Alberto Aziz Nassif
Los siete pecados capitales

Parece que ya nos acostumbramos a vivir en un remolino porque prácticamente cada día de la semana tenemos un acontecimiento que estruja al país. Sin embargo, la característica que los define es que se trata de los mismos problemas que no han sido resueltos, pero que se acumulan. Son, de alguna manera, grandes problemas nacionales. Cada uno de ellos se puede mirar dentro de un juego de metáforas cercanas a los siete pecados capitales.

1. Gula. La falta de moderación, todo lo contrario a la templanza, podría definir lo que sucede con el caso de Tabasco. Sólo un apetito desmedido por el poder pudo llevar a una parte significativa de la clase política priísta a derrochar, comprar y gastar sin medida para ``ganar'' una elección. Una vez descubierto el ``gasto'' más de 70 millones de dólares los archivos de finanzas del PRI tabasqueño muestran cómo funciona el sistema político. La Suprema Corte de Justicia resolvió en contra de la controversia constitucional que interpuso el gobernador Madrazo y ahora la Procuraduría General de la República podrá investigar todos los detalles de la gula por el poder es ese estado. Por lo pronto, es un avance que la investigación se pueda llevar a cabo.

2. Envidia. El deseo por los bienes ajenos, podría ser uno de los rasgos del grave problema de seguridad pública que azota a este país en crisis. Los planes de las autoridades en contra del crimen no logran obtener el consenso político y social. Una muestra de este problema es sin duda las críticas de los partidos políticos al secretario de Seguridad Pública del Distrito Federal, David Garay. Mientras que algunos asambleístas indicaron que se trataba de la ``mayor crisis de seguridad pública'', las propuestas del funcionario para combatir la inseguridad apuntaron a un endurecimiento peligroso: pena de muerte, militarización de acciones, bajar la edad penal (La Jornada, 28/III/96). Mientras tanto, la envidia crece en asaltos, secuestros, y agresiones a los ciudadanos y las autoridades no acaban de encontrar soluciones eficientes.

3. Pereza. La tardanza, la lentitud, la flojera, el descuido, podrían ser algunos de las actitudes políticas en torno a la reforma del estado, y de forma emblemática, respecto a la reforma electoral. Mientras unos no la quieren, otros se resisten, abandonan las negociaciones y caen en la provocación, y los otros no tienen la fuerza para impulsarla. El ofrecimiento de tener un proyecto para discutirlo en el congreso y que además estuviera impulsado por el consenso de los tres partidos más importantes PAN, PRI y PRD no ha sido posible, la fecha ya se venció y no existe el consenso para impulsarla. Ya cuando un sector de la oposición se sale de la mesa y en voz de su dirigente nacional señala que: ``Claro que nos interesa una reforma! Pero también sabemos que podemos ganar elecciones con la normatividad existente'' (Felipe Calderón, La Jornada, 28/III/96), entonces estamos frente a un globo desinflado. Lo importante no es sólo ganar elecciones, sino terminar un largo proceso de reformas incompletas y garantizar la alternancia.

4. Lujuria. Exceso en cualquier cosa dice el diccionario para definir este pecado, y no sería equivocado señalar que algo hay en el fenómeno del crimen organizado del narcotráfico cuerpos, droga y dinero y en las graves consecuencias que se han generado en el país, tanto por la violencia que se genera, por ejemplo las decenas de ejecuciones en el estado de Jalisco en las últimas semanas; o el factor norteamericano que empieza a distorsionar la relación bilateral. En los últimos días empezaron a fluir noticias de maniobras conjuntas entre México y Estados Unidos, que fueron desmentidas por la Secretaría de Relaciones Exteriores; también está en discusión la militarización de la frontera, y recientemente surgió la iniciativa de unificación de leyes antidroga entre los dos países.

5. Avaricia. Lo que podría ser un apego excesivo a la riqueza florece y se multiplica cuando un sistema concentra de tal forma el ingreso como en el caso mexicano. Una expresión de ese problema es sin duda la evolución regresiva de los últimos años, en donde el ingreso de los que más tienen crece y el de los que menos tienen disminuye. En estos días hay varias discusiones relacionadas con el tema, por ejemplo, el anuncio de la Secretaría de Hacienda de desviar una parte del gasto social para el pago de la deuda, con el fin de evitar un mayor endeudamiento; o el proyecto de las ``tarjetas para pobres'' para suplir los subsidios generalizados, como la nueva modalidad de la política social del gobierno zedillista.

6. Ira. La rabia contenida o desplegada, el enojo y la furia son los acompañantes que se despliegan en la guerra sorda y a veces ruidosa que rodea el asesinato de Colosio. El coraje de Don Luis Colosio y sus señalamientos en contra del asesor del ex presidente Carlos Salinas; la respuesta de José Córdoba Montoya que regresó a México supuestamente a defenderse de las acusaciones; el enojo de la ciudadanía porque el caso no se resuelve; la molestia en contra del procurador. Una ira que golpea al país.

7. Soberbia. El orgullo desmedido y la terquedad podrían describir la actitud del actual gobierno frente a su programa económico y a las voces críticas que se escuchan en el escenario. Esta actitud ha llevado a la pérdida de apoyos y ha fracturado los consensos, y no hablamos de la oposición sino de los anteriores aliados, como los gremios empresariales o los sectores del corporativismo obrero. Para muestra de las críticas se puede citar al ex secretario de Hacienda David Ibarra que se refirió al programa en los siguientes términos: ``El combate a la inflación, obsesivo y poco eficiente, se está encarando de la manera más costosa; el rescate de la banca se está haciendo en exceso paulatino y es poco efectivo; la deuda externa, a un paso de convertirse en problema explosivo; la política cambiaria no da certidumbre; la asignación de recurso, regresiva, desprotege al campo y a la industria (...) la distribución del ingreso, injusta y concentrada como nunca; la política industrial, que es urgentísima, no existe'' (Proceso, Núm. 1013).