La Jornada 5 de abril de 1996

El hampa externa y local, los dos terrores de Tepito

Ricardo Olayo Los habitantes de Tepito están entre la espada y la pared por la delincuencia de fuera y la de casa. El robo a transeúntes ha proliferado, mientras la policía se ve impedida para penetrar en las vecindades y bodegas debido a la protección que la comunidad da a los delincuentes. Y para los clientes, los productos robados y de contrabando son dos de las principales opciones de compra.

Ayer una llamada anónima avisó a la policía de un cargamento de cuatro toneladas en el que había televisores, videocaseteras, relojes y cigarros. Los agentes realizaron el decomiso y aprehendieron a dos personas. Uno de los detenidos es Vicente Romero Medina, cabeza de uno de los grupos de introductores de fayuca en la zona.

En Tepito se concentran las policías fiscal, preventiva y auxiliar, además de elementos de vigilancia privada y los agentes judiciales del Distrito Federal y de la Procuraduría General de la República (PGR). Pese a ello, hay zonas a las que sólo pueden entrar en grupo, por temor a los delincuentes.

Los preventivos de la Secretaría de Seguridad Pública tienen agrupamientos a caballo, canino, a pie y granaderos; éstos últimos sólo penetran en grupos de más de cinco cuando tienen que recorrer algunas calles como Díaz de León, Peñón, Manuel Doblado o Aztecas. De lo contrario, se limitan a vigilar en los límites de la zona.

Si la colonia Morelos no está entre las diez con mayor índice delictivo en el Distrito Federal es por la cifra negra de personas que sufren robos pero que prefieren no presentar denuncia.

La efectividad de la vigilancia, explicaron policías preventivos entrevistados ayer en la zona, es muy reducida para controlar los objetos robados que entran en camiones y horas después están a la venta en los mercados y en la vía pública.

Los preventivos se quejaron de la liberación de detenidos por parte de la agencia número 1 de la Procuraduría General de Justicia del Distrito Federal (PGJDF) y por ello han decidido hacer las consignaciones al sector central o a la delegación regional Cuauhtémoc.

El primer obstáculo en su trabajo es la falta de equipo y de personal, pues actualmente hay cinco unidades en talleres. A condición de que no se citaran sus nombres, dijeron que es falso que la Secretaría de Seguridad Pública se haga cargo de los gastos de mantenimiento, ``pues todavía tenemos que pagar la gasolina y las composturas de las patrullas''.

En una situación similar se encuentran los judiciales asignados a la zona, quienes tienen que realizar jornadas de 24 horas. Su labor se limita a estar presentes, y sólo intervienen si hay flagrancia o una orden para catear domicilios.

Tanto preventivos como judiciales del Distrito Federal indicaron que los agentes de la PGR no se presentan en la zona y que en muchas ocasiones, cuando les ponen a disposición a un sujeto --por ejemplo, en posesión de droga-- hacen numerosas preguntas y cuestionan la detención.

Otro de los obstáculos, según explican los preventivos, es el rechazo de la gente a su labor, pues cuando llegan a un lugar donde se reportó un asalto apedrean sus vehículos, se les niega acceso y tratan de confundirlos con información falsa.

En otros casos, cuando hay una persecución protegen y esconden al delincuente. Vecinos que se sumaron a una plática realizada en un establecimiento indicaron que muchos delincuentes son de la zona y los mismos moradores son víctimas de sus robos.

Señalaron que en las calles de González Obregón, Jardineros y Díaz de León ``las palomillas'' se refugian y esconden lo robado para repartirlo en las noches.

Una vecina recordó que hace unas semanas, luego de que una de sus hijas fue víctima de un robo, salió de su casa con un cuchillo para buscar al asaltante. Cuando lo halló lo obligó a devolver lo que se había robado. Como el sujeto accedió a cooperar, le dio algo de dinero. Según contó, le dijo: ``Ten, ésta es tu mochada''.

Otras personas cuentan que los asaltos son más violentos y recuerdan una golpiza ``a la viejecita del 139'' para quitarle su monedero. En todos los casos asocian los hechos con las drogas que los asaltantes ingieren.

Al margen del mercado de estupefacientes, que va en aumento, el contrabando aún es una de las actividades de sustento de la zona. Una muestra fue el decomiso realizado por la PGR en las primeras horas de ayer.

Según algunos de los responsables de la operación, la mercancía provenía de la frontera norte, sin revisión de las autoridades fiscales. El cargamento estaba en las calles de Manuel Doblado y Díaz de León y lo formaban 200 televisores a color de 27 pulgadas, 100 cajas de cigarros, videocaseteras y relojes.