque, cuyo sarcófago en la cripta funeraria de las Capuchinas en Viena ostenta escueta leyenda: ``Maximiliano de Habsburgo, Emperador de México''.
B