Miguel Barbachano Ponce
Tele-acción

El nacimiento de la tele-acción, es decir, de la posibilidad de trasmitir en directo y de inmediato un suceso de interés universal a través de la red mundial de televisión, ocurrió un ardiente día del verano de 1990, precisamente el lunes 2 de agosto. En aquella ocasión ahora memorable, los grandes canales de la Tierra comenzaron a emitir sin discriminaciones acontecimientos señalados (ultimátums, amenazas, advertencias) que posteriormente la historia conocería como la Guerra del Golfo Pérsico.

Muchas trasmisiones finalmente fueron canceladas por el Pentágono no sólo a causa de las gesticulaciones del alcalde de Bagdad, sino también porque, según la particular opinión de los militares estadunidenses, las emisiones estaban acordes con la ideología de Saddam Hussein. Evidentemente, los tele-espectadores de Norteamérica aceptaron con resignación aquella arbitrariedad. Meses más tarde 3 de marzo de 1991 la teleaudiencia silenciosa contempló de manera inesperada el brutal asalto que sufrió en una oscura esquina de la ciudad de Los Angeles a manos de policías racistas un hombre de color llamado Rodney King. A partir de entonces, los encargados de calibrar, clasificar y estructurar para televisión los hechos sobresalientes que estremecen a la sociedad, conjugan esfuerzos para satisfacer de inmediato la sed de información que embarga a los teleadictos del mundo enviándoles con la velocidad de la luz, testimonios (networks) de crisis específicas, ``ocurran donde ocurran'' y sin importar hora, tiempo, o lugar; por ejemplo, la matanza de 17 campesinos perpetrada por la ``fuerza pública'' del estado de Guerrero en el vado de Aguas Blancas, que presentó el comunicador Ricardo Rocha el sábado 24 de febrero de este trágico año par, a través de Canal 2. No en vano, el recientemente fallecido cineasta polaco Krzysztof Kieslowski (1941-1996) dijo a Marcel Martin a propósito de su labor en televisión: ``Alors que la televisión est concue comme un moyen de propagande, ils s'efforcent de décrire la societe telle qu'elle est... Nous voulons dire notre popre vérité, montrer sans hypocrisie les contradictions sociales, denoncer le hiatus entre la theórie ideologique et sa realisation quotidiene'' (A partir de que la televisión es conocida como un medio de propaganda ellos [refiérese a sus camaradas] se esfuerzan en describir la sociedad tal cual es... Nosotros necesitamos decir nuestra propia verdad, mostrar sin hipocresía las contradicciones sociales, denunciar los hiatos desavenencias entre la teoría ideológica y su realización cotidiana). Más allá de esta legítima propuesta que exigía un irrestricto manejo de la verdad en la utilización del medio masivo por excelencia, para presentar lo que ocurría en Varsovia, Bagdad, Sarajevo, existe hoy tiempos de crisis inesperada, violencia callejera, asaltos a mano armada una inaplazable necesidad de conocer con idéntico verismo lo que acontece ``a la vuelta de la esquina'', quiero decir, retornar de una manera irrestricta a la problemática local. No olvidemos que nosotros, ciudadanos de la edad electrónica, asistimos a una revolución de la geopolítica y de los modos de representación y de información; no olvidemos que nosotros, habitantes de interminables y caóticas megalópolis, nos preocupamos cada vez menos de acontecimientos que ocurren lejos de nuestro habitat natural y cada vez más de aquéllos que suceden a corta distancia de nuestras puertas; no olvidemos que nosotros, seres que fatigamos los años finales del segundo milenio, enfrentamos cotidianamente una lucha despiadada de carácter tribal, absolutamente diferente de aquellas confrontaciones nacionales (primera y segunda guerra mundiales) que estremecieron la segunda y quinta década de nuestro tiempo terminal; no olvidemos que nosotros, habitantes enajenados de la llamada ``aldea global'' (Walt Disney o McLuhan), contemplamos estupefactos la utilización en los asaltos callejeros de armas blancas (navajas, puñales, cuchillos) o de armas de aproximación (artefactos manuales productores de descargas eléctricas). Entonces, para recibir información de las depredaciones que soporta nuestra vecindad, nosotros usaremos diariamente para resolver de manera satisfactoria nuestra dinámica existencial: la tele-acción local, pero también el teléfono, la radio, y videos específicos a propósito de diversos comportamientos amenazantes.