María Teresa Jardí
Invitación al Presidente

Sergio Languráin, acusado con Manuel Salas de dos homicidios que no cometieron, defendidos por el actual procurador general de la República con quien probablemente sólo comparto la absoluta convicción respecto a la inocencia de los injustamente sentenciados, luego de la intervención del subsecretario de Gobernación fue sacado de Almoloya. Se encuentra apandado en el dormitorio 7 de la penitenciaría de Santa Martha Acatitla, donde la gente que conoce bien el mundo penitenciario me dice que hasta hay lepra. Me hacen saber, también, que alguien de muy alto nivel está ordenando estas agresiones en contra de Sergio. Por ahí debería encauzarse la investigación que no acaba de hacerse; seguramente, se trata del protector de los verdaderos asesinos. El secretario de Gobernación es responsable de lo que pueda pasarle a Sergio.

Norma Corona denunció que si algo le pasaba los responsables serían agentes judiciales federales. Se pudo evitar el crimen pero nada se hizo y la asesinaron judiciales federales. Abraham Polo Uscanga denunció las amenazas de Saturnino Agero, el secuestro, las torturas, los increíbles hostigamientos de que fue objeto. Se pudo evitar su muerte pero fue ejecutado. Su asesinato es un crimen de Estado. Qué grave será insultar la inteligencia de la comunidad internacional reduciéndolo a un homicidio pasional o al que comete un delincuente cualquiera.

El presidente Zedillo es responsable de lo que a mi familia o a mí pueda pasarnos. El dirá que si no controla el país, nada puede hacer al respecto. Quizá sea cierto, pero es responsable porque ha permitido la campaña que desde el sótano se ha desatado en contra de los defensores de derechos humanos, de los intelectuales, de la cultura, de luchadores sociales... sin entender que el respeto a las garantías elementales, a la libertad, a la seguridad jurídica es inseparable de cualquier régimen que quiera ser un Estado de derecho. Solamente con una sociedad fuerte, vigilante de la actuación de sus gobernantes, se podrán poner los candados que permitan controlar la corrupción que está detrás de casi todos nuestros males. Los delincuentes están en las policías, en las procuradurías, en el gobierno y en el PRI... y el narcotráfico también.

Invito al Presidente a reflexionar sobre los incontrolables frankesteins que se están creando. Algunas ejecuciones extraoficiales de los cientos que ya se han dado, tienen que ver con la peregrina idea de que se vale ejecutar delincuentes. Otras, son claros ajustes de cuentas entre narcotraficantes, narcopolicías y narcopolíticos. Las más abominables hablan claramente de motivaciones políticas. En estos casos, aparecen los cadáveres generalmente de jóvenes desconocidos, hombres y mujeres, torturados, amarrados o esposados con un tiro en la cabeza encajuelados, desbarrancados, quemados... la saña, muchas veces, es inaudita. Cualquier ejecución es inaceptable y todos los ejecutores son asesinos, peligrosos psicópatas. En los setentas, algunos de estos monstruos fueron ejecutados por ellos mismos cuando ya no los pudieron controlar. Los que quedan regresaron y vuelven a operar. Por eso se usa a un sujeto como Garay Maldonado para que insista en que se incluya la pena de muerte en las reformas canceladoras de nuestras garantías constitucionales, para legalizar los crímenes, que ellos mismos están cometiendo. En realidad buscan poder asesinar, incluso a menores de edad, fingiendo que se castiga.

Es inaceptable, la guerra de baja intensidad orquestada en Chiapas, y son inaceptables los escuadrones de la muerte generadores del terrorismo de Estado.

Estamos en la cuerda floja que puede llevarnos a una guerra de guerrillas que nos hará vivir cotidianos actos de terrorismo y que sumirán al país en un abismo del que tardaremos décadas en salir.

Seguimos en la mentira. Qué bueno que cesaron a René Paz Horta. Qué malo que haya tenido que venir un general extranjero para que esto sucediera. Qué grave que se diga que no se le investiga y que se convierta en asesor del procurador general. Qué lástima que no se despenalice la droga y que la guerra contra el narcotráfico sea solamente una farsa. Qué grave que no se cite a Carlos Salinas y a José Córdoba a pesar de que, ambos, han expresado su disposición de declarar. No será que, desde la PGR, la derecha que gobierna aliada a los que ya mandan, entre los que puede estar el conveniente subprocurador Chapa, seguramente los beneficiados con los homicidios, en realidad buscan financiar su próxima campaña y por eso continúan las inaceptables filtraciones y la desprocuración de justicia?No sé si aún es tiempo de volver a la verdad, cambiar las procuradurías, limpiar las policías, combatir la corrupción, la impunidad y el narcotráfico, garantizar la justicia, y firmar un pacto que permita un tránsito civilizado a la democracia, pero valdría la pena intentarlo.