Jacqueline Peschard Un PRD metropolitano?

En días pasados, los dirigentes de los comités estatales del PRD en el DF y el estado de México anunciaron que en este mes de abril pondrán en marcha el Programa político-electoral de la zona metropolitana del Valle de México, lo cual implica establecer una alianza precisa para distribuirse los recursos económicos y humanos con los que ambos comités cuentan y para definir líneas de acción conjunta de cara a las contiendas electorales en puerta.

La noticia sorprende en primer lugar porque este tipo de acciones reclaman una visión racional que no es para nada frecuente entre los dirigentes de nuestros partidos políticos. El cálculo económico no ha sido un elemento fundamental en el diseño de las estrategias partidarias y no sólo dentro del PRI, que durante toda su estapa hegemónica contó con los recursos públicos, sino incluso dentro de los partidos de oposición. La reciente decisión del PRD de seleccionar a su dirigente nacional por la vía de una elección abierta, en la que podrá emitir su opinión todo aquel que se inscriba en el padrón del partido, ciertamente no tomó en cuenta la elevada erogación que dicha empresa reclama, independientemente de que tampoco haya considerado los costos políticos que conlleva.

Esta decisión de conjuntar esfuerzos llama también la atención porque choca frontalmente con la tendencia dominante en el PRD a una celosa diferenciación de las corrientes y fracciones en su seno, que tanto ha dificultado la elaboración de planteamientos y posiciones políticas consistentes y sobre todo claras para la ciudadanía. El programa electoral en cuestión persigue concretamente que los perredistas del Distrito Federal ayuden al comité del estado de México en las elecciones locales de noviembre próximo con miras a ganar los 17 municipios conurbados, y que el año entrante los del estado de México hagan lo mismo en lo que muy probablemente será la primera elección del jefe de gobierno capitalino. Evidentemente se trata de un plan de colaboración entre los comités perredistas de dos entidades que comparten problemas comunes, propios de una gran concentración urbana y en la que el PRD ha logrado mantener un relativamente importante respaldo del electorado en las urnas, es decir, en donde existen probabilidades de mejorar su desempeño electoral.

El programa aludido contempla la definición de programas de gobierno y la realización de encuestas para detectar tanto las preferencias del electorado como los problemas más sentidos en las dos entidades. A partir de ahí, deberán elaborarse las estrategias de acción pertinentes que lleven a mejorar la imagen y a consolidar la infraestructura electoral del partido del sol azteca.

La sola elaboración de este programa metropolitano del PRD revela que al menos las dos dirigencias de los comités estatales involucrados comparten la idea de que las campañas electorales en México cumplen ya un papel importante en la definición de los resultados electorales. Las campañas electorales han dejado de ser el espacio en el que más que luchar por el voto, los candidatos del PRI buscaban darse a conocer y entrar en contacto con los grupos de poder locales y así renovar las redes de intercambio entre el centro y las regiones y localidades. Las campañas sirven hoy cada vez más para que los partidos y sus candidatos desplieguen sus artes propagandísticas para convencer al electorado.

Para que este programa electoral se lleve a cabo, es necesario que se establezca un convenio para definir cómo se repartirán los recursos del Comité Ejecutivo Nacional y los de ambas dirigencias estatales, además de que se requiere de un coordinador que será nombrado por el propio CEN del PRD, es decir, su puesta en marcha reclama de nuevos acuerdos. Aunque los dirigentes involucrados han señalado que las alianzas convenidas no se verán afectadas por los cambios que ocurrirán en junio en la directiva capitalina del PRD y en julio, en la nacional, todos sabemos que las voluntades de los líderes concretos son ingredientes claves para el desarrollo de programas de colaboración.

La difusión de este programa del PRD es una buena señal dentro del mar de indefiniciones que rodea nuestra vida político-partidaria hoy; es el reconocimiento de que el partido del sol azteca necesita de la unidad interna no sólo para ganar terreno político, sino incluso para sobrevivir en un contexto de creciente competencia política.